Transparente

55 6 1
                                    

Zoro entró al nido de cuervos cerrando la puerta de golpe y se sentó en el suelo mientras sentía cómo su estómago daba brincos y su corazón era incapaz de controlarse. El musgo podía jurar que en cualquier momento su alma abandonaría su cuerpo y comenzaría a vagar con una extraña alegría por todo el barco.

No sabia que hacer, donde ir, cómo actuar "Cómo mantenerse impávido después de tremenda muestra de ... ¿belleza?" el marimo tragó saliva, era la única forma en que podía describirse si alguien se lo preguntaba.

Sacudió la cabeza, no claro que no "abandona este cuerpo, estúpido sentimiento inútil" se repetía tratando de calmarse, hasta que no pudo aguantarlo más. Claramente no podía arrancarse el corazón, no podía ponerse a rodar por el piso o arrancarse la piel como tanto deseaba, así que solo le quedaba una opción; miró a la pared y comenzó a darse golpes en la cabeza contra la madera, esperaba con eso o bien morir, o quedar lo suficientemente estúpido para dejar de relacionar sus sentimientos y sus pensamientos.

Uno de los dos tenía que parar.

La puerta se abrió, lo que lo hizo detenerse de golpe. La gata ladrona entró visiblemente molesta.

-¿¡Pero qué mierda Zoro-kun?! ¿Qué fue lo de recién?- le riñó mirándole con fastidio.

Zoro la observó manteniendo su rostro inexpresivo. Era eso o fingir demencia y la última opción no le gustaba tanto.

Nami se quedó un poco desconcertada y se sentó en el suelo frente a él. Se quedó uno o dos segundos sopesando sus palabras, aunque la pelinaranja no tenía muchos problemas en decir directamente lo que pensaba. Lo que pasaba era que el alga era estúpida así que había que buscar un lenguaje simple o haría todo lo contrario. Era un argumento del cual Nami estaba convencida.

Zoro tenía una magulladura en el centro de su frente debido a los golpes.

-¿que tienes en la frente?- empezó preguntando Nami.

Zoro se llevó la mano al golpe, le dolió un poco pero lo ignoró.

-Nada...-dijo inexpresivo.

Nami suspiró cansada; en qué momento había encontrado nakamas tan idiotas.

-Oye idiota ¿Qué fue lo de recién? ¿Sanji-kun te da las gracias y tú le sigues haciendo desaires?-La chica comenzó a regañarle:- ¿Hasta cuándo pretenden seguir con esta actitud?, es incomodo que no se hablen, ni se miren, ni peleen o se insulten o lo que sea que su maldita dinámica tóxica los hace hacer... ¡Ahora! Lo de recién fue una clara ofrenda de paz y tu solo te vas ¿tan difícil es decir "de nada" o "que bien que no te paso nada"?

De hecho, Zoro sabía que no era tan difícil. Simplemente, sentía que se derretiría "No podría manejar eso".

Nami se le quedó viendo en silencio y Zoro comenzó a sentir que le estaba leyendo los pensamientos. La estúpida gata ladrona era capaz de leer tan bien a cualquier persona ¿podría ella ver a través de él y descubrir lo que el espadachín estaba tratando de enterrar tantas ganas en el fondo de su corazón y su mente?.

Empezó a sentir la cara caliente.

"Mierda".

Nami le señaló con el dedo visiblemente sorprendida, pero también con muchísima curiosidad.

-Zoro... voy a preguntar una cosa, y más te vale ser sincero conmigo o te prometo que haré una serie de cosas que odiarás- comenzó diciendo Nami.

El espadachín tragó saliva pesadamente, quería poner distancia, construir un muro y meterse bajo una roca.

Lo que encontramos: Llegar a un acuerdo o matarnos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora