¡Ay Dios!

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Si Zoro hubiese creído en dios, entonces sus primeras palabras luego de pasar una noche sin dormir, mientras la luz entraba por la ventana habrían sido "Dios, soy yo de nuevo" sin embargo, en esta situación, no había a quién recurrir.

Durante la noche había pensado en múltiples ideas para deshacerse de aquel "problema".

Algunas ideas que había trazado para luego darse cuenta que eran inútiles fueron: lanzar al bebé por la borda, ponerle convenientemente una almohada en la cara, dejarlo caer de cabeza "pero esa idea podía dejarlo vivo y estúpido" ofrecerse a alimentarlo y ahogarlo con la leche "accidentalmente" .

En fin, mil maneras de morir. En todos los escenarios, sus ideas no funcionaban.

Sanji lo asesinó antes.

Suspiró, para una noche que no era vigía y no había pegado el ojo pensando que estaba terroríficamente seguro que no encontraría a nadie, de haber sido así, habría sucedido el día que desembarcaron. Aún así estaba tratando de manifestar la infinita posibilidad de que hubiera al menos una persona, con eso se conformaba.

Miro de reojo a la cama de enfrente y se dio cuenta que el cocinero estaba despierto, lo cual lo puso extremadamente ansioso como si él pudiera leerle los pensamientos y decidió darle la espalda, fingiendo estar dormido como un pez; con los ojos abiertos.

Podía escuchar su corazón latir con tal pesadez que temía que todo el Sunny le descubriera, aún pensaba en aquella mirada penetrante encima de él la noche anterior y sentía calientes las orejas.

"Ya detente" se exigió a sí mismo, quería volver a llevar aquellas sensaciones al fondo más oscuro de su cabeza y su corazón, no quería volver a sentir esa mirada encima o no podría responder a sus siguientes acciones.

"Estoy hablando en serio, deja de actuar por tu cuenta" se insistió, pero su corazón seguía pateando fuerte

Sanji por su lado, miró a la espalda de Zoro que se había volteado cubriéndose hasta la cabeza con sus mantas, suspiró y volvió a mirar al bebé "no te encariñes" era lo que su cabeza le repetía, sin embargo aunque sus conocimientos sobre bebés y niños en general eran limitados, no podía evitar pensar que ese niño era de lo más increíble que había visto durante este largo viaje. No podía entender la actitud de Zoro, solo unos meses atrás había actuado como un hermano mayor para Momonosuke en Wano, al fin de cuentas, aquel también era un niño, quizás mayor ¿era porque para el peliverde no le representaba ningún tipo de convicción? No obstante, Sanji podía ver en aquel pequeño niño sus ganas de vivir ¿acaso no era suficiente? ¿Acaso eso no le demostraba nada?

Sanji siempre había pensado que Zoro era un salvaje sin remedio, pero esta vez ya le parecía algo mucho peor y le empujaba a no querer dirigirle la palabra, para demostrarle su visible decepción, incluso si al musgo no le importaba.

Lo que más le molestaba era el hecho de que se atrevía a hacerse el ofendido "Dios, qué desagradable eres, no te soporto" pensó Sanji para sí mismo. Seguido de este pensamiento se sentó en la cama abrazando sus piernas un momento, desperezándose y pasando a elongar los brazos. Se sentía mal de molestar a Chopper, pero en estas circunstancias, era el único en quien podía confiar lo suficiente para vigilar al pequeño mientras preparaba el desayuno.

Sanji siempre era el primero en levantarse y el último en ir a dormir, se hacía cargo de todo el cuidado doméstico del Sunny, desde las tres comidas, hasta la limpieza y el lavado de ropa. Siempre estaba al pendiente de que todo estuviera limpio y en orden, la idea de que las cosas funcionaran de forma desarticulada le estresaba, sin embargo había veces en que necesitaba hacer concesiones, tener que recurrir a Chopper era una de ellas.

Lo que encontramos: Llegar a un acuerdo o matarnos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora