¿En dónde queremos estar?

9 3 3
                                    

Asteria se mantuvo en silencio por un momento, reclinada en la paja mientras lo observaba. Aunque su expresión mostraba calma, notaba la tensión en Miron.

Finalmente, decidió romper el silencio.

—Tengo un lugar al cual regresar, si no quiero vivir con mi familia aquí, sí.

Miron, aún en conflicto, la miró con atención, sorprendido por su respuesta.

—¿En serio?

—¿Eso te sorprende? Sólo no me gusta vivir aquí, en la granja de mi padre —respondió ella, encogiéndose de hombros, aunque una ligera irritación asomaba en su tono.

Miron se quedó en silencio por un momento, procesando lo que había oído.

—¿Y prefieres vivir... en otro sitio, entonces?

—No en general, sólo no en... este rincón solitario del mundo. —Asteria permaneció recostada, aunque su voz tenía un tinte de irritación.

Él reflexionó un instante antes de preguntar, aún con un tono tranquilo:

—¿Y a dónde preferirías ir?

Se incorporó ligeramente, cruzando los brazos.

—Supongo que... alguna parte un poco más... alejada de la civilización... o algo así.

—Eso... suena interesante —dijo el toro, sin poder ocultar su sorpresa. Su voz seguía calmada, pero una pequeña tensión se mantenía en su expresión.

Asteria lo observó en silencio, su ira desvaneciéndose a favor de la curiosidad.

—¿Qué hay de ti? ¿No prefieres vivir en algún sitio cerca de más personas?

Miron suspiró levemente antes de responder:

—Supongo que no. No soy... un gran admirador de las multitudes.

—Lo mismo puedo decir —respondió Asteria, dejando de cruzar los brazos. Tras una pausa, añadió—: ¿Preferirías vivir en algún sitio tranquilo? Como... en un bosque o algo.

—Sí. Eso... suena agradable —admitió Miron, con una expresión melancólica en su rostro.

Asteria se dio cuenta de la tristeza en sus palabras y, sin pensarlo mucho, le acarició la cabeza.

—Entiendo... Supongo que no te gusta mucho donde estamos viviendo...lo siento.

—Estoy... intentando acostumbrar a eso. Sólo... —Miron vaciló, como si las palabras se le escaparan—. Estoy... un poco... cansado...

Ella lo miró, comprendiendo que lo que él realmente necesitaba era calma, lejos de la agitación. Hace unos minutos habían llegado a casa, pero todo era tan estresante para ambos.

—No está... tan mal... aquí —murmuró Miron, con una pequeña voz.—No... lo sé... Sólo... —Miron luchaba con sus emociones, confuso.—Tú...

—¿Yo...? —Asteria lo miró con sorpresa cuando él intentó articular sus sentimientos.

—Tú... Me haces... —se detuvo, su confusión evidente.

Hubo una pausa.

—Pude haberte asesinado en cuanto se me diera la oportunidad, pero... no lo hice —confesó, su frustración y confusión visibles.

Miron se acomodó mejor en el corral, alzando su cabeza para mirarla fijamente.

—A-Asteria.

—¿Miron?

—...

Colocó su frente con la de ella, en gesto afectuoso. Miron la observó un momento más, con su rostro inexpresivo, para apartar la mirada.

Se oyó un sollozo, y finalmente Minos comenzó...a llorar.

No recordaba la última vez que había llorado.

El Refugio Del VencidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora