EPÍLOGO

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- ¿Y luego de eso que pasó sensei? – cuestionó una genin muy entusiasmada.

- Sí, no nos tenga esperando – añadió otra – ¿Cómo acaba la historia?

El profesor soltó una leve risa, era satisfactorio ver como los jóvenes ninjas aun sentían pasión y curiosidad por ese tipo de relatos. Se hallaban en el salón de clases, tras la asignación de equipo estaban listos para empezar las misiones, no sin antes compartirles una ultima lección a través de una grandiosa historia.

- Lastimosamente eso nadie lo sabe, algunos sostienen que su encuentro puede seguir pendiente otros en cambio piensan que nunca se dará – dejando el libro sobre el escritorio – aun así, se dice que el árbol de aquel mundo sigue latente en este y está custodiado en las lejanas tierras del reino blanco por la misma princesa. Pero bueno, está en ustedes decidir que creer.

- Y usted que cree sensei? – un ultimo ninja le preguntó.

El mencionado sostuvo su mentón y lo pensó unos segundo, luego escuchó el cantar de unos pajaritos y, viéndolos volar, las palabras correctas salieron de su boca – yo siento que cuando algo o alguien está destinado a ti, encontrará la forma de alcanzarte sin importar el tiempo o mundo existente – regresando su vista hacia sus alumnos – recuérdenlo siempre... su camino ninja es su motor de vida, cuando descubran cuál es... no lo suelten y den su máximo esfuerzo para honrarlo.

- Si sensei – respondieron al unisonó.

El sonido del timbre inundó todas las aulas y anunciando el final de aquella mañana. Todos comenzaron a recoger sus pertenencias y a marcharse hacia sus respectivos hogares.

- No olviden prepararse para el festival de esta noche – les aclaró.

Entre una de esas bancas, estaba un joven genin de doce años de cabellera oscura ordenando sus kunais para el entrenamiento que tendría en un par de horas. De la nada, un manto de hebras doradas se lanzó sobre él, más por sus óptimos reflejos pudo esquivarlo sin problema.

- Oye teme, ¿Qué harás durante la tarde antes del festival? – con entusiasmo – vamos a por unos tazones de ramen en Ichiraku, dattebayo.

- Paso – respondió cortante – quiero practicar mi lanzamiento de shuriken con mi hermano antes del atardecer.

- Que suerte la tuya – haciendo un mojin – tu hermano es uno de los miembros de Akatsuki, la organización de ninjas más poderosa de las cinco naciones. 

- Tu deberías aprovechar para entrenar también, usurontachi – lo regañó – al ser el único grupo que le falta un integrante, deberemos trabajar el doble y contigo hasta el triple.

- Si, si, si – cruzando sus brazos tras su cabeza – faltabas solo tu a la lista, dattebayo.

- Seguro que los otros fueron tus padres y Kakashi – sonrió burlón – ves que eres todo un perdedor.

Naruto le sacó la lengua como todo un infante – lo bueno es que aprenderemos mucho de Kakashi sensei, como ex alumno de mi padre seguro conoce muchos trucos geniales.

El portador del sharingan reviró los ojos, tras haber crecidos juntos debido a la amistad entre sus padre, podía afirmar con seguridad que nada parecía cambiar la actitud despreocupada de su amigo. Salieron de la institución y siguieron conversando durante un tramo del camino.

- ¿No tienes nada mejor que hacer que venir a mi casa?

- Yo también quiero entrenar con tu hermano – ignorando ese amargo humor – mis padres están ocupados supervisando todo para el festival de esta noche, así que no quiero pasar el resto de la tarde aburrido.

EL MAYOR ACTO DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora