No todo es lo que parece

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Tabita comenzó a trabajar de inmediato en la lectura y análisis del manuscrito de Milei. Ella sentía que estaba dentro de un sueño del que no quería despertar nunca. El libro narraba el recorrido académico y profesional del candidato, y explicaba sus ideales políticos. 

Con gran dedicación, realizó el dictamen editorial y una semana después comenzó a reunirse con Milei. Y ahí comenzaron los problemas. Aunque Tabita se esforzó mucho por decirle sus ideas con mucho tacto y procurando siempre ser muy calmada y respetuosa, el autor se negaba a muchos cambios que sugería la editora. 

—Señor Milei, entiendo que es su manuscrito y que ha trabajado por más de un año en él, lo valoro, de verdad, entiendo que...

—No, no, pero es que, vos no me entendés, lo que sho quiero es esto...

Y así, día tras día, el señor candidato se negaba a la ayuda de Tabita. Por más que ella se esforzara en elogiar los mejores aspectos del libro y darle críticas constructivas, el señor greñudo nuuunca la escuchaba, y siempre la interrumpía para hablar de sus propias opiniones. 

—Me encanta esta parte, sin embargo, creo que sería más entendible si...

—Bueno, sho escribí el libro y creo que así está bien, creo que, creo que vos no entendés mucho del tema, dejame explicarte...

Y se soltaba hable y hable, según él, dándole clases sobre los modelos económicos, por qué el comunismo es una trampa y el keynesianismo es una mentira, sobre la hiperinflación en Argentina y por qué había de acabar con el Banco Central. Le platicaba sobre todos los artículos académicos (o papers)  cómo se producía la caída de PIB ,caída del empleo y caída de los salarios reales.

Tabita tenía sentimientos encontrados cuando sucedía esto. Su corazón latía con fuerza, con esa mirada del hombre de ojos de zafiro puesta sobre ella, y al verlo hablar con tanta pasión sobre lo que amaba, sentía que se enamoraba más y más. Pero, por otro lado, se sentía profundamente decepcionada al ver que trabajar con Milei no era lo que ella pensaba. Ella sabía que tenía una personalidad excéntrica y un carácter colérico, pero, por Dios, trabajar con ese hombre era dificilísimo. Nada le gustaba, nada le parecía, él quería hacerlo todo él mismo y no aceptaba las críticas, por más bien intencionadas que fueran. 

Un día, todo explotó. Como siempre, Milei trataba de explicarle a Tabita por qué no era necesario modificar un párrafo sobre el estructuralismo, aunque ella trataba de decirle que no quería que modificaran el contenido, sino la forma y su estructura gramatical. El candidato otra vez quería darle otro discurso, pero ella lo detuvo en seco.

—Mirá, mirá, aquí el experto en el tema soy sho, ¿me entendés? Vos sólo tenés que...

—¡Baaaasta! ¡Ya basta!— gritó Tabita, harta de todo.

—¿Qué?— Milei peló los ojos, parecían más grandes cuando sus pupilas se contraían.

—Ya, ya estuvo bueno de que me ande interrumpiendo a cada rato para "enseñarme", ¿ok? Es verdad que no estudié en Belgrano ni tengo tantos posgrados ni doctorados como usted, sí, pero no soy una ignorante. No soy ninguna...boluda, como dicen ustedes. Yo también sé leer, yo también me informo y también sé del tema. Usted es todo un experto en economía, y yo respeto eso, pero no es experto en escritura, ni en edición. Ni en gramática. En esos temas, aquí, la que sabe soy yo, y yo...

—Por eso, Tabi, por eso, pero es que sho...

—¡Pero es que nada! Por una vez en la vida déjeme terminar una maldita frase. Ya me tiene hasta la madre con su...su...actitud...su...su...¡todo! Usted piensa que puede hacerlo todo usted solo, pero no, no puede. Nadie puede solo. Su mayor problema es que se cree mucho...¿sabe qué estereotipo tenemos los mexicanos de ustedes los argentinos? ¡Que son unos presumidos insoportables que se creen el centro del mundo! Y...y  yo no había querido creer en eso, ¡pero es que usted es la viva imagen del argentino porteño... alzado, que camina con su enorme nariz apuntando al techo! Con razón ninguna editorial quería ya trabajar con usted. Si tantas ganas tiene de publicar su libro usted solito, puede autopublicar, usted va a la imprenta, cubre todos los gastos y hasta puede diseñar la cubierta si gusta. Pero no, usted sabe que necesita de una editorial que le publique y venda sus libros, porque usted no es editor, ni librero, no es vendedor, no es empresario, es e-co-no-mis-ta. 

Milei se quedó sin palabras. Por primera vez en su vida, él no sabía qué contestar en una discusión. Tabita continuó regañándolo:

—A usté lo que le falta es humildad. Una persona sin humildad no es nadie, y peor tantito, ¡usted quiere ser el presidente! ¿Qué clase de presidente va a ser si no es humilde? Un líder sin humildad se convierte en un tirano, corrupto y soberbio, esos que tanto critica usted por haber hundido a Argentina en la hiperinflación y la pobreza. ¿Mh? Usted cree que puede hacerlo todo sin ayuda, ¡pero no es así! Porque detrás de toda la farándula, detrás de su campaña política, de su imagen, de su trabajo, estamos personas como yo, que quieren ayudarlo, que creen en usted. 

Y yo quiero ayudarlo, lo hago porque es mi trabajo, pero tengo especial empeño en usted...porque...—sintió un nudo en la garganta—porque yo lo a...a...aaadmiro muchísimo. Y tengo fe en usted, usted es inteligente, carismático, valiente...pero no es humilde. Y así no puedo continuar. Por eso...no vuelva a verme ni a contactarme si no es para disculparse y para aceptar mi ayuda. Compermiso. 

Tabita se levantó y salió caminando de la oficina. Milei se quedó completamente anonadado, sorpendido por todo lo que acababa de escuchar. 



¡Viva el amor, carajo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora