Flashback 2 🥀

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Park Jimin

Dos años seis meses antes de la boda.

Cumplí satisfactoriamente con todos los compromisos profesionales de los últimos seis meses

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Cumplí satisfactoriamente con todos los compromisos profesionales de los últimos seis meses. Mi agenda se desahogó después de horas interminables de trabajo. Tenía presente que faltaba poco para planear el siguiente álbum, así que ese tiempo quería entregárselo a una sola persona; Aria Belmont.

Nos mantuvimos en contacto después de nuestra pequeña charla en persona. Al principio eran mensajes esporádicos y muy cortos. Pero llegó un punto en el que era jodidamente difícil no revisar mi teléfono cada cinco minutos para responderle.

Llamaron a la puerta del pent-house a las 11 con cincuenta de la mañana. Era ella, la vi a través de la cámara de seguridad.

—Ho... hola Jimin —mantenía sus manitas aferradas a su bolsa. Llevaba gafas oscuras y un paliacate en la cabeza que retiró en cuanto me vio. Lucía un hermoso vestido primaveral color rosa palo y encima un suetercito beige, dejándome ver otra vez sus esbeltas y delicadas piernas—. Qué bonito es tu departamento.

Nos sentamos en el sofá. Me jodía no poder disimular lo mucho que me afectaba tenerla tan cerca.

—¿No vas a decir nada? —Insistió con los hombros encogidos.

—Carajo, seguro parezco un imbécil —respiré profundo—. Verte en persona me impacta demasiado, Aria.

Se ruborizó. —Eres tan lindo...

—Y tú eres perfecta —La tome de la mano y tembló

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—Y tú eres perfecta —La tome de la mano y tembló. Aunque era nuestro segundo encuentro formal, tenía la confianza suficiente de acercarme porque nuestras conversaciones previas -algunas- eran subidas de tono—, ¿tu padre sabe que estas aquí?

—No, le dije que iría a ver a Charlotte —notó mi descontento. No me gustaban las mentiras—. No es que quiera ocultárselo, es que...

—Si, lo sé. No puedes verte involucrada en líos amorosos o escándalos. Pero... al menos podrías mencionarle de mi existencia y asegurarle que seremos discretos.

Ella niega poco animada. —Si hago eso me prohibirá verte, se supone que yo debo de salir con algún político para mantener la imagen familiar y tradicional.

Eso es una mierda. —¿Y tú quieres eso? —Subí mi mano a su mejilla. Su piel me provocaba mil emociones al mismo tiempo— ¿Quieres estar con otro hombre?

—No, no quiero. —Se acercó un poco más— me siento muy bien cuando hablamos y... no dejé de imaginar en todo este tiempo el momento de volverte a ver. Eso solo quiere decir que... —mordió unos segundos su labio inferior. Un gesto inocente pero que me desestabilizó— que quiero estar contigo.

Era imposible que alguien me provocara mil emociones al mismo tiempo; placer, deseo, ansia, amor.

—¿Qué piensas? —Ella también me toma de las mejillas.

—Pienso en que quiero comerte la boca —observé voraz sus labios rosados—, lo he deseado desde que te vi entre el público.

Intercaló esas pupilas amieladas entre mis ojos y mi boca. —Hazlo.

—Si lo hago no habrá marcha atrás, Aria. —Mi mano se deslizó a su cuello, rodeándolo y tentándolo.

—Tal vez no quiero que haya marcha atrás... —Susurró.

Terminé con la tensión. Me apoderé de sus labios tan agresivo que ella tuvo que sostenerse de mis hombros. Fui rápido y poco gentil porque era lo que ella me despertaba. Un lobo y un corderito entregándose en un beso hambriento. Aria apenas y me seguía el ritmo.

—Abre la boca... —le ordené y ella gimió—, necesito probarte bien...

Lo hizo. Abrió la boca para recibir mi lengua y mi saliva. Si era nuestro primer beso, me iba a encargar de que no lo olvidara nunca. Me deshice de su colita de caballo y el aroma que desprendió su pelo terminó con cualquier rastro de cordura.

Aria deslizo su lengüita sobre los bordes de mi boca y yo dejé escapar un gruñido porque era como tocar la gloria.

—¿Estamos juntos? —le pregunté tras morder su labio superior

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—¿Estamos juntos? —le pregunté tras morder su labio superior.

Pese a su respiración agitada, respondió. —Estamos juntos...

Además del placer de tenerla entre mis brazos, aquella mañana se apoderó de mí un presentimiento. Había muchas cosas en contra de nuestra relación pero una vez más me convencí de que de cualquier forma, valdría la puta pena estar con ella.

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Dulce obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora