Capítulo 12

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Aiden permanecía tumbado encima de Harper, aún entre sus piernas, ambos recuperando el aliento tras el momento de pasión compartido.
Con una sonrisa suave, apoyó su frente contra la de Harper y la miró con ternura mientras le acariciaba el rostro.
—¿Cómo te sientes? —preguntó en voz baja, con un tono lleno de preocupación y cariño.

Harper lo miró a los ojos, sin un rastro de duda y le respondió con una sonrisa que parecía brillar en la intimidad del momento.
—Aiden... Ni en mis mejores sueños habría imaginado una primera vez mejor que esta. No podría haber sido con nadie más que contigo.

Las palabras de Harper lo conmovieron más de lo que esperaba. Aiden la abrazó con fuerza, besando su frente y por un momento se quedó así, sintiendo una conexión absoluta entre ellos.

Aiden suspiró profundamente, dejando que sus músculos se relajaran por completo. El silencio que llenaba la habitación era cómodo, solo roto por el leve sonido de sus respiraciones y el roce suave de los dedos de Harper sobre la piel de Aiden. Acurrucada a su costado, Harper dejó que sus manos trazaran el contorno de su cuerpo, recorriendo con lentitud los músculos tensos que se relajaban poco a poco bajo su tacto. Sus dedos se deslizaban con curiosidad sobre los tatuajes que cubrían su piel, descubriendo las líneas intrincadas y detalladas que formaban la gran calavera en su espalda, el mismo tatuaje subía por su hombro y bajaba por su brazo como si fuera una parte viva de él. Harper se detuvo a admirar el arte, oscuro y detallado, fascinada por la profundidad del diseño y la forma en que parecía moverse con cada pequeño gesto de Aiden.

—Es increíble —susurró Harper, como si hablar más alto pudiera romper la quietud del momento—. Nunca había visto un tatuaje así... parece tan real, como si tuviese vida..

Aiden sonrió de medio lado, mientras sentía el suave rastro de los dedos de Harper por su piel. Giró ligeramente la cabeza para mirarla, dejando que sus labios esbozaran una sonrisa antes de hablar.

—Es un distintivo de los Iron Fangs —respondió, con voz baja pero clara—. La calavera es un símbolo de lealtad para el club. No todos se hacen un tatuaje tan grande como este... pero todos llevamos alguna calavera en el cuerpo. Es parte de lo que somos.

Harper asintió, dejando que sus dedos continuaran el recorrido, bajando por su brazo hasta donde el tatuaje se extendía formando una serpiente con grandes colmillos. El tatuaje estaba hecho de forma impecable, pero había algo más detrás de él, algo que sentía que debía entender.

—¿Y por qué una tan grande? —preguntó con curiosidad, sin apartar la vista del tatuaje—. ¿Tiene algún significado especial para ti?

Aiden se quedó en silencio por un momento, su rostro se volvió más serio. Respiró hondo antes de responder, como si las palabras que iba a decir fueran algo más profundo de lo que parecía a simple vista.

—Cuando me uní a los Iron Fangs —comenzó Aiden, no fue solo por tradición o por seguir a mi padre. Fue porque necesitaba una familia, un lugar al que pertenecer. Después de que mi madre muriera, siendo yo tan pequeño, esa necesidad me acompañó siempre. El club era como un hogar para mí. Desde que era niño, mi padre me llevaba casi a diario. Crecí entre ellos y las calaveras que llevamos no son solo un símbolo de pertenencia. Para mí, este tatuaje representa esa familia que encontré, esa seguridad que me dio el club cuando lo necesité.

Harper lo miró con atención.

—¿Y quieres seguir siendo parte de eso? —preguntó con suavidad—. ¿No te pesa todo lo que conlleva?

Aiden la miró directamente a los ojos y por un instante, Harper vio algo vulnerable en su mirada.

—A veces lo hace. A veces siento que me ata, que no puedo alejarme —confesó—. Pero es todo lo que he conocido. Y de alguna manera, es lo que soy.

Bajo Cielos OpuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora