DNNV CAPÍTULO 1 - RÉQUIEM

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Nunca me había detenido a pensar en la frialdad que envuelve los cementerios hasta que estuve en medio de aquellas lápidas. Ese día en particular era especialmente frío. Una mañana bastante gris, bajo una fina llovizna, observé inmóvil en medio del silencio, cómo las gotas de lluvia se deslizaban suavemente sobre los pétalos de unas hermosas rosas blancas colocadas tan perfectamente sobre aquel féretro, continuando su lento recorrido sobre la madera blanca que había sido adornada con delicados detalles dorados que seguramente le habrían gustado. Para mí, en cambio, esos detalles evocaban una profunda inquietud y tristeza. Los ataúdes por sí mismos me generaban inquietud; saber que dentro yacía alguien a quien amaba con mi vida me dejaba con la sensación de un vacío insoportable.

Las personas a mi alrededor hablaban sobre lo que su existencia había significado para ellos, y cómo su memoria seguiría perdurando en sus corazones aún con el pasar de los tiempos; para mí todo aquello resultaba ser palabras vacías. El féretro comenzó a descender, y me acerqué para lanzar una última rosa sobre él.

—Te voy a extrañar mamá —susurré bajo, mientras mis lágrimas salían una vez más.

—Andreth debemos marcharnos —exclamó mi abuela mientras me sujetaba de la mano.

Hice una pausa para tomar aíre, y mantener la compostura, no quería quebrarme ahí, ante la vista escrutante de los presentes. Sujeté el brazo de mi abuela con fuerza, y asentí como respuesta a lo que me había dicho. Mientras caminábamos de regreso, a través de aquel camino rodeado de lápidas, pensaba en lo que sería de mi vida ahora que mi madre no estaba, y solo por un instante sentí deseos de quedarme junto a ella en aquel lugar, por siempre.

A llegar a casa ese día, me fui directo a mi habitación, todo parecía haber adquirido un nuevo significado: más grande, más silencioso, más sombrío, más solo. Fue entonces cuando reparé en que realmente estaba solo; mi padre había abandonado a mi madre cuando nací y nunca volvimos a saber de él, ahora mi madre había fallecido hace apenas unas horas. Pero... aún tengo a mi abuela, pensé, y una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro. 

Un ladrido rompió el silencio en la habitación.

—Es cierto, y también te tengo a ti Nube! —dije acariciando la cabeza de mi bola de pelos, mientras se acomodaba junto a mí en la cama.

Ese día no quise volver a salir de mi habitación, quería seguir en mi burbuja resguardado del mundo exterior, ya que una vez que saliera tendría que enfrentarme a la realidad que me esperaba afuera, a la triste ausencia de mi madre y a la inevitable conversación con mi abuela sobre mi futuro. No quería pensar más en ello, cerré mis ojos y me quedé hundido en un sueño profundo.

Horas después desperté al sentir la lengua de Nube lamiendo mi mejilla. El reloj marcaba las 6:50 p.m. Luego de un día tan difícil, decidí darme un baño y cambiarme de ropa. Comencé a sentir un poco de hambre, ya que no había comido nada en las últimas 24 horas. Bajé de mi habitación y me dirigí al comedor, donde encontré a mi abuela sentada.

—Querido, estaba a punto de enviar a Naima a buscarte. Acompáñame a cenar —me dijo con una sonrisa tierna.

—Claro, abuela. —respondí, devolviéndole la sonrisa con afecto.

—Hace un momento me llamó Ava. Me comentó que ha intentado comunicarse contigo, pero se le ha hecho difícil, ya que no has atendido sus llamadas. Lamenta mucho no haber podido estar en el funeral, pero aún se encuentra fuera del país con sus padres. Confirmó que regresarán en dos días.

—Creo que mi celular está apagado, le devolveré la llamada más tarde.

—¿Cómo te sientes? —preguntó, observándome con algo de preocupación.

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