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Día 08: compras domésticas


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Muchas veces Markku no llegaba a dormir porque prefería quedarse en casa de su primo, Fiske, por varias buenas razones. Una de ellas era que su primo ya vivía sólo; se había independizado a una edad temprana. Fiske también le dejaba invitar a Aizen y no le molestaba que durmieran juntos. Otra razón por la que le gustaba ir a su casa, era que él no era tan delicado y le dejaba subir los pies a la mesa, ir a comer al cuarto, escuchar música super alta, jugarle bromas pesadas y estar descalzo. Y si eso no era suficiente, Fiske simplemente le caía bien y ya. 

Habían veces en las que su primo debía viajar por su trabajo de modelo y le pedía a Markkut que fuera a cuidar la casa. Eso era lo que más le gustaba, porque Aizen le acompañaba y era como si vivieran juntos. Igual que jugar a la casita. Para esa ocasión, ambos fueron a hacer compras domésticas, pues iban a quedarse en casa de Fiske algún tiempo. A pesar de que a Markkut odiaba hacer mandados, esa ocasión que lo hizo junto a Aizen no se sintió tan mal, como todo en general desde que empezaron a salir. Incluso se perseguían en los pasillos de las tiendas, criticaban el precio del limón —aunque a ellos no les importaba en lo más mínimo cuánto costaba un limón— e iban jugando con el carrito de compras en el estacionamiento. Como si fueran una pareja feliz. 

—¿Crees que si nos casaramos, siempre sería divertido hacer estas cosas? —preguntó Markkut. 

Aizen sonrió con dulzura, pues ver que Markkut se imaginaba un futuro a su lado hizo muy feliz a su corazón. 

—Definitivamente. 

Ese día, y los posteriores hasta el regreso de Fiske, Aizen se olvidó de que había sido comprometido con otra persona a la que no amaba, y le dedicó todo de sí mismo a Markkut, deseando que ese mágico momento perdurara por siempre, pero sabiendo que eso era imposible. 

Al menos por ahora.

El rincón de los olvidados [FLUFFTOBER 2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora