Capítulo 20: BAJO EL HECHIZO DE LA CANCIÓN

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-Ari, todo a sido increíble. Es mi primer baile al que asisto -dijo Greg, mientras ambos se acomodaban en una de las elegantes mesas de la gala, observando el ambiente más relajado. Sin darse cuenta le estaba diciendo de una manera diferente.

Ariel le sonrió, disfrutando del momento compartido. -Lo ha sido y lo mejor es que esto es solo el principio.

-¿El principio? -Se le queda viendo curioso.

Sintiéndose mucho más a gusto, sonríe ampliamente y responde- ¡Claro que sí! ¡Podemos viajar a dónde sea! Ya no hay límites, podemos ir a donde queramos. Pasear por el mundo, descubrirlo todo juntos.

Mirándola con admiración- Me encanta la idea, me gusta conocer lugares y contigo sería más divertido. Nunca pensé que tendría una amiga como tú Ari.

Ariel ríe suavemente con dulzura- Es lindo cuando me dices "Ari"... me gusta. -Sus ojos brillan con entusiasmo- Y tú, siempre serás mi gran compañero de aventuras.

Greg con una pequeña risa, encantado con la idea-Me gusta cómo piensas. Solo debemos idear la manera de que puedas quedarte días en la superficie y vayamos de viaje, y así conocer muchos lugares, que ni siquiera imaginamos. ¿Qué dices?

Ella asintió con entusiasmo, y en ese momento, la música en el salón empieza a suavizarse. Inspirada por el ambiente y la emoción del momento, tiene una idea. Levantándose de repente, con un destello de determinación en sus ojos-. ¿Sabes? Creo que este momento merece algo especial.

-¿Qué tienes en mente, Ari? -preguntó intrigado.

- Voy a cantar- dijo emocionada.

Él la miraba con sorpresa- ¿Aquí? ¿Ahora?

- ¡Sí! -responde ella, con determinación, mientras se dirigía al frente de la gran sala.

Después de que el anunciador pidiera la atención de los invitados y de que la presentara, Ariel tomó un respiro profundo y cierra los ojos por un segundo, y cuando los abre, su voz comienza a fluir como una suave pero poderosa ola, melodiosa y cautivadora, envolviendo a todos los presentes. Su voz tenía una magia que nadie en la sala podía ignorar.

Aquata, desde el balcón, se detuvo en seco al oírla. Erik que también escuchaba, la miró de reojo-. Tu hermana tiene una voz increíble.

-Es... muy especial -susurró, sonriendo con orgullo y amor por su hermanal. Sabía que siempre había tenido un don con su canto, pero esta vez había algo más, algo que hacía que la gente no pudiera apartar los ojos de ella.

Cuando Ariel terminó, hace una pequeña reverencia, sonriendo de oreja a oreja, y regresa hacia Greg, quien la recibe con un brillo en los ojos. Los aplausos inundaron la sala. Todos estaban encantados, impresionados, incluidos Erik y Aquata, que volvieron al salón para escucharla. Cuando termina la gala, Erik se acerca a ambas hermanas con una oferta caballerosa.

- Me encantaría llevarlas a casa -dice, tomando suavemente la mano de Aquata-. Sería un honor.

Aquata le sonríe con amabilidad, pero se disculpa- Nos están esperando cerca del lago, pero muchas gracias por la oferta.

Erik se inclina, besando la mano de Aquata con elegancia, como si la despidiera con una promesa de verse pronto- Entiendo. Espero volver a verte pronto, mi lady. Me siento afortunado de haber compartido este momento contigo.

Ella asiente, algo nerviosa pero encantada- Yo también, Erik.

Por otro lado, Greg mira a Ariel con una sonrisa cómplice- Lo pasé increíble, Ari. No puedo esperar a que tengamos más momentos como este.

-Yo también lo pasé genial- respondió con un brillo en los ojos. -Espero con ansias nuestra próxima cita.

Los tres se dirigieron hacia el carruaje que los llevaría al lago. El camino de regreso estuvo lleno de conversaciones relajadas, compartiendo las impresiones de la noche, las emociones todavía frescas en el aire. Al llegar, Greg ayuda a ambas a bajar del carruaje. El aire está fresco, y el lago brilla bajo la luz de la luna.

- Bueno, supongo que aquí es donde nos despedimos -dice con cierta tristeza en su voz, sabiendo que las verá partir.

- Así parece -responde Ariel, sonriendo con ternura-. Pero nos veremos pronto. No te preocupes.

Aquata asiente, dándole una pequeña sonrisa. -Gracias por todo. Fue una noche maravillosa.

Greg muy curioso. -¿No las regañarán por llegar tarde a su castillo?

Ariel muy tranquila. -Yo siempre regreso tarde a casa, pues me gusta mucho ir a buscar objetos a los barcos hundidos, así que es normal que me vean regresar a estas horas.

-Digamos que en pocas palabras, se manda sola, pero también la han regañado muchas veces, de todos modos yo la estoy acompañando así que no tendrá problemas.- Dijo Aquata seriamente.

Después de eso, ambas hermanas se acercaron al agua, despidiéndose de Greg con una sonrisa cómplice. Se quitaron sus vestidos elegantes y entonces, sin más palabras, dieron un salto hacia el lago, se sumergieron y comenzaron a nadar hacia las profundades, devolviendo después la calma al paisaje, mientras Greg, impresionado pero sonriente, permanecía allí, con un extraño sentimiento de haber presenciado algo maravilloso y secreto.

-Hasta pronto, Ari.- murmuró, todavía procesando lo que acababa de pasar, estaba viviendo en un cuento de hadas y por ahora nada más le importaba, solo la promesa de nuevas aventuras.

Tierra y mar: la historia de La Sirenita y un forasteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora