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El amanecer trajo consigo un frío que no provenía sólo de la brisa matinal, sino de la desolación que se extendía como una sombra sobre los campos de batalla. El suelo estaba sembrado de cuerpos, inertes y silenciosos, como si el mismo viento se hubiera detenido en señal de respeto. Los que una vez fueron guerreros, defensores y amigos, ahora yacían tendidos, sus cuerpos sin vida cubiertos por el polvo y las cicatrices de la guerra. El Sol iluminaba sus pálidos rostros, los mismos que horas antes habían sido el último vestigio de esperanza en medio del caos.

Un grupo de supervivientes, los pocos que quedaban, avanzaban en silencio. Nadie hablaba y el sonido de las botas contra la tierra era lo único que rompía la quietud. Las ruinas humeantes aún despedían el calor de la reciente batalla, pero no había más fuego que el dolor en los corazones de los vivos.

Los del Ministerio de Magia trabajaban con precisión. Cargaban los cuerpos de los mortales, separándolos de los héroes caídos, separando la muerte entre los villanos y los que dieron su vida por un futuro mejor. No había celebración en sus gestos, solo cansancio y resignación. Los cuerpos de los héroes estaban apilados en un claro, lejos de las ruinas. Aún cubiertos de heridas, seguían siendo un testimonio de su valentía, aunque ahora, todo lo que quedaba de ellos eran sus nombres.

Molly Weasley fue la primera en llegar, sus pasos vacilantes, su rostro demacrado y sus abanicos de tanto llanto. Al verla, los magos que estaban allí apartaron la mirada, incapaces de soportar el dolor que conocían. Molly caminó lentamente hacia los cuerpos de sus hijos menores. Allí estaban Ron y Ginny, tendidos uno al lado del otro, como si ni siquiera en la muerte quisieran separarse. La vista de ellos la destrozó. Se arrodilló con sus cuerpos, el pecho subiendo y bajando con una respiración entrecortada, mientras las lágrimas comenzaban a fluir sin control.

—Mis bebés... mis pequeños —dijo Molly, acariciando el rostro de Ron, cuya expresión estaba fija en una calma que él nunca debió haber conocido tan temprano en su vida. Ginny, con su pelo rojo extendido como una corona, parecía casi dormida.

Arthur, de pie junto a su esposa, apenas podía sostenerse. Su mano temblaba mientras extendía sus dedos hacia Ginny. Con una tristeza abrumadora, cerró suavemente los ojos de su hija, deseando que al menos pudiera encontrar paz, incluso en la muerte. Luego hizo lo mismo con Ron, su hijo menor, su niño que siempre había sido tan fuerte y decidido. Pero ahora, todo lo que quedaba era un cuerpo frío, y un silencio que no podía soportar.

—Lo saben... en paz —murmuró Arthur, su voz apenas un susurro, quebrada en cada palabra. No podía mirar a Molly, sabía que si lo hacía, él también se derrumbaría. El peso de haber perdido a dos hijos en un solo día era más de lo que cualquiera podía soportar.

A su alrededor, los demás Weasley se unieron, cada uno cargando con su propio dolor. George, con los ojos llenos de lágrimas, miró el lugar vacío junto a Fred, y aunque no lo dijo en voz alta, sabía que debía estar agradecido de que al menos su hermano gemelo todavía estuviera a su lado con vida, pero eso no quitaba el dolor de perder a un hermano suyo. No borraría el dolor en mucho tiempo. Percy miró a sus hermanos caídos, pero no dijo nada, sus ojos ya estaban vacíos de por sí.

Sirius Black permaneció cerca, aunque no había lágrimas en su rostro. Había pasado mucho tiempo endureciendo su corazón para el dolor, pero ni siquiera él podía negar la profunda tristeza que sentía. Frente a él, yacía el cuerpo de su ahijado, Harry Potter, con el rostro cubierto por la sombra de una muerte injusta. Sirius no lloró, pero la mano fría de Harry apretó con fuerza, como si de alguna manera pudiera devolverle el calor.

—Lo siento, muchacho —murmuró con voz ronca, las palabras atrapadas en su garganta. No había nada más que pudiera decir. No había sabido protegerlo, no había sabido cuidar de sus mejores amigos. Se inclinó y tocó el cabello de Harry, como si eso pudiera consolarlo de alguna manera.

Return to life, in another bodyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora