Bajo Cielos Opuestos

Capítulo 14

Aiden salió del club como un vendaval. Sus pasos resonaban en el asfalto mientras se dirigía a su moto, cada pensamiento que acudía a su mente era más confuso y oscuro que el anterior. Arrancó el motor y dejó que su rugido cortara la noche, como si ese sonido hubiese salido de su propia garganta.

Aceleró por las calles casi vacías sintiendo cómo el viento le azotaba la cara, esperando que la velocidad aclarara su mente. Pero lo único que lograba era que los pensamientos se arremolinaran más rápido, golpeándolo una y otra vez. Los Barrister eran una amenaza real, y si seguía con Harper, ella iba a estar en el centro de ese fuego cruzado. Por mucho que la amara, por mucho que quisiera protegerla, sabía que las cosas no iban a terminar bien si no hacía algo. Algo que cambiara el juego.

Pero, ¿que podía hacer?

Los Barrister necesitaban a Harper o más bien, necesitaban lo que representaba, una familia intachable, una reputación limpia y una fortuna que respaldaría a Matt en su futura carrera política. Eso era lo que la mantenía en el centro de todo, lo que hacía que el senador Barrister viera a Harper como una pieza clave en sus planes para su hijo. Si de alguna forma conseguía que los Barrister dejaran de ver a los Hargrave como el aliado perfecto, tal vez podrían soltarla. Pero, ¿como lograr que una familia con una reputación tan perfecta se convirtiera en algo tóxico para ellos?.

Aiden seguía acelerando por las calles desiertas, mientras su mente intentaba trazar un plan. Sabía que la familia de Harper era vista como un pilar de la alta sociedad de Palm Beach, intachables tanto en sus negocios como en su vida pública. Si alguien o algo, lograba manchar esa fachada, podría hacer que los Barrister reconsideraran su relación. El senador nunca querría que su familia se asociara con alguien que pudiera arruinar su propia imagen política.

El problema era cómo hacerlo.

Cada vez que pensaba en la posibilidad de arruinar la reputación de los Hargrave, sentía un nudo en el estómago. Manchar el nombre de la familia de Harper sería traicionarla, pero no se le ocurría otro modo de protegerla. Si no lo hacía, los Barrister nunca la dejarían en paz.

La idea lo atormentaba. El dilema de protegerla haciendo justo lo que Harper nunca le perdonaría.

Sin embargo, cuanto más lo pensaba, más empezaba a ver que tal vez no tenía otra opción. Si lograba que algo relacionado con los Hargrave saliera a la luz, algo que los hiciera ver menos perfectos, los Barrister podrían perder interés. Y con ello, Harper estaría a salvo de la manipulación de Matt y su padre. Pero, ¿como lograrlo sin destruir a Harper en el proceso?.

Aiden apretó el manillar de la moto con fuerza, sintiendo cómo la frustración lo consumía. No quería hacerle daño a Harper, pero al mismo tiempo, sabía que si no lo hacía, la iba a perder de todas formas.

Aceleró de nuevo, esta vez con una dirección clara, de vuelta a casa de Harper. Todo lo que necesitaba en ese momento era verla. Estar con ella le daba algo a lo que aferrarse en medio de todo el caos.

Llegó a la casa y aparcó en el garaje, el mismo que Harper había dejado abierto para él antes de que se fuera al club. Aiden bajó de la moto y caminó hacia la puerta principal. Llamó suavemente y apenas unos segundos después, Harper abrió, con una expresión mezclada de alegría y alivio al verlo.

—Me alegra que hayas vuelto —dijo Harper, sonriendo mientras lo invitaba a entrar.

Sin decir una palabra, Aiden la rodeó con los brazos y la besó, con una intensidad que Harper no tardó en notar. Había algo urgente, casi desesperado, en la forma en que la sostenía y eso solo aumentó su preocupación.

—Aiden... —murmuró Harper cuando se separaron, con sus manos aún aferradas a los hombros de él—. ¿Estás bien?

Aiden intentó sonreír, pero su mente seguía enredada en las posibilidades, en los riesgos, en lo que podía o no podía hacer. La abrazó de nuevo, esta vez más suave, como si su cuerpo supiera que era lo único que le ofrecía consuelo.