Capitulo 7

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El momento después del beso pasó como un torbellino. Las risas, los aplausos, y los susurros entusiastas de Blair y Kate se mezclaban en el aire, pero yo apenas podía oírlos. Todo lo que sentía era el calor subiendo por mi rostro y el pulso acelerado en mis venas. ¿Qué acababa de hacer? Me levanté rápidamente, fingiendo una sonrisa mientras sentía la vergüenza arremolinarse en mi estómago.
—Eh… Voy al baño —dije en voz alta, sin siquiera esperar respuesta. Me alejé del círculo, deseando desaparecer entre la multitud de la fiesta.
Subí las escaleras con pasos rápidos, cada movimiento acompañando mi creciente nerviosismo. Cuando finalmente llegué al baño, cerré la puerta de golpe y me apoyé contra ella, tomando aire profundamente como si hubiera corrido una maratón. ¿Qué demonios estaba pensando?
Me miré en el espejo, observando mi reflejo. Mi cara estaba enrojecida, mis labios aún un poco temblorosos por el beso, y mis ojos brillaban de incertidumbre. ¿Por qué lo había hecho? El reto era solo una excusa, pero la verdad es que había querido hacerlo desde hacía tiempo. Aunque ahora me sentía expuesta, vulnerable, y más confundida que nunca.
Saqué mi móvil, buscando desesperadamente algún consuelo en mis amigas. Rápidamente abrí el chat grupal y escribí:
SOS, estoy en el baño. ¿Qué acabo de hacer? ¡Ayuda!
Esperé un par de minutos, mi pulgar golpeando nerviosamente la pantalla, pero no hubo respuesta. Nada. Ni un mensaje de Blair ni de Kate. Supuse que estaban demasiado entretenidas en el juego o disfrutando de la fiesta. Genial, pensé con sarcasmo. Ahora, además de todo, estaba completamente sola en esto.
Suspiré, apoyando la cabeza contra la puerta, intentando calmarme. No podía esconderme aquí toda la noche, aunque una parte de mí quisiera. Eventualmente tendría que salir y enfrentar la realidad.
Finalmente, tras tomar aire profundamente, me empujé a mí misma hacia la puerta y la abrí lentamente. Apenas había dado un par de pasos fuera del baño cuando me topé de frente con algo sólido y cálido.
Un torso duro.
Levanté la vista, mi corazón deteniéndose por un segundo cuando me di cuenta de que estaba frente a Easton. Estaba allí, tan alto y tan imponente como siempre, con el ceño fruncido y la mandíbula tensa. Su presencia llenaba el pasillo estrecho, y no podía evitar sentirme diminuta en comparación.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó sin rodeos, su voz profunda, grave, y con un toque de desconcierto. Sus ojos verdes me perforaron, buscando respuestas.
Mis labios se entreabrieron, pero no pude encontrar las palabras de inmediato. Su proximidad me hizo sentir aún más expuesta. El aire entre nosotros estaba cargado de tensión, y en sus ojos había algo que no había visto antes. Algo que no podía descifrar.
—¿Por qué me besaste, Mia? —repitió, esta vez más suavemente, pero igual de serio.
Me mordí el labio, sintiendo que el calor volvía a subir a mis mejillas. Era el momento de enfrentarlo, aunque mis nervios me traicionaran.
—Fue parte del juego, Easton… —comencé a decir, pero él entrecerró los ojos, claramente no satisfecho con mi respuesta.
—No. —Negó con la cabeza, dando un paso hacia mí, lo que hizo que el espacio entre nosotros se redujera aún más—. No fue solo el juego, y lo sabes. Sentí algo, Mia. Y sé que tú también lo sentiste.
Mi corazón martilleaba con fuerza en mi pecho. Su intensidad era desarmante. Easton no era el tipo de chico que mostraba sus emociones con facilidad, y verlo así, buscando una respuesta honesta, me hacía sentir como si estuviera en la cuerda floja.
Desvié la mirada por un segundo, intentando recomponerme.
—Noah me mataría si supiera que estamos teniendo esta conversación —murmuré, intentando aligerar la tensión, pero no funcionó. Easton no parecía dispuesto a dejarlo pasar.
—No me importa Noah ahora mismo. Me importas tú —dijo, su voz grave haciéndome temblar por dentro—. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me besaste?
Cerré los ojos un segundo, respirando profundamente antes de atreverme a mirarlo de nuevo.
—No fue solo el juego, Easton —dije finalmente, mis palabras saliendo en un susurro, pero claras—. Lo hice porque quería hacerlo. Desde hace tiempo.
Sus ojos se suavizaron por un momento, como si mis palabras hubieran cambiado algo en su interior. Su ceño fruncido se relajó, y por primera vez en toda la noche, su mirada dejó de ser severa. En su lugar, vi algo que había deseado ver por mucho tiempo: vulnerabilidad.
—Mia… —comenzó, su voz más baja, casi susurrante—. No sabes lo difícil que es para mí estar cerca de ti. Eres la hermana de Noah, y él es mi mejor amigo. Pero hay algo en ti que… me hace querer romper todas las reglas.
Mi corazón dio un vuelco al escuchar eso. Sus palabras eran lo último que esperaba, pero al mismo tiempo, eran lo único que deseaba escuchar.
—¿Y qué pasa si rompemos las reglas? —pregunté suavemente, mi voz temblando de emoción contenida.
Easton me miró intensamente, como si estuviera debatiendo consigo mismo. Entonces, lentamente, dio un paso más hacia mí, su cuerpo casi rozando el mío. El aire entre nosotros se volvió aún más denso, y sentí la energía chispear a nuestro alrededor. Cada fibra de mi ser estaba en alerta, esperando su próxima acción.
—No lo sé, Mia… —murmuró, inclinándose un poco más cerca, su aliento cálido sobre mi piel—. Pero estoy dispuesto a averiguarlo.
El pasillo se sentía como nuestro propio universo en ese momento, aislado del resto del mundo. La fiesta continuaba abajo, las risas y la música llenaban la casa, pero para mí, solo existía Easton Rossi y la confusión deliciosa que me provocaba.
Mis ojos se cerraron instintivamente cuando sentí su rostro acercarse aún más, y en ese momento, todo lo que había sentido en secreto durante tanto tiempo se manifestó en un torbellino de emociones. El beso de antes había sido un impulso, pero ahora… ahora sabía que era más que eso. Era el comienzo de algo que, aunque complicado y prohibido, me atraía de una manera imposible de ignorar.
Pero justo cuando el espacio entre nosotros desaparecía, un ruido proveniente de abajo nos interrumpió.
—¡Mia! —gritó una voz femenina que reconocí al instante. Blair.
Abrí los ojos de golpe, y Easton se apartó ligeramente, soltando un suspiro frustrado mientras pasaba una mano por su cabello. Me miró por un segundo más, como si estuviera debatiéndose entre seguir adelante o detenerse.
—Supongo que esta conversación no ha terminado —dijo con una media sonrisa, aunque sus ojos aún brillaban con esa intensidad que me desarmaba por completo.
Asentí, sintiendo cómo el calor abandonaba mi rostro pero no mi corazón.
—Sí… aún tenemos mucho de qué hablar.
Con una última mirada, Easton se giró y bajó las escaleras, dejándome allí, sola en el pasillo. Me apoyé contra la pared, sintiendo que mis piernas temblaban ligeramente. Mi mente estaba enredada en una maraña de pensamientos, pero una cosa era segura: esta noche había cambiado todo. Lo que siguiera después, lo enfrentaríamos más adelante. Por ahora, me quedaba recuperar la compostura antes de regresar a la fiesta.
Con una última respiración profunda, me obligué a seguir adelante, pero el eco de la conversación con Easton y el calor de su cercanía no me abandonarían tan fácilmente.

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