Elliot en la vida de Maggie

1 - Un café y un encuentro casual

Era temprano por la mañana y Maggie por primera vez en aquel año, después de varios desde su último escrito, tomó la resolución de retomar aquel olvidado sueño. Aunque en su mente retumbara la idea de que... Tal vez no era tan buena idea. ¿Podría resultar? No estaba segura de nada, excepto de que el cansancio y el estrés podían con ella día a día cada vez más. ¿Cuánto tiempo duraría así sin un poco de distracción... y tal vez entretenimiento? Probablemente, ya estaba llegando a su límite, lo sentía así.

Revisó su celular nuevamente y vio el mensaje sin abrir todavía en la pantalla bloqueada.

Hola, Margaret. Soy Elliot D., el presidente del club de Literatura. Enviaste una solicitud de ingreso al club, y te escribo para decirte que...

Tenía miedo de revelar el resto del mensaje. Una cosa era segura: no la estaba rechazando. Es decir, en la mente de Maggie, que se tomen el tiempo de escribirte un mensaje ya era de por sí una media aceptación. Pero también estaba aquella inseguridad en ella con respecto a su posible futuro presidente de club: Elliot D. Él era un año mayor que ella, estaba en su último año de preparatoria y tenía una reputación de estudiante perfecto. Se veía serio y disciplinado y algunas clases que habían llevado juntos lo confirmó en un 100%, aunque nunca tuvieron la oportunidad de estar juntos en un mismo equipo, por lo que jamás cruzaron palabra. De todas maneras, a Maggie le resultaba aterrador aquel chico. Agradecía a los profesores mentalmente cuando jamás la asignaban a un grupo con Elliot. No sabía exactamente a qué le tenía miedo, tal vez era esa aura de pulcritud y perfección que le rodeaba. Un pequeño error, y la asesinaría con su mirada. Probablemente. En otra historia, también estaba el círculo de amigos con el que siempre andaba por los pasillos y en la cafetería. Cuando los veía siempre se preguntó si los padres de ellos se habían puesto de acuerdo para tener a sus hijos al mismo tiempo, enviarlos a la misma secundaria, etc. Todos y cada uno de ellos eran hijos de familias con apellidos regularmente reconocidos o que ya los hacían reconocidos con su mérito propio. Por supuesto, cada uno de ellos era el presidente de algún club, excepto dos: Ethan J., quien era el presidente del consejo estudiantil, y Katherine L., su fiel secretaria. El adjetivo "fiel" viene debido a que no hay lugar donde ambos no estén juntos en todo momento, aunque Maggie notó quién sigue a quién hace ya un tiempo.

Resopló entre enojada, preocupada y ansiosa mientras esperaba en la fila del café más cercano a su casa, apenas doblando en una esquina. Estaba en pijama a medias, pero no le importaba nada porque no era un lugar tan exclusivo y ni uno de sus compañeros era su vecino. Así es, ella lo comprobó hace ya mucho tiempo. Había estado en peores fachas y ni uno solo de los clientes le resultó familiar y mucho menos la miró. Ahora se encontraba última en una fila que no avanzaba nada hace ya más de 30 minutos, se preguntaba por qué. Necesitaba café para calmar todas las emociones que se amontonaban en su interior y peleaban por ser quien gobernaría aquella mañana. Echó un vistazo a los que encabezan la fila, apretando los labios e intentando no perder la paciencia. Este café no era muy concurrido a estas horas y estaba más que segura de ello.

¿Qué estaba pasando?

Se acercó al mostrador y lo que vio la dejó perpleja.

«No puede ser»

Elliot D. estaba en la cabeza de la fila. Tenía uno de los muchos tipos de café de la tienda en una mano y tamborileaba su dedo índice derecho en el mostrador, evidentemente impaciente. Calculador como siempre, notó su presencia detrás de él antes de que ella pudiera retroceder en dirección a la puerta. Sus ojos escanearon el rostro de Maggie con velocidad sorprendente y ella pudo notar cómo la reconoció de inmediato: sus cejas dejaron de estar fruncidas para relajar su tenso rostro de hace un momento y abrir la boca para articular algo hacia ella. ¡Todo ello en cuestión de segundos!