Capítulo 15: EL CORAL DE LA PAZ

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En las profundidades del vasto océano, en el majestuoso palacio submarino de Atlántica, las hijas del rey Tritón nadan gráciles entre los altos arcos de coral y conchas perladas que adornan los pasillos principales. Ariel, la sirenita de corazón curioso y rebelde, nada a gran velocidad, mientras su hermana mayor, Aquata, la sigue con una mezcla de preocupación y paciencia.

-¿Recuerdas el Coral de la Paz en la habitación de los tesoros antiguos? Recuerdo haber leído que según la leyenda, concede deseos a quienes tienen buen corazón. ¡Imagina lo que podríamos pedir! -exclamó Ariel, girándose emocionada hacia su hermana.

-Ariel, debes recordar que esos artefactos mágicos no son juguetes -respondió Aquata con un tono serio y precavido-. Pueden ser peligrosos si no se usan con cuidado, y además, esa sala está protegida por los guardias de papá. No deberíamos tomar riesgos innecesarios.

-¡Oh, Aquata! No seas tan negativa. Solo será un pequeño vistazo. ¡Vamos, será divertido!

Ambas hermanas nadaron hacia la habitación de los tesoros antiguos, sus colas de sirenas brillando con la luz que se filtraba a través de las aguas cristalinas.

Los guardias, dos imponentes peces espada, vieron a las sirenas acercarse. Reconociéndolas como las hijas del rey Tritón, les permitieron el paso sin objeciones. La habitación de los tesoros antiguos estaba llena de objetos valiosos: cofres de oro, joyas resplandecientes y artefactos místicos antiguos que contaban historias de épocas pasadas.

-¡Mira todo esto, Aquata! Es asombroso -dijo Ariel, maravillada, mientras observaba los tesoros a su alrededor viendo un espejo posiblemente mágico.

-Sí, pero recuerda a qué vinimos. No nos distraigamos -respondió Aquata, suspirando, viendo una clase de armadura metálica muy curiosa.

En el centro de la sala, sobre un pedestal dorado, reposaba una pieza que emanaba un resplandor suave y reconfortante. Ariel lo reconoció y se acercó lentamente, con los ojos llenos de fascinación.

-Ahí está... el Coral de la Paz -susurró Ariel mientras se acercaba y lo tomaba delicadamente en sus manos.

-¿Segura que esto es una buena idea? -preguntó Aquata, acercándose con curiosidad y nervios.

-Solo será un pequeño deseo Aquata, ven -dijo con una sonrisa decidida. Cerró los ojos, sosteniendo el coral junto a su hermana-. ¡Oh, Coral de la Paz, ayúdanos a pasar más tiempo en la superficie con nuestros seres queridos!

Aquata, sosteniendo también el Coral de la paz, al escuchar el deseo, también cerró los ojos. No pudo evitar pensar en el príncipe Erik, lo que la hizo sonrojarse ligeramente. De repente, un destello brillante las envolvió, pero cuando la luz se disipó, todo parecía igual que antes.

-¿Eso fue todo? No siento ningún cambio... -comentó Aquata, mirando a su alrededor moviendo las manos formando burbujas pero nada fuera de lo normal.

-Quizás... quizás no funcionó. Esta cosa tiene siglos, tal vez se le acabó el poder -dijo algo decepcionada, mientras guardaba el coral en su lugar. Ambas salieron de la habitación con la cabeza llena de preguntas.

Unos días después, Ariel y Aquata nadaron hacia la superficie, emocionadas por su próxima cita con Greg y el príncipe Erik. La luz del sol brillaba intensamente sobre el lago, creando un paisaje sereno y acogedor.

-¡Hemos llegado y muy temprano! ¡Seguro que va a ser un día increíble! -exclamó Ariel, riendo mientras llegaba a la orilla y se recargaba en una ola golpeando el agua con su cola.

Las dos sirenas se sentaron en la arena, disfrutando del calor del sol. Ariel estaba afuera del agua, pero después de un rato comenzó a sentirse extraña. Una luz suave empezó a irradiar desde su cola, y ante los ojos asombrados de Aquata, la cola de Ariel se transformó en un par de piernas humanas.

-¡Aquata! ¡Mira esto! ¡Tengo... piernas!? -dijo Ariel asustada, levantando una pierna y moviendo los dedos.

-¡No puede ser! ¡¿Cómo es posible?! Porque??? Ay no!! ¡¿Que le diremos a Papá?!-Aquata estaba boquiabierta, luego asustada observando el cambio.

Ambas permanecieron en silencio por un momento, tratando de procesar lo que acababa de suceder.

-¿Crees que...? -preguntó Ariel, pensativa.

-Fue el Coral de la Paz. Debe haber sido... -respondió Aquata, más calmada y asintiendo lentamente.

-¡Inténtalo tú también! -dijo Ariel emocionada.

Aquata salió del agua también y, al poco tiempo, experimentó el mismo destello que transformó su cola en piernas. Ambas intentaron levantarse, pero sus primeros pasos fueron torpes y cayeron una y otra vez en la arena, riéndose mientras intentaban caminar.

-¡Esto es más difícil de lo que parece! Erik y Greg lo hacen ver tan fácil -se quejó Ariel, riendo mientras intentaba equilibrarse.

-¡Dímelo a mí! Pero no me rendiré -dijo Aquata, también riendo.

De repente, Ariel dio unos pasos pero al perder el equilibrio cayó al agua, y al instante su cola de sirena volvió a aparecer.

-¡Mira! Si tocamos el agua, volvemos a ser sirenas -dijo Ariel, sorprendida levantando su cola.

En ese momento, vieron a Greg acercarse remando en su bote.

-¡Hola, chicas! ¡Qué bueno verlas! -saludó Greg alegremente.

-¡Greg! ¡Qué bueno que llegaste! Tengo algo que mostrarte -dijo Ariel, sonriendo viendolo venir.

-¿De qué se trata? -preguntó Greg, acercándose a ella con una sonrisa.

Ariel, emocionada, le mostró cómo se convertía en humana otra vez, dejando a Greg asombrado.

-¡Ariel, esto es increíble! ¿Pero... cómo...? Acaso Úrsula... -Greg se calló de inmediato.

-Es gracias al Coral de la Paz. No sé cómo, pero funcionó... lo que hicimos fue...-explicó Ariel, sonriente, lo sucedido.

-Ya veo es un tesoro magico- En eso Greg, sonrojado, volteó para otro lado evitando verlas ponerse de pie tratando de caminar

-Tendré que conseguirles ropa... -dijo, dándoles la espalda .

Aquata y Ariel, sonrieron entendiendo, y volvieron a intentar caminar, dando unos cuantos pasos. Después de un rato, vieron a Erik acercarse.

-Alli viene Erik, ahora podemos pasear todos en tierra, claro en otra ocasión que ya podamos caminar y con ropa- dijo Aquata muy emocionada.

-Aun no le diremos nada, ¿de acuerdo? -susurró Ariel a su hermana, con complicidad mientras se metía al agua.

-De acuerdo, ahora que lo pienso, podremos ir al baile que tanto menciona Erik!-respondió Aquata, mientras regresaba al agua también.

-Tendré que decirle a Sebastián que también nos guarde este secreto. Se que Flounder lo entenderá y se pondrá feliz-. Respondió Ariel al recordar  a sus amigos y como es malhumorado a veces Sebastián

-Que raro, en el cuento no dice nada de un "Coral de la paz", aunque pensandolo bien, el canon a sufrido demasiados cambios-. Pensaba Greg mientras miraba a las chicas nadar.

Erik llegó y saludó sin sospechar nada. El grupo pasó un rato agradable, nadando y conversando, mientras Ariel y Aquata ahora más contentas, sabiendo que ahora tenían un nuevo secreto mágico.

Tierra y mar: la historia de La Sirenita y un forasteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora