Capítulo 1

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Las luces de la fiesta brillaban intensamente sobre la piscina de la mansión, reflejándose en el agua cristalina como un millón de pequeñas estrellas. El sonido de la música envolvía cada rincón del jardín y Harper Hargrave, sentada en el borde de una tumbona, observaba el espectáculo con aire distraído . Sabía que debería estar divirtiéndose, como el resto de los invitados, pero algo en su interior se resistía a dejarse llevar por completo.

Llevaba un vestido blanco de verano, ligero y perfecto para la ocasión. Ajustado en la cintura, pero lo suficientemente suelto como para permitirle moverse con comodidad, el vestido caía con elegancia sobre sus piernas bronceadas, mostrando solo lo justo sin parecer demasiado revelador. El blanco contrastaba con su cabello castaño claro, que caía en suaves ondas sobre su espalda. El blanco siempre había sido su color favorito, un tono que resaltaba su piel clara y sus ojos color miel, esos ojos que en ese momento estaban perdidos en la multitud de chicos y chicas que bailaban y reían junto a la piscina.

Harper suspiró, apartando un mechón rebelde que el viento había llevado a su rostro y justo entonces, escuchó la risa de Leah Barrister, su mejor amiga, a solo unos metros de distancia.

—¡Harp! ¡Ven aquí! —gritó Leah, agitando una copa de champagne mientras se acercaba con Morgan, su otra amiga, a su lado.

Leah, con su cabello rubio brillante y su vestido ajustado color esmeralda, era la viva imagen de la chica perfecta de Palm Beach. Siempre radiante, siempre el centro de atención y esta noche no era la excepción. Morgan, por otro lado, con su cabello oscuro y figura esbelta, optaba por un estilo más relajado, pero igualmente elegante. Harper les sonrió a ambas, dejando que su mirada se distrajera por un momento.

—¿Dónde te habías metido? —preguntó Leah, inclinándose hacia Harper mientras le ofrecía su copa—. No me digas que estás evitando a Matt.

Harper intentó no poner los ojos en blanco. Matt Barrister, el chico perfecto que llevaba todo el verano persiguiéndola. Lo conocía desde hacía dos años, cuando los Barrister se mudaron desde Washington, pero fue en los últimos meses cuando realmente se había acercado a él. Con su cabello rubio oscuro y ojos azules penetrantes, Matt era el tipo de chico que llamaba la atención de inmediato. Alto, atlético y siempre bien vestido, esta noche llevaba una camisa blanca de lino, ligeramente abierta en el cuello, que dejaba ver su bronceada piel. Su sonrisa fácil y su actitud segura lo hacían aún más irresistible para las chicas del lugar y Harper no podía negar que él tenía algo que la atraía. Pero también había algo más que la hacía dudar. Aunque no estaba segura de qué era.

—¡No estoy evitando a nadie! —respondió Harper, intentando sonar más animada de lo que se sentía realmente.

—¡Claro que sí! —Leah le guiñó un ojo—. Mi hermano está loco por ti. Y lo sabes.

Justo en ese momento, Cameron, el mejor amigo de Matt, se unió a la conversación. Con su cabello pelirrojo y su actitud despreocupada, Cameron siempre tenía una sonrisa en los labios.

—Harp, deberías sentirte afortunada.

—Cameron le lanzó una mirada de complicidad—. Matt no va detrás de cualquiera, y mucho menos con tanta dedicación. Ya sabes lo que eso significa, ¿no?

Harper soltó una risa suave, aunque por dentro sentía la presión. Todos, absolutamente todos, asumían que ella y Matt terminarían juntos tarde o temprano. Leah, Cameron, sus amigos, incluso sus padres, todos pensaban que Matt era el chico ideal para ella. Y Harper lo entendía. Matt lo tenía todo, buena apariencia, inteligencia, una familia poderosa. Pero, a pesar de todo, no podía evitar sentir que algo no terminaba de encajar.

Antes de que pudiera responder, sintió una mano cálida posarse suavemente en su espalda. Se giró y allí estaba Matt, tan encantador como siempre, sonriendo como si todo estuviera en su lugar.

Bajo Cielos OpuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora