Capitulo 2

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El viernes llegó con una brisa fresca que anunciaba el fin de semana. Los estudiantes en la secundaria estaban más relajados, hablando sobre los planes que tenían para los próximos días libres. El bullicio típico del almuerzo llenaba el comedor, donde Yaito y su mejor amiga, Miyu, estaban sentados juntos en su mesa habitual.

Akemi con ojos expresivos que reflejaban siempre curiosidad y energía. Su amistad con Yaito había comenzado en los primeros años de la primaria, y desde entonces, habían sido inseparables. A pesar de sus diferencias, su relación se había forjado en base a la comprensión mutua y al apoyo incondicional. Mientras Yaito siempre sonreía, Akemi era más directa y no tenía miedo de expresar lo que pensaba, lo que equilibraba su dinámica a la perfección.

Akemi: ¡Por fin viernes! —dijo con entusiasmo mientras abría su almuerzo—. Ya no podía soportar otra clase de matemáticas. Es como si el profesor se hubiera propuesto arruinar nuestro cerebro justo antes del fin de semana.

Yaito rió, sacando su propio almuerzo de su mochila.

Yaito: Lo sé. Al menos ahora tenemos dos días para descansar y olvidarnos de todo.

Akemi: ¿Tienes algún plan para el fin de semana? —preguntó mientras mordía su sándwich—. Yo probablemente iré al parque con mi hermano pequeño, ya sabes cómo es, nunca se cansa de correr por ahí.

Yaito asintió, pero una pequeña sonrisa traviesa se formó en su rostro, como si estuviera guardando un secreto.

Yaito: En realidad, sí tengo planes —dijo mientras giraba un poco el tenedor en su ensalada, jugando con la comida—. Voy a ir de viaje con mi familia. Vamos a visitar el templo de la familia de mi madre.

Akemi levantó una ceja, interesada.

Akemi: ¿El templo de tu familia? ¡Eso suena interesante! No sabía que tenían un templo.

Yaito asintió, acomodándose en su asiento. Sabía que el templo era parte de la historia más antigua de los Yamanaka, un lugar que, aunque apartado, tenía un significado profundo para su madre y su linaje noble. Cada vez que lo visitaban, su madre siempre le contaba historias sobre sus antepasados, sobre héroes que habían pasado por allí antes de ellos, y cómo cada piedra del templo estaba impregnada de historia.

Yaito: Es un lugar muy antiguo y tranquilo —explicó —. Solíamos ir cuando era más pequeño, pero últimamente no lo hacemos tan seguido. Así que este fin de semana será especial. Mi mamá dijo que quería llevarme allí para reconectar con nuestras raíces. Es como un viaje familiar de tradición.

Akemi lo miró con curiosidad, interesada en esa parte de la vida de Yaito que no conocía tan bien.

Akemi: Suena como algo importante —dijo, apoyando el mentón en su mano mientras lo observaba—. ¿Te emociona ir?

Yaito se detuvo un momento, pensando en la pregunta. De alguna manera, el templo siempre lo había llenado de una especie de calma, como si el pasado de su familia, con toda su nobleza y sacrificios, lo envolviera cuando estaba allí. Aunque no siempre lo mostraba, sentía cierta conexión con el lugar, una conexión que lo hacía reflexionar sobre su futuro y su lugar en la historia familiar.

Yaito: Sí, me emociona —dijo finalmente, con una sonrisa sincera—. Es como… una oportunidad para pensar en todo lo que ha pasado y lo que viene después. Además, creo que mamá quiere que Emi y yo entendamos más sobre nuestra herencia. Supongo que es una especie de preparación para algo más grande.

Akemi lo observó con atención, notando que, aunque Yaito sonreía, había un aire de reflexión en su tono. Ella conocía bien a su amigo, y sabía que debajo de esa sonrisa despreocupada, siempre había mucho más de lo que mostraba.

BNHA: El despertar del rey mono Donde viven las historias. Descúbrelo ahora