Capitulo 14

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El jueves llegó rápido, y decidí que era hora de cambiar un poco las cosas. Me miré al espejo, dándome los últimos retoques. Un atuendo perfecto: una falda ajustada de cintura alta que acentuaba mis curvas, combinada con una blusa de seda negra y unos botines que me hacían sentir más alta y poderosa. Mis labios rojos brillaban contra mi piel, y con un toque final de colorete, estaba lista para enfrentar el día. Hoy iba a ser distinto.

Cuando llegué al instituto, no podía evitar sentir todas las miradas sobre mí. Blair y Kate me esperaban en la entrada, ambas sonriendo de oreja a oreja.

—¡Mía! Wow, hoy te ves increíble —exclamó Blair, dándome un abrazo.

—Sí, definitivamente Easton no va a saber ni qué hacer cuando te vea —añadió Kate con una sonrisa cómplice.

Me reí nerviosa, pero emocionada. Sabía que hoy iba a ser diferente. Quería que Easton me notara, y sabía que lo haría.

Entramos juntas al pasillo principal, hablando y riendo, pero de repente sentí que las cosas se volvían más tensas. Lo vi allí, con su grupo de amigos del equipo de fútbol americano, Easton estaba junto a Noah y Mason, como siempre. Cuando crucé la mirada con Easton, supe de inmediato que mi elección de atuendo había sido la correcta. Me miró de arriba abajo, sus ojos recorriendo cada centímetro de mi cuerpo con admiración, como si no pudiera evitarlo.

Intentó acercarse, lo noté en la forma en que sus pasos parecían ir hacia mí, pero entonces recordé que Noah estaba justo a su lado. Easton se detuvo en seco y, en lugar de decirme algo directo, solo dio un saludo general:

—Hola, chicas —dijo, tratando de sonar casual, aunque yo sabía que no lo era. Su mirada no me engañaba.

Noah y Mason saludaron también, aunque Mason, siendo siempre el bromista, me lanzó un comentario que me hizo reír.

—Ey, pequeña fierecilla, estás muy guapa hoy —me dijo con una sonrisa traviesa.

Antes de que pudiera responder, Noah le dio una colleja.

—Sí, sí, está muy guapa, pero no hace falta que se lo digas —gruñó Noah, lanzando una mirada de advertencia a Mason.

Yo miré de reojo a Easton, y vi cómo murmuraba silenciosamente la palabra "preciosa" solo para mí. Mi corazón dio un vuelco y sentí cómo el calor subía a mis mejillas. Menos mal que me había puesto colorete, porque si no, mi rubor habría sido evidente.

Justo cuando todo parecía tranquilo, me giré para buscar mi taquilla. No esperaba lo que sucedió a continuación. Mientras estaba de espaldas, uno de los chicos del equipo de fútbol, un idiota que ni siquiera recordaba su nombre, se acercó a mí y, sin ninguna advertencia, me dio una fuerte nalgada en el trasero. El sonido resonó en el pasillo, y de repente, el silencio cayó sobre todos.

Me quedé tiesa, sin poder creer lo que acababa de pasar. El chico y su grupo de amigos se reían, como si lo que acababa de hacer fuera una broma divertida. Pero antes de que pudiera reaccionar o decir algo, Easton dio un paso adelante, su mandíbula tensa, y la furia brillaba en sus ojos.

—¡Easton, no lo hagas! —quise advertirle, sabiendo que si hacía algo, Noah se daría cuenta de inmediato.

Pero Noah ya lo había visto todo. Antes de que Easton pudiera hacer algo, Noah se adelantó. En un solo movimiento, agarró al chico por el cuello de la camiseta y lo empujó contra las taquillas con fuerza.

—¿Qué demonios te pasa? —gruñó Noah, y sin pensarlo dos veces, le soltó un puñetazo directo en la cara.

El pasillo estalló en caos. Los amigos del chico se lanzaron sobre Noah, dispuestos a defender a su amigo, pero Easton y Mason entraron en acción. Puñetazos volaban por todas partes, y los gritos resonaban en el pasillo. Intenté detener la pelea, gritando para que pararan, pero era imposible.

—¡Noah, para! —grité, pero él estaba completamente fuera de control.

Easton también estaba metido de lleno, golpeando a uno de los chicos que había intentado atacar a Noah. Mientras tanto, Mason derribaba a otro con facilidad. El caos se intensificaba, y la pelea se volvió un torbellino de cuerpos y golpes.

Y entonces, como si el universo decidiera que ya había sido suficiente, el señor director apareció al final del pasillo. Su presencia impuso silencio de inmediato.

—¡¿Qué demonios está pasando aquí?! —rugió, mirando a todos con una expresión furiosa.

Los chicos se detuvieron al instante, respirando pesadamente. Noah seguía sosteniendo al chico por la camiseta, pero lo soltó de inmediato cuando vio al director. Easton y Mason también retrocedieron, aunque ambos tenían los nudillos enrojecidos por los golpes.

Yo seguía allí, inmóvil, todavía en shock por todo lo que acababa de suceder. El director miró a cada uno de los chicos involucrados y luego fijó su mirada en mí.

—Mía, ¿qué ha pasado aquí? —preguntó con severidad.

Intenté hablar, pero no sabía qué decir. Todo había sucedido tan rápido, y aunque quería defender a Noah y a los chicos, sabía que decir la verdad solo empeoraría las cosas. No quería que se metieran en más problemas por mi culpa.

Pero antes de que pudiera decir algo, Easton intervino.

—Fue mi culpa, señor director —dijo con firmeza, dando un paso adelante—. Yo comencé la pelea.

Mis ojos se abrieron de par en par. ¿Qué estaba haciendo?

El director lo miró con incredulidad, luego dirigió su mirada a Noah y Mason.

—¿Es cierto eso? —preguntó, claramente esperando que alguien más dijera algo.

Noah y Mason intercambiaron miradas rápidas y, sin dudarlo, asintieron.

—Sí, señor —dijo Noah—. Easton comenzó todo.

Sentí un nudo en la garganta. Sabía que Easton estaba cubriéndolos a todos, pero eso significaba que él iba a asumir toda la culpa. Y yo no podía permitirlo.

Pero antes de que pudiera decir algo, el director ordenó a todos que lo siguieran a su oficina. La pelea había terminado, pero las consecuencias acababan de empezar.

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