Capítulo 16: LA CITA EN EL PUEBLO

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Cierto día, en el puerto, el sol estaba reflejándose en las aguas cristalinas del mar, la gente iba de aquí para allá, los barcos ocupaban el entorno del lugar, siendo desembarcados, trabajadores bajando grandes cajas para ser llevadas a los almacenes. De pronto pasa corriendo una jovencita muy contenta a toda prisa, es Ariel que ya sabía caminar muy bien pero ahora corría por el muelle, esquivando personas, cajas y demás cosas en el camino. Su vestido azul ondeando por el viento, contrastaba con su cabello rojo que brillaba bajo el sol. Al ver el barco del príncipe Erik anclado, sus ojos brillaron más y su sonrisa se ensanchó aún más.

-¡Greg! Ya llegué! -gritó, sin poder contenerse, y subió al barco de un salto, buscando entre todas las personas y al verlo corrió hacia él.

Greg estaba ocupado con su trabajo, cuando de repente sintió el peso de alguien subiéndose a su espalda. Se sorprendió pero reconoció enseguida la voz de Ariel. Los demás compañeros marineros los miraron y siguieron sus actividades.

-¡Ariel! Hola, cómo estás? Me alegra verte-exclamó sorprendido, riendo mientras la llevaba cargando en la espalda-. ¿Llegaste corriendo de la cueva secreta hasta aquí?. Hazlo con calma, apenas dominaste caminar, siento que respiras muy agitada, ten mucho cuidado.

Ariel comenzó a reír por tantas cosas que le decía, abrazándolo aún más fuerte y besando su mejilla.

-¡Te extrañé tanto! ¡Y mira me puse el vestido que me dejaste en la cueva secreta! -dijo en voz baja, se baja de él y daba una vuelta para mostrarle cómo le quedaba el bonito vestido azul y los botines. ¡Es perfecto! ¡Estoy tan feliz de poder venir a verte de esta manera! Y mira a quién traigo aquí escondido... -sonriendo, mientras abre un poco su bolsillo del vestido y sacando a Sebastián quien miraba malhumorado a Ariel-

-No se cómo permití que me convencieras, eres tan imprudente, no deberías andar libre por la superficie, con tanto peligro a tu alrededor. Si tú padre se llegara a enterar, nos vas matar...

-Deja de estresarte, estaremos bien, tu tranquilo-. Le decía sonriendo a Sebastián y lo guardaba otravez.
Greg miraba a Ariel observandola tan sonriente, la emoción en su rostro, se notaba que estaba muy feliz.

-Te ves increible con ese vestido, Ariel. Me alegra que te guste, nunca imaginé que te vería aquí así de esta manera... caminando. Mira, de este lado del barco fue en dónde te subiste aquella noche cuando te vi por primera vez-respondió muy contento señalandole.

-¡Es cierto! ¡Fue allí! Estaba muy asustada cuando me descubriste!- Dice sonriendo mientras recordaba esos momentos...

Mientras tanto, Aquata, que siguió a Ariel, subía al barco de manera más tranquila y reservada, su propio vestido también era hermoso. Observaba a su hermana con una sonrisa pequeña, contenta de verla tan alegre, aunque ella misma prefería mantener la calma.

-Aquata, también estás aquí -dijo Greg al verla acercarse-. ¿Qué tal el paseo hasta aquí?

-Fue tranquilo, como me gusta, estaba conociendo la superficie mientras venía hacia acá. En cambio Ariel salió corriendo de la cueva en cuanto pudo, la seguí hasta aquí, por poco me pierdo pero ví los barcos anclados y reconocí el barco de Erik-respondió Aquata con una leve sonrisa, ajustando su vestido-.

En ese momento, el príncipe Erik apareció desde el interior del barco, llevando a Max con una correa, acercándose con una sonrisa amable.

-Hola Ariel y Aquata, qué gusto verlas -dijo Erik, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto.

-Erik, ¡hola! -respondió Ariel, sonriendo ampliamente mientras lo saludaba-.

-Es un placer tenerlas aquí -añadió Erik. En eso les dice a Ariel y Greg-. ¿Porqué no se adelantan y van a pasear al pueblo?. Nosotros iremos después, cuando acabe unos cuantos asuntos aquí. ¿Te quedas conmigo Aquata?
-Sí, está bien. Cuida mucho mi hermanita porfavor-le dice a Greg.

Tierra y mar: la historia de La Sirenita y un forasteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora