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Para muchos dormir es la mejor forma de crear historias que tengas diferentes finales, principalmente buscamos que sean felices, algo que nos haga sentir mejor ante las diferentes adversidades mediante la creación de mundos imaginarios que sabemos nos llenan el corazón, pero así como buscamos sueños bonitos existen las posibilidades de que se formen pesadillas que se sienten tan reales que nos despiertan en medio de la noche por el susto tan enorme que podemos sentir.

El mundo de los sueños es un sitio creado desde nuestro subconsciente, un lugar donde nos muestra que es lo que nosotros deseamos en lo más profundo de nuestro ser; algunas veces quedamos con el recuerdo de un bello sueño, en este caso, cierto pelinegro es quien lo estaba viviendo.

Aquel lugar era un bosque blanquecino lleno de nieve, a pesar de que debería ser frío no sentía absolutamente nada, sus ropas eran de seda blanca y seguía caminando en aquel caminito hecho de tierra y piedras que no llevaban a ningún sitio, ¿en dónde se suponía que estaba?, ¿por qué de todos los escenarios posibles su cabeza lo llevaba a un bosque?, quería hacer preguntas, pero nadie le respondería de todas maneras, solo le quedaba la opción de seguir caminando a la espera de ver algo que diera una solución a sus dudas.

"Solo sigue el camino de allá, hacia aquel lugar donde despierto está"

Una voz lo asustó, sonaba como un eco, pero al mirar a su alrededor solo había árboles enormes que no dejaban ver el cielo.

"Deja de buscar y no pares de caminar, solo sigue el camino de allá, hacia aquel lugar donde despierto está"

Una risa resonaba como un eco, pero no pertenecía a la vocecita que le indicaba que hacer, era una risa que hace mucho tiempo no escuchaba, una que seguía guardada en sus recuerdos; la risa de quien sigue siendo el dueño de su corazón. Sin dar espera empezó a correr hacia aquel final del camino, el cual tenía una luz brillante que llegaba a ser enceguecedora, pero estaba más concentrado en llegar al final.

Al llegar aquella luz se dispersó, dejando ver una pequeña colina que tenía un árbol con hojas blanquecinas que se balanceaban con una suave brisa, ahí, bajo aquel árbol una figura reía mientras jugaba con un pequeño cachorro también blanquecino, ¿por qué todo el maldito sueño era de color blanco?, aunque tuvo ganas de protestar no pudo hacerlo cuando aquella figura giro para verlo dejándolo con el corazón en la garganta.

Ahí, junto a ese bonito cachorro estaba cierto castaño como lo recordaba hace años atrás, con bonitos ojos brillantes y sus mejillas de un suave rosáceo, pero como si fuera poco era acompañado por una sonrisa tan dulce que podía descongelar hasta él más frio sentimiento, era hermoso, vestía de blanco al igual que él dándole un toque más angelical, ¿por qué su mente lo torturaba de esa manera?, pero tomaría la oportunidad, no importaba si era imaginario, solamente quería vivir el único momento con Yunho.

Con la poca fuerza que le quedaba en sus piernas empezó a correr hacia su dulce castaño, quería sentirlo lo más cerca posible, con esa idea no se detuvo hasta llegar con él, abrazándolo con tanta fuerza que hasta podía sentir ese perfume que él solía usar cuando vivían juntos, la nostalgia dio un golpe haciéndolo sollozar cuál niño, llorando en el hombro de aquella posible alucinación.

-¿Por qué lloras Gigi?, ¿me veo tan mal para hacerte llorar? -preguntó en una risita el castaño.

Una risa que se coló tan dentro de Mingi que se sintió cálido, se sentía tan bien.

-Sigues tan hermoso como te recuerdo, Dios, ¿cómo pude hacerte tanto daño?, ¿cómo pude ser tan hijo de perra para destruirte?, perdóname todo lo que hice, aunque sé que no es real esto, por favor perdóname. - rogaba entre sollozos el pelinegro negándose a soltarlo.

Second chance  «Yungi»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora