DNNV CAPÍTULO 7 - VAHO

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Narrado por Demian:


Me encontraba en medio de un bosque extraño, envuelto en una neblina densa que parecía poder palparse. El aire era pesado, cargado de un olor a tierra húmeda, la luz de la luna atravesaba las copas de los árboles altos, el silencio era sobrecogedor, roto solo por el crujido suave de las hojas bajo mis pies y el distante murmullo del viento entre las ramas. Todo el entorno tenía un aire de familiaridad inquietante, como si hubiera estado allí antes, aunque mi mente no pudiera decir cuándo ni cómo.

Frente a mí, una figura se encontraba de pie bajo un roble inmenso que alzaba sus ramas extendiéndose como brazos que protegían lo que estaba debajo. La figura llevaba una capa oscura que se balanceaba ligeramente con la brisa nocturna y parecía distraída viendo la luz de la luna y aunque no podía distinguir su rostro con claridad, había algo en esa presencia que me atraía de manera irresistible, como si una fuerza invisible me atara.

El viento susurraba a mi alrededor, y el sonido parecía formar palabras que no podía entender.  Di un paso hacia adelante, y la figura alzó la vista percatándose de mí presencia. No pronunciamos ninguna palabra; solo estábamos allí, frente a frente, inmersos en el silencio de aquel extraño bosque.

Intente abrir la boca para decir algo, pero no encontré las palabras. ¿Quién era esa persona? ¿Por qué su presencia me hacía sentir como si hubiera perdido algo? Y lo más inquietante, ¿por qué en lo más profundo de mi ser, sentía que ya había estado allí antes, frente a esa misma figura, bajo ese mismo roble, en un tiempo que no recordaba?

La figura dio un paso hacia mí, y estiró una de sus manos en mi dirección, yo casi sin pensarlo hice exactamente lo mismo, como si nuestros dedos intentaran tocarse.

—Te busqué en cada vida —susurró la figura—

El viento se levantó de repente agitando las hojas del roble y arremolinando la neblina a mi alrededor. La figura comenzó a desvanecerse, desintegrándose como si fuera parte de la misma niebla. El pánico se apoderó de mí, mientras algo en mis adentros gritaba que no podía dejar que esa persona desapareciera, aunque no entendiera el por qué.

—Espera, no te vayas —logré gritar con desesperación—

Pero fue inútil. La figura se desvaneció ante mis ojos, dejándome con una sensación de vacío y angustia. Todo a mi alrededor se apagó, y el bosque quedó sumido en la oscuridad.

Desperté de golpe, cubierto de sudor frío, con el corazón martillando en mi pecho como si todavía estuviera perdido en ese bosque oscuro. Mi respiración era agitada, y durante unos momentos, las imágenes del roble y aquella figura sombría persistían en mi mente, al igual que esa opresiva sensación de vacío en el pecho.

—Fue solo un sueño —murmuré pasándome una mano por la cara, intentando despejar la neblina de la pesadilla.

De repente, Emma irrumpió en la habitación como un huracán descontrolado.

—¿Vas a seguir durmiendo o piensas bajar a cenar? La comida ya está lista —anunció mi pequeña hermana con tono autoritario, como si fuera mi madre.

—¡Enana! Te he dicho más de una vez que toques la puerta antes de entrar —le grité mientras le lanzaba una almohada. Mi puntería fue precisa, y el golpe dio justo en su cara.

Emma me miró seria, como si estuviera calculando la mejor forma de contraatacar.

Sin dudarlo ni un segundo, se lanzó sobre mí, golpeándome con sus pequeños puños como si fuera una luchadora profesional. Intenté defenderme, pero su energía me noqueó rápidamente. Decidí fingir una derrota y ella orgullosa, soltó una risa triunfante.

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