1958

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Era bastante tarde en la fábrica. No había nadie que pudiera importunar el silencio, o eso creía la hija mediana de los De la Reina.

Los ojos de Marta estaban fijos en ella. Por como la miraba parecía que estaba perdida en un laberinto con una sola entrada. Aquello no era lo que debería estar pasando, porque Fina debería haberse quedado a su lado, solo a su lado, respirando su mismo aire. Marta parecía estar rogando algo que la otra mujer no estaba entendiendo, porque si hubiera tenido el valor suficiente para quererla como se merecía, nunca se iría.

- ¿Es definitivo?- Marta bajó la mirada a los documentos, intentando guardar algo para ella. Algo que no quería compartir con nadie.

- Si. Vengo a presentar mi carta de renuncia. Eres mi superior directo, así que...

Fina depositó el papel justo delante de la mirada de Marta y fue como si un tiro sordo le llegara justo al pecho. La castaña no se lo pudo creer y cerró los ojos antes de volver a mirar a la otra mujer.

- Tienes que firmarlo Marta- los labios de Fina intentaban no temblar.

Su vida se estaba yendo delante de sus ojos, notaba como desaparecía ante ella, y el dolor era tan intenso que pudo sentir como el alma de Fina se colaba entre sus costillas y aniquiló su corazón. Se sentía un ave de presa, una incapaz de volar en libertad, incapaz de ir con Fina para decirle que no se fuera, que iba a luchar por ella dia a dia, que nadie se iba a interponer, que Jaime había dejado la puerta de la jaula abierta para que solo tomase una decisión.

Pero no pudo, porque tenía tanto miedo a hacerle el mismo daño de antes, que no pudo.

- De acuerdo.

Fina abrió mucho los ojos y ya no pudo reprimir las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. El sonido irónico hizo que Marta la volviera a mirar y notara como el rostro de la morena estaba lleno de ira.

-Eso... ¿Eso es lo único que vas a decir?

Marta no respondió. Observaba cómo Fina parecía dispuesta a destruirlo todo por amor, como, a su alrededor, le crecían alas majestuosas, como si no temiera volar demasiado cerca del sol y quemarse. Y Marta lamentaba en ese preciso momento, no tener el coraje suficiente para arder junto a ella.

- ¿Qué quieres que diga? Si esto es lo que quieres, no te lo puedo negar.

- ¡Pues por todo lo que hemos vivido juntas Marta! - Fina perdió los nervios y Marta cerró los ojos conteniendo el sentimiento que estaba por salir de sus ojos- Me voy porque no puedo verte y no poder ni rozarte. Porque si tengo que verte otro día más y no puedo besarte me voy a volver loca Marta. Porque me pusiste la vida del revés el día que me enamoré de ti.

- Fina, yo...- Marta levantó las manos para que parara de gritar y poder hablar, pero Fina tenía otros planes.

- ¡No! ¡Ya me lo has dicho todo, me lo has demostrado todo!

La más joven abrió la puerta del despacho, giró su mirada impregnada de lágrimas, esperando que Marta la parase, que reaccionara de alguna forma y que fuera tras ella.

Eso no pasó.

Marta no se inmutó y el enfado de Fina llegó a un punto de no retorno.

- Aquí te quedas Marta de la Reina. Con tu vida perfecta, con tu marido perfecto y con tu familia perfecta.

Marta fijó la vista en el techo, conteniendo sus lágrimas y asintiendo con la cabeza recibiendo todo el dolor de Fina. Se mordió los labios por intentar no hablar de algo con lo que después arrepentirse.

- ¿Algo más? - y esa pregunta a Fina la hizo explotar del todo.

- Eres una cobarde, Marta.

Y la puerta se cerró con tal fuerza que los cimientos del edificio parecieron temblar.

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⏰ Última actualización: Sep 23 ⏰

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