DNNV CAPÍTULO 5 - LUMINA

416 17 0
                                    

Volví a la terraza buscando reunirme con Ava, pero antes de llegar donde ella estaba, hice una parada en la barra para buscar un trago más. El encuentro con el bartender, me había hecho hervir la sangre nuevamente. Con el vaso de cerveza en la mano, lo bebí de un solo trago sin detenerme a saborear su contenido. Mientras lo bebía, observé que todos a mi alrededor parecían estar inmersos en una especie de trance colectivo, moviéndose al ritmo de la música electrónica que resonaba en el fondo. Sentí la mirada de Ava desde la pista de baile y en un  gesto juguetón, simuló lanzar una cuerda hacia mí, tirando de ella como si me jalara para unirme a bailar junto a ella. Esta vez no lo dudé, el alcohol ya comenzaba a nublar mis pensamientos e inhibiciones, así que sin pensarlo dos veces, caminé con paso seguro hacia el centro de la pista, donde Ava bailaba junto a Ethan y otra chica.

Mis movimientos al principio fueron torpes, como si mi cuerpo intentara resistirse, pero pronto dejé de pensar tanto, y me concentré en el ritmo de la música, permitiendo que me guiara. Ava gritaba eufórica animándome junto a Ethan; la chica que estaba con ellos se colocó frente a mí, sonriéndome de manera cómplice y comenzó a bailar conmigo. Ava al ver la escena, me sonrió con una sonrisa de complicidad. Los cuatro bailamos con una intensidad única, con una energía frenética que se apoderaba de nosotros. Sentí como si una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo, revitalizándome; y por primera vez en mucho tiempo, me sentí fuerte, invencible. Me sentí yo.

Eran ya alrededor de las diez de la noche cuando, en medio del ruido, decidí apartarme un poco. Necesitaba un respiro y me alejé del área de la piscina, escabulléndome de Ava sin que ella se diera cuenta y caminé hacia la playa. La arena dificultaba mis pasos, pero no me importó; el aire fresco que acariciaba mi rostro era relajante. El alcohol ya había hecho su trabajo, y me sentía un poco ebrio, algo que no había experimentado de esa forma antes. Dejé salir una risa baja, sintiéndome rebelde ante la idea.

Me dejé caer en la arena, cerca de donde las olas rompían suavemente contra la orilla. El ruido de la fiesta era apenas un murmullo distante. Por primera vez en la noche, el silencio me envolvió, y con él una sensación de paz. Me recosté sobre la arena y miré al cielo, las estrellas brillaban intensamente. En ese momento me perdí en la inmensidad del espacio.

Lamentablemente mi tranquilidad no duró mucho tiempo. Tres figuras interrumpieron abruptamente mi momento de paz. Eran chicos de Quantum que también se habían alejado de la fiesta. A juzgar por su apariencia, estaban completamente ebrios.

El primero, quien parecía el líder del grupo, fue el primero en hablar, rompiendo la atmósfera de calma que me envolvía.

—Miren lo que tenemos aquí.

Me levanté rápidamente. La tensión en el aire era palpable, y supe de inmediato que no traían buenas intenciones. Traté de alejarme, pero antes de que pudiera dar un paso, uno de ellos, el segundo chico, se interpuso en mi camino.

—Este es el nuevo de Quantum —dijo el tercero, con una sonrisa torcida—. Debemos darle la respectiva bienvenida que se merece.

—¿A dónde crees que vas? —preguntó el líder, un tipo de complexión fornida, mientras se cruzaba de brazos.

El tercer chico se posicionó junto al segundo, bloqueando aún más mi ruta de escape. Mi corazón dio un vuelco al sentirme completamente acorralado.

—Te hice una pregunta —insistió el primero, su tono cargado de autoridad.

Yo no  quería responder, me negaba a hacerlo. Odiaba cómo me hablaban, como si les debiera algo, como si fuera su presa. Pero me sentía expuesto, vulnerable, lejos de todos los demás. Mi cuerpo no reaccionó, como si estuviera congelado en ese instante.

Donde Nadie Nos VeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora