DNNV CAPÍTULO 3 - KISMET

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—Hoy toca un día de pura relajación —anunció finalmente Ava, con entusiasmo—. Piscina, sol y si lo deseas también, una sesión de masajes.

—¿Piscina? Ava, ¿te das cuenta de que en la casa de mi abuela hay una piscina, verdad? —la miré arqueando una ceja con escepticismo y recordándole lo obvio.

Ava soltó una risa suave, siempre con esa actitud despreocupada que tanto la caracterizaba.

—Claro que lo sé. Pero aquí es diferente. —Hizo un gesto amplio, señalando nuestro alrededor—. Aquí estarás rodeado de un ambiente distinto, de nuevas caras, de gente disfrutando. En casa de tu abuela, solo estaríamos nosotros, ella y el personal de servicio. Y créeme, tendrás muchos días por delante para cansarte de esa vista —añadió con una risa juguetona, dejando en claro que su idea de diversión era mucho más variada que la mía.

Me crucé de brazos sabiendo que ella tenía razón. Había algo en su entusiasmo que siempre terminaba convenciéndome, aunque al principio me resistiera.

—No tienes remedio —suspiré, rendido a sus argumentos y a la energía con la que planeaba ese día—. Supongo que me toca seguirte una vez más.

Ella sonrió triunfante y me lanzó una mirada cómplice. Sabía que, aunque yo pusiera resistencia al principio, al final siempre encontraba la forma de arrastrarme a sus planes.

Al bajar del vehículo sentí una mezcla de emoción y asombro. A nuestro al rededor, la majestuosidad del hotel se alzaba con líneas limpias y modernas que destellaban bajo el radiante sol de la mañana. El aroma salino del mar se entremezclaba con la fragancia fresca de las diversas plantas que adornaban el camino de acceso, creando una bienvenida cálida y relajante.

El valet parking, impecablemente vestido se acercó con una amable sonrisa.

—Bienvenidos al Lancaster Heritage —dijo con voz suave pero firme, abriendo la puerta del auto de Ava con un gesto fluido.

Ambos devolvimos el saludo con una sonrisa agradecidos.

El valet continuó diciendo:

—El lobby principal está justo por aquí. Mientras se alejaba con el coche, otro miembro del personal apareció para guiarnos a Ava y a mí.

El camino hacia el lobby era una experiencia única; nuestros pasos resonaban levemente sobre el suelo de piedra pulida. El sonido del agua fluyendo desde una fuente minimalista central y de gran tamaño creaba un telón de fondo relajante. Esa fuente, hecha de piedra, parecía unirse con los jardines adyacentes, los cuales estaban cuidadosamente diseñados con plantas locales, palmeras altas y arbustos perfectamente alineados.

Al atravesar las puertas de vidrio de la entrada principal, que se abrían de manera automática, nos recibió una ráfaga de aire fresco y un lobby inundado de luz natural. El diseño interior era de una elegancia minimalista que irradiaba calma, techos altos con estructuras de madera, grandes ventanales de piso a techo que enmarcaban vistas panorámicas del océano, y muebles con un estilo vanguardista en tonos neutros de beige, blanco y gris.

Ava, como siempre, tomó la iniciativa en la recepción.

—Hola buenos días, estamos aquí para registrarnos. Haremos uso de la piscina! —dijo con una sonrisa amistosa.

La recepcionista, una mujer de mediana edad con una voz calmada y una mirada amable, nos explicó el proceso mientras llenaba el registro.

—Nuestra piscina principal se encuentra atravesando el pasillo detrás de ustedes. De hecho, pueden verla desde aquí, conectada directamente con el mar a través de nuestro diseño de infinity pool. —añadió gentilmente.

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