CAPITULO 3: Olas de separación

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Un día en el castillo de Atlántica, ya estaba atardeciendo y Ariel se preparaba para ir a la cueva junto al acantilado para otra cita con Greg. De pronto, Aquata, una de sus hermanas, se le acercó y la detuvo antes de que pudiera partir.

Aquata: (seria y cruzada de brazos) Ariel, debo hablar contigo. Te he estado observando en secreto, y sé que te encuentras con un humano en una cueva.

Ariel se sorprendió al escuchar las palabras de su hermana mayor. Se quedó en silencio por un momento, tratando de pensar en qué decir.

Ariel: (defendiéndose) Hermana calma porfavor, déjame explicarte, Greg no es peligroso. Es mi amigo. Hemos pasado muchos momentos juntos, y él nunca ha mostrado intenciones de lastimarme.

Aquata: (frunciendo el ceño) Los humanos son impredecibles, Ariel. No puedes confiar en ellos. No tienes idea del peligro!? Ponte a pensar, ¿Qué pasaría si te atrapan? ¿Qué harás entonces? ¿Quieres que le diga a papá ahora mismo?

Ariel sintió un escalofrío de miedo ante la idea de que su padre, el rey del mar, se enterara de su amistad con un humano. Sabía que las leyes eran estrictas y que las consecuencias podrían ser graves.

Ariel: (suplicando) Por favor, Aquata. No le digas a papá. Greg no es malo, te lo juro. Solo quiero entender más sobre el mundo humano.

Aquata la miró con dureza por un momento más, se quedó pensativa por unos instantes antes de finalmente ceder.

Aquata: (suspirando) Ay Ariel... está bien... pero no te quedes mucho tiempo con él. Sebastián y Flounder van contigo siempre no? Ten mucho cuidado, manten la distancia y no le platiques nuestros secretos.

Ariel asintió con alivio y se apresuró hacia la cueva junto al acantilado. Sin embargo, Aquata, todavía muy preocupada por la seguridad de su hermana menor, decidió seguirla a escondidas otravez, manteniéndose en las sombras para no ser vista.

Más tarde, en la cueva, Ariel encontró a Greg esperándola como de costumbre. Ella decidió no mencionarle la conversación tensa que acababa de tener con Aquata, no quería empañar su tiempo juntos con preocupaciones.

Ariel: (sonriendo) Hola, Greg. Perdón por llegar un poco tarde, pero ya estoy aquí.

Greg: (sonriendo de vuelta) Hola, Ariel. No te preocupes por eso. Estoy feliz de verte.

Ariel: (mirando a su alrededor) ¿Cómo has estado estos días? ¿Todo bien?

Goyo: (asintiendo) Sí, ya extrañaba verte. Hoy fue un día pesado. Estuve muy ocupado desde temprano en el muelle, nos hicieron cargar un montón de cajas de un barco que llegó. Pero pensar en venir a verte me hacía muy feliz y así aguanté el trabajo.

Ariel: (sonriendo dulcemente) Yo también te extrañé. He estado pensando en algunas cosas que me contaste de la superficie...

Durante horas, Greg y Ariel hablaron y compartieron historias como solían hacerlo. Se olvidaron de los problemas y las preocupaciones del mundo exterior, centrados solo en su amistad y el intercambio de conocimientos.

Mientras tanto, Aquata observaba oculta desde la distancia, sintiendo una mezcla de preocupación y alivio. Aunque no estaba del todo convencida de la amistad entre un humano y una sirena, por todas las cosas malas que había escuchado de los humanos.

Pasó el tiempo y se les hizo muy de noche otravez a ambos por tanta platica. Se despidieron y Ariel fue la primera en irse junto con Sebastián y Flounder. Greg estaba guardando sus cosas en la mochila, cuando de pronto Aquata emergió del agua con una expresión seria y desconfiada. Se acercó con cautela, pues nunca había hablado con un humano.

Tierra y mar: la historia de La Sirenita y un forasteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora