1963

400 47 1
                                    


Un estruendo sonó a lo lejos, el aroma a petricor se colaba por los sentidos de Fina y recorría su alma hasta llegar a lo más profundo de su ser. Hacía mucho tiempo que no veía la lluvia en la finca y su recuerdo la abrazaba con todo el peso de la nostalgia.

Soltó un suspiro después de comprobar que las nubes se acercaban cada vez más. Una presencia se instaló en la cocina y recorrió su figura.

- ¿Mal día?

Fina sonrió al escuchar la voz de su padre y puso una mueca que Isidro supo adivinar perfectamente.

- Entonces si ha sido malo si...- su padre señaló la silla a su lado invitando a acompañarlo- Cuéntale a tu padre por qué estás tan triste.

La mujer arrastró los pies, Isidro río por lo bajo al recordar como lo hacía también cuando era una niña y no quería darle muchas explicaciones. Ya con Fina sentada, agarró su mano y dio un pequeño apretón compresivo a su hija.

- No sé si fue bueno regresar- la mujer desvió su mirada hacia el suelo, seguidamente se fijó de nuevo en su padre que la miraba con tristeza- Padre, no por usted, ojalá pudiera estar con usted siempre. Lo sabe perfectamente.

- No te preocupes cariño, sé a lo que te refieres- sonrió hacia ella- ¿Qué ha pasado?

Su hija no contestó inmediatamente, divagó lo máximo que pudo hasta poder volver a hablar. Isidro no dejó que ese sentimiento de obligación se quedara mucho tiempo en el ambiente así que cortó el malestar de Fina.

- Hija, se que hay veces que nos cuesta hablar. Creeme, que no quiero obligarte a nada. Cuando estés lista yo sé que vendrás a contármelo- con un suave golpecito en el hombro se dispuso a levantarse de su asiento.

- Marta- e Isidro volvió a mirar a su hija.

- Ya...- su padre respiró profundamente e hizo que Fina siguiera la conversación.

- Creo que no voy a conseguir nada de lo que me propuse al venir aquí padre. No logramos entendernos, yo pensaba...- Fina se quedó en silencio por unos segundos y su padre la esperaba, la verdad que él hubiera esperado todo el tiempo del mundo- Yo pensaba que sería igual, que ella era igual, que todo seguía igual.

- Fina, cariño, ha pasado mucho tiempo. Marta ha cambiado, yo he cambiado, incluso tú has cambiado.

- Lo sé padre, pero esperaba otro trato por...- Fina golpeó con sus dedos la mesa e Isidro levantó una ceja.

- Hija, siempre siento que hay algo que nunca cuentas. Algo que te reservas para ti. ¿Tienes miedo de mi reacción?

Ella miró a su padre. Isidro levantó las cejas como esperando la revelación que él ya sabía y Fina rió por lo bajo. Cayó el primer rayo cerca de la finca, y el trueno tardó todos los segundos que la mujer parecía estar tomándose para contestar.

- Lo sabe- y la pequeña risa de Isidro se unió al ruido de la tormenta.

- Cariño, soy tu padre. Solo tuve que unir algunos hilos sueltos y me dió la respuesta. Cuando te fuiste pasó algo en la casa, algo que nunca había visto en todos los años que llevaba trabajando para los De la Reina- Fina le estaba mirando muy atenta, su padre continuó hablando- La ví allí- Isidro señaló a los frondosos árboles que lindaban con la finca.

- ¿A Marta? ¿Dónde?

- En el bosque. Nunca la he visto siquiera acercarse desde hacía muchísimos años. Sabes que siempre me gusta darme paseos por la finca, sobre todo en el cambio de estaciones para ver como cambian las plantas.

El día que encontré a PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora