DNNV CAPÍTULO 6 - ALETHEIA

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La alarma me sacó bruscamente de mi sueño profundo, y me tomó unos segundos ubicarme en el presente. Rápidamente recordé haberme sentado en el sofá la noche anterior; al parecer, me había quedado dormido. Noté que estaba cubierto con una manta que no recordaba haber tomado. De inmediato, una secuencia de imágenes me golpeó fuertemente; la fiesta, el alcohol, los golpes, el bartender... el bartender en mi carro, el bartender en mi casa, y finalmente el bartender en mi cama. Mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras mis ojos recorrían la habitación en su búsqueda, pero la cama estaba vacía. Él ya no estaba.

Me levanté del sofá con cuidado, caminando en silencio hacia el baño para comprobar si se encontraba allí. Toqué la puerta, pero no hubo respuesta; no estaba. Salí de la habitación con la vaga esperanza de hallarlo en algún rincón de la casa, pero todo estaba vacío. Se había ido. Y para mi sorpresa, sentí una punzada de vacío en el corazón. ¿Realmente esperaba un agradecimiento? ¿O quizás una despedida? Me reí de mí mismo, dándome cuenta de lo tonto que era esperar algo de alguien a quien claramente no le agradaba. Él me había salvado de aquellos tres tipos, y quizá, de alguna manera yo también lo había ayudado a él esa noche. Así que podría considerar que estábamos a mano.

Volví a mi habitación para prepararme e ir al instituto. Tomé una ducha rápida y, al salir, me vestí con el que sería mi uniforme: una chaqueta azul marino de corte limpio con el escudo dorado de Quantum bordado en el lado izquierdo, una camisa de lino blanca, una corbata color vino tinto, y pantalones grises. Al mirarme en el espejo, noté que mi labio inferior seguía ligeramente hinchado, con un tono amoratado que resaltaba sobre mi piel pálida. Al tocarlo suavemente con la punta de mis dedos sentí un dolor punzante que me hizo fruncir el ceño. Sabía que ese golpe no pasaría desapercibido.

Bajé en busca de un café fuerte, tratando de calmar el dolor de cabeza que empezaba a invadirme. ¿Así se sentía una resaca? Si era así, definitivamente preferiría no repetirlo.

—Buenos días, joven Andreth —me saludó Mirelda con su habitual amabilidad mientras me servía una taza de café.

—Buenos días, Mirelda —respondí con una sonrisa ligera, observando el café humeante frente a mí.

—Su abuela llamó anoche, dijo que le recordara devolverle la llamada —añadió Mirelda.

—Lo haré, muchas gracias —contesté, recordando brevemente que no había vuelto a hablar con mi abuela después de confirmar su llegada a Briehlan.

Mirelda me observó con cierta preocupación, y sus ojos fijos en mi labio herido.

—¿Se encuentra bien? —preguntó con cierto tono de inquietud.

—Oh sí, estoy bien —dije tocándome el labio para confirmar a qué se refería—. Anoche me golpeé con la puerta del baño —reí, intentando que mi excusa sonara creíble.

—¿Necesita que le limpie la herida?

—No te preocupes, ya lo hice yo mismo. Estoy bien, de verdad —respondí agradecido.

—Está bien —sonrió suavemente—. ¿Le preparo algo para desayunar?

—Con el café es suficiente, no tengo mucho apetito esta mañana —respondí.

—De acuerdo joven. Estaré en la cocina si necesita algo más —añadió antes de marcharse con una sonrisa.

Asentí, viéndola alejarse. Sabía que tendría que practicar un poco más esa mentira, o nadie me la creería.

Finalmente lo mas temido comenzaba a materializarse, me encontraba en el estacionamiento del instituto. Permanecí un par de minutos mas en el asiento, mirando a través del parabrisas. Quantum me recibía con su imponente estructura irradiando una fuerte energía que me hacía sentir diminuto. A mi alrededor, los estudiantes caminaban con prisa, algunos charlando, otros riendo, mientras yo respiraba hondo intentando calmar el nudo que sentía en el estomago. Me baje del coche y cerré la puerta con cuidado, echándole una ultima mirada como si quisiera quedarme metido ahí dentro, protegiéndome un poco más del bullicio que me rodeaba.

Donde Nadie Nos VeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora