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En la acogedora casa, el sonido de risas infantiles resonaba en las paredes, llenando de vida el ambiente. Una niña de apenas dos años caminaba con pasos pequeños pero decididos, empujando el cochecito de su hermanita bebé. Su cabello rubio y despeinado rebotaba con cada paso, mientras que la más pequeña, de apenas meses de vida, observaba todo a su alrededor con ojos grandes y brillantes, soltando risitas a causa de los ruidos graciosos que emitía su hermana mayor.

Cassie, la hermana mayor de ambas, vigilaba de cerca, asegurándose de que todo estuviera en orden. En cuanto la pequeña detuvo el cochecito junto a la mesa del salón, Cassie se dio la vuelta, con una sonrisa satisfecha, dirigiéndose hacia la cocina para preparar el biberón de la bebé.

Kon-El, que acababa de llegar a la casa, se quedó sorprendido al observar la escena familiar. No recordaba que Cassie le hubiera mencionado tener hermanitas. Alzó una ceja, claramente desconcertado, y comentó:

—Así que... tienes hermanitas. No sabía que existían —dijo en tono relajado pero curioso.

Cassie, que había llegado a la cocina, no se molestó en mirarlo. Simplemente alzó los hombros y respondió con indiferencia, como si fuera lo más natural del mundo.

—¿Por qué crees que me retiraba antes de los entrenamientos del equipo o me ausentaba durante largos periodos? Tenía que cuidar de mi mamá... dos veces. —explicó con voz tranquila mientras sacaba el biberón de la alacena.

Kon asintió en silencio, recordando las veces que Cassie había abandonado el equipo sin dar demasiadas explicaciones. Siempre decía que era por algo personal, algo que consideraba más importante que cualquier misión.

Ahora todo tenía sentido. Recordó cómo, en una de esas ocasiones, había visto a Tim Drake, Red Robin, regalarle a Cassie un conjunto de ropa diminuta y femenina. En ese momento, había asumido que era un regalo para algún familiar lejano, pero lo descartó al instante.

También recordó cómo Bart Allen, Kid Flash, siempre le traía a Cassie dulces especiales o cualquier pedido que ella hiciera, sin preguntar. Y cómo Cissie King-Jones, una de sus amigas más cercanas, siempre acompañaba a Cassie a casa con la "excusa" de ayudarla. Durante mucho tiempo, Kon había creído que esas dos estaban ocultando algo más, quizás una relación secreta. Pero ahora...

Ahora entendía.

Cassie soltó una risa suave al notar la expresión de Kon y le lanzó una mirada burlona antes de regresar su atención a la preparación del biberón.

Kon-El, en ese instante, pensó en un plan. Tal vez aún estaba a tiempo de hacer algo especial por las dos pequeñas. Podría conseguirles algún mameluco con el símbolo de Superman estampado al frente. Sonrió para sí mismo, aunque una parte de él sabía que probablemente Tim ya había pensado en lo mismo. Después de todo, ya había notado un peluche de Red Robin en el salón, junto a los juguetes de las niñas.

Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando sintió una pequeña presencia cerca. Bajó la mirada y allí, de pie justo frente a él, estaba la niña de dos años, mirándolo fijamente con esos ojos brillantes de curiosidad.

—Hola, pequeña —saludó Kon con una sonrisa amistosa, agachándose un poco para estar a su nivel.

La niña frunció el ceño, como si estuviera procesando algo importante. Luego, en un tono serio y con un leve titubeo en su habla, le preguntó:

—¿Eges... noio de mi hesmana? —dijo la pequeña, luchando por pronunciar la palabra "hermana", especialmente la letra "R".

Kon no pudo evitar encontrar adorable la seriedad con la que la niña formulaba la pregunta. Pero también había algo en su mirada... algo que lo hacía sentir, por un momento, como si estuviera siendo juzgado por una especie de pequeña guardián celoso. Era una amenaza, pero de esas que solo un cupcake podría hacer.

Return to life, in another bodyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora