Una historia que nadie recuerda, silenciada por un oscuro velo de engaños. Un pasado desconocido y una noche trágica... ¿Será Winter capaz de desenterrar todos los secretos ocultos junto a sus raíces?
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WINTER
<<¿Quién te crees que eres?>>
La pregunta resuena en el aire como una bomba suelta su pólvora, y ante mi respuesta, nadie se mueve. Los chicos nos observan, algo confusos, y Nolan me dirige una mirada, preocupado.
Cayson borra la sonrisa de superioridad que llevaba anteriormente, y da unos pasos hacia mí, despacio. A mi lado me agarra del brazo, aunque espero una fuerte presión, su agarre me sorprende, suave. Tira de mí manteniendo el silencio para salir del garaje.
—Cayson. —Dice Nolan, con un tono firme, tratando de retenerlo.
—Está bien, solo vamos a hablar. —Digo—. Ahora venimos.
Salimos sin más impedimentos y me lleva hacia el lateral del edificio, un lugar más reservado, allí me suelta.
—Es una pena que estés tan buena. —Chasquea la lengua.
—¿Por? —Alzo una ceja, expectante, y aunque estaba preparada para meterle un golpe me contengo, esperando su respuesta.
—Porque eres una zorra. —Pronuncia la última palabra con lentitud, marcando cada sonido.
Oscurezco mi mirada, disgustada, y aprieto los puños en mis costados. Respiro un par de segundos y le respondo sin contenerme, a la defensiva.
—¿Tan frágil eres? Supongo que estarás acostumbrado a que las mujeres siempre te complazcan. Para nosotras, curiosamente, es al contrario ¿sabes? Nos educan para ser usadas, es lo que se espera de nosotras. Y yo simplemente no permito eso. No me da la gana de que mi placer siempre sea la última prioridad. Y como los tíos no lo hacen por voluntad propia, encuentro la manera de conseguirlo, a mi manera. Lo siento si te ofendió. —Suelto, sin pesar en realidad.
—¿Y por qué me juzgas si no me conoces? —Cayson se recuesta contra la pared, mirándome inquisidor—. Todas las mujeres mienten, pero no todos los tíos somos iguales.
—Suelo acertar. —Afirmo, obviando lo último que había dicho.
—Mira no me interesa ningún tema profundo, la vida es injusta, eso ya lo acepté hace mucho... Deberías hacer lo mismo. —Cayson lleva una mano a su bolsillo y saca una cajetilla de cigarros, saca uno y lo enciende, hablando con este entre caladas—. No quiero nada emocional, fue un polvo de una noche, una fiesta, un rato de diversión. No sé a qué tipo de tíos te has tirado antes, pero si lo que buscas es un muñequito para controlar a tu voluntad, no cuentes conmigo.
Me paso las manos por el pelo, en busca de paciencia.
—Pero no te voy a negar que tienes algo de razón... —Su mandíbula se marca al girar un poco la cabeza, con una media sonrisa jodidamente atractiva—. Ninguna mujer había conseguido excitarme tanto.
Sonrío internamente, esta vez más satisfecha con lo que oigo.
—Quizá podemos llegar a un trato... Buscamos lo mismo, ¿no?
