Capítulo 8

52 6 0
                                    

Harper salió de la casa y caminó por el jardín trasero, buscando un lugar donde pudiera estar sola por un momento. El aire fresco de la noche parecía aliviar un poco la tensión que había estado acumulando desde que llegó a la fiesta.

Se dejó caer en una silla junto a la piscina, las palabras de Leah resonaban en su mente. Aiden no estaba dispuesto a dejarte ir tan fácilmente. No podía evitar pensar en lo que habría sucedido si se hubiera marchado con él.

Pero Harper en el fondo sabía que la realidad, era mucho más complicada.

Un crujido de ramas a su derecha la sacó de sus pensamientos. Harper giró la cabeza rápidamente y vio a Matt acercándose, su rostro todavía endurecido por la rabia contenida.

—¿Qué estás haciendo aquí fuera? —preguntó, su tono carecía de preocupación, más bien parecía cargado de reproche.

Harper cruzó los brazos sobre su pecho, sintiendo el frescor de la noche comenzar a calarle en la piel.

—Necesitaba aire —respondió con calma, intentando evitar una confrontación—. La fiesta era un poco... sofocante.

Matt se quedó de pie frente a ella, mirándola de arriba abajo con una expresión que la hacía sentir expuesta. Harper no conocía esa mirada, no había visto esa faceta de Matt nunca antes y parecía que incluso luchaba por mantener el control.

—¿De verdad? —dijo cruzando los brazos frente a él—. ¿Eso es lo que pasa, Harper? ¿O es que te has sofocado tonteando con ése perdedor?.

El menosprecio hacia Aiden fue como una daga lanzada al aire. Matt no necesitaba levantar la voz para dar a entender lo molesto que estaba. Harper sabía que cualquier intento de suavizar la situación solo lo enfurecería más.

—Matt, no fue nada —intentó decir, con voz tranquila, aunque por dentro estaba gritando. Sabía que debía medir cada palabra—. Solo estaba hablando con él. No quiero que esto se convierta en una pelea, ¿de acuerdo?

Matt dejó escapar una risa seca, pero no había rastro de humor en su mirada.

—¿No quieres que se convierta en una pelea? —espetó, inclinándose hacia ella—. ¿Crees que no veo lo que está pasando? Ese tipo quiere algo contigo, Harper. Y no voy a permitirlo.

Las palabras de Matt cayeron sobre ella como una losa. Durante meses había intentado no ver el control que él ejercía sobre ella.

Harper se levantó lentamente, con sus ojos fijos en los de Matt y siseó.

—No soy algo que puedas permitir o no, Matt —dijo, sorprendida por la firmeza de su propia voz—. No soy de tu propiedad.

Matt parpadeó, claramente sorprendido por su respuesta. Durante un segundo, el enfado pareció desvanecerse de su rostro, reemplazado por algo parecido a la duda. Pero luego, su expresión se endureció de nuevo.

—Harper, no lo entiendes —empezó a decir, pero ella lo interrumpió.

—No, Matt. Tú no lo entiendes —replicó Harper, dando un paso hacia él—. Esto no es lo que quiero. No quiero que me trates como si tuviera que pedir permiso para hablar con alguien o como si fuera una extensión de ti. Si no puedes aceptar eso, entonces no sé qué estamos haciendo aquí.

La respiración de Matt se aceleró y durante un momento, Harper pensó que iba a decir algo que lo cambiaría todo. Pero en lugar de eso, simplemente apretó los puños y dio un paso atrás.

—Haz lo que quieras, Harper —espetó con una voz fría antes de girarse y marcharse, dejándola sola junto a la piscina.

Harper se quedó de pie, mirando cómo Matt desaparecía en la oscuridad. Sabía que había cruzado una línea. Pero en su interior, no se arrepentía. Sabía que algo tenía que cambiar. Lo que no sabía era si estaba preparada para enfrentar las consecuencias de esa decisión.

Bajo Cielos OpuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora