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Athanasia suspiró mientras se acomodaba en la silla de la habitación, sus ojos fijos en la cápsula que contenía al bebé en formación. Nunca pensó que su madre, Talia al Ghul, pudiera tener un lado tan... ¿maternal? Claro, en su propia y retorcida manera. Su madre lo había explicado, afirmando que el propósito de esa cápsula era despertar la genética kryptoniana del infante, para fortalecer su sistema inmune y asegurarse de que no sufriera enfermedades a una edad temprana. Una abuela previsora, al parecer.

Por más que lo intentara, Athanasia no podía evitar sentir una pequeña punzada de envidia. "¿Por qué mi madre parece más interesada en este bebé que en sus propios hijos?" pensó, aunque sabía que en la Liga de las Sombras, el afecto no era algo que se diera fácilmente. La familia estaba más vinculada por el deber que por el cariño.

Mientras reflexionaba sobre esto, la puerta se abrió con un leve chirrido. Athanasia giró su cabeza rápidamente, solo para relajarse al ver a su prima, mara. Entrar en la habitación. A pesar de que su cuerpo se había tensado por reflejo, volvió a su postura más calmada, consciente de que no corría peligro... al menos no de su prima.

—Entonces... ¿este es el bebé de Damian? —preguntó Mara, con un toque de acidez en la voz mientras miraba al infante con una mezcla de desdén y algo más, algo que Athanasia no terminaba de identificar. ¿Dolor? Era difícil decirlo. Lo cierto es que, a pesar del tono de superioridad, su prima no estaba lejos de sentir lo mismo que ella: incomodidad.

Athanasia observó cómo su prima se acercaba a la cápsula, manteniendo sus ojos vigilantes en cada movimiento. Sabía que su madre le había permitido entrar, pero no podía evitar mantenerse alerta. Después de todo, en la familia al Ghul, la muerte era una posibilidad siempre presente. Athanasia no pensaba permitir que el bebé, por muy extraño que fuera su origen, sufriera algún daño.

—No sé qué piensa la señora Talia al hacer esto —murmuró su prima, observando al bebé con una mezcla de incredulidad y desprecio.

A pesar de las palabras, Athanasia notó algo en su tono. Algo más que simple desaprobación. Quizás, al igual que ella, su prima también sentía la tensión que generaba el plan de su madre. Crear un nieto a partir del ADN de Damian y del actual Superman no era algo que pudieran comprender fácilmente.

Athanasia resopló con disgusto. —Madre dice que quería un nieto —comentó sin poder ocultar su aversión. No era un secreto que todo este asunto la perturbaba profundamente. Aunque, a pesar de su molestia, no podía negar que algo dentro de ella había cambiado desde que observó al bebé. Sentía, de alguna manera, una extraña conexión protectora con ese pequeño ser que ni siquiera había formado completamente.

—Ya veo —respondió su prima, su tono neutral, aunque se notaba que seguía lidiando con sus propios pensamientos. Lentamente, se sacó la máscara que cubría su rostro y dio un par de pasos más hacia la cápsula.

Athanasia, sin mover ni un músculo, observó cada uno de sus movimientos, lista para intervenir si era necesario. No iba a permitir que su prima, o cualquiera, dañara al bebé. Era su sobrino, después de todo. Una vida nacida sin haber tenido elección, atrapada en los designios de su madre y su familia.

Nunca había esperado sentirse tan ferozmente protectora, pero ahí estaba, preparada para defender al bebé con su vida si fuera necesario. ¿Quién lo hubiera dicho? Una parte de ella se burló internamente de lo que su vida se estaba convirtiendo. ¿Qué sería lo siguiente? ¿Más bebés?

—Pensé que nunca me vería en esta situación —comentó Athanasia finalmente, más para sí misma que para su prima. Sus ojos permanecían fijos en el pequeño cuerpo flotando en el líquido de la cápsula. El bebé se movía levemente, como si respondiera a su presencia, y por un momento, Athanasia sintió una calidez inexplicable que la recorrió de pies a cabeza.

Return to life, in another bodyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora