(escrito en octubre de 2022)
Era la cuarta vez que me arrancaba los cabellos, en un gesto de desesperación que habría sido imponente para cualquiera; lamentándome de haber sido maldecido con la torpeza más cruel que un estudiante de ciencias puede recibir. Joshua se había molestado ya en señalármelo dos veces antes, pero no podía engañarme a mí mismo: estaba perdido.
Chillando encolerizado a través de la selva baja caducifolia, tropezando entre matorrales espinosos, llamé a mis compañeros con voz atormentada. Luego reflexioné en las burlas que recibí por parte de ellos debido a mi fobia a las orugas, que tanto abundaban en el lugar; y entonces decidí dejar de hacerlo, resentido. Decían que era ridículo que alguien le temiera así a un animal tan inofensivo, y hasta agraciado.
Pero en mí no se asomó rastro alguno de ternura, cuando percibí que mis pies se habían atorado en una suerte de enredadera del suelo; y cuando divisé que su tronco, abominable y peludo, se arrastraba con vileza hacia donde yo.
Las hifas repulsivas y pegajosas escondidas entre los pastos constituían la trampa y el cerco en el que ahora me encontraba.
Fue inútil escapar, porque más pronto que tarde, me vi completamente atrapado, en un intento por deshacerme de mis botas y huir.
Surcando el amarillo herbazal con una longitud que habría superado fácilmente los nueve pies; mis ojos se sobrecogieron de espeluzno, en cuanto otearon las espinas y los tubérculos erizados que coronaban el cuerpo aborrecible del monstruo.
En una serie de horrendos movimientos peristálticos, a los que les bastaron tan solo medio minuto para alcanzarme; el enorme gusano estaba ya devorando mis pies con una calma espantosa.
Dos pares de tres abyectos diminutos ojos, apenas perceptibles, se perfilaban a cada lado de su cabeza; y a medida que mascaba mis zapatos tal cual vegetales para acceder a mi savia; supe que me esperaba la muerte más desafortunada del mundo.
Presa de mi propia pesadilla hecha realidad, me desvanecí en medio de gritos de horror, más que de dolor; contemplando el rostro sin emoción de la larva gigantesca color ocre chupando mis tripas.
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Alucinaciones, pesadillas y otras historias
HorrorEl título de esta colección lo dice todo. Cuentos de relleno, perturbadores y ciertamente extraños, escritos en diferentes tiempos. Algunos de ellos fueron enviados ingenuamente a diversos certámenes de escritura. Hoy entiendo que fueron desaciertos...