Capítulo 7

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Durante unos segundos, ninguno de los dos dijo nada. El ambiente era denso, cargado de una tensión que Harper no sabía cómo manejar. Su cabeza seguía dando vueltas, tratando de entender lo que estaba ocurriendo, pero al mismo tiempo, había algo visceral, algo animal, algo más profundo, que la empujaba hacia él.

—¿Qué haces aquí? —preguntó finalmente Harper, con voz algo insegura. Se cruzó de brazos, no para cerrarse a él, sino más bien como un gesto defensivo ante las emociones que la invadían. Quería sonar firme, pero su corazón seguía latiendo con fuerza.

Aiden la miraba con esa intensidad que la había desarmado desde el principio. Durante un segundo, no contestó. Simplemente la observó, como si estuviera analizando cada detalle de su expresión, de su postura. Como si estuviera decidiendo si decirle la verdad o guardársela para él.

—Sabía que venías a esta fiesta —dijo finalmente, con voz grave y controlada, aunque había un brillo en sus ojos que no podía ocultar. No era una respuesta completa, pero tampoco era mentira.

Harper lo miró fijamente, sintiendo cómo la temperatura de la habitación parecía aumentar con cada segundo que pasaba. La atracción entre ellos, la misma que había sentido en la playa y en la gala, volvía a surgir con una fuerza incontrolable. Algo en Aiden, su presencia, la forma en que parecía leerla sin esfuerzo, la desconcertaba. No era como Matt, que siempre parecía estar siguiendo un guión perfecto. Aiden era imprevisible y eso le daba vértigo y la atraía.

—No deberías estar aquí —dijo Harper, intentando sonar racional, pero sabiendo que sus palabras eran vacías. Ni siquiera ella misma estaba segura de si realmente quería que se fuera.

Aiden dio un paso hacia ella, con su mirada clavada en la de Harper. No había ninguna duda en sus ojos, ninguna vacilación.

—Tú tampoco —respondió él, con un tono que dejaba claro que entendía la contradicción en la que ambos estaban atrapados.

Harper sintió un nudo en el estómago, una mezcla de miedo y deseo. Todo en Aiden la hacía sentir fuera de control, como si estuviera caminando sobre una cuerda floja a punto de romperse, pero no podía apartarse de él. El silencio entre ambos creció, más profundo y más cargado de significado que cualquier conversación que pudieran tener.

Finalmente, Aiden rompió la distancia entre ellos, acercándose lo suficiente como para que Harper pudiera sentir el calor de su cuerpo, su aroma envolvente. Sus manos no la tocaban, pero la atracción entre ellos era palpable.

—Harper —murmuró Aiden, con voz ronca y suave al mismo tiempo—.

Su nombre escapó de sus labios con una mezcla de desconcierto y frustración, como si él mismo no pudiera explicarse por qué había seguido el impulso de seguirla a la fiesta. Harper lo miró, atrapada en la intensidad de su mirada. Todo en él gritaba peligro, pero era un peligro del que no quería escapar.

El silencio que siguió se cargó de electricidad. La luz de la luna se colaba suavemente por la ventana, iluminando ligeramente la habitación con un brillo plateado. Todo lo demás se desvanecía a su alrededor, el eco lejano de la música de la fiesta, las voces, las expectativas... ya no existían. Solo estaban ellos dos.

Harper dio un paso hacia él, casi sin darse cuenta. Era como si algo más fuerte que ella misma la empujara hacia Aiden, una atracción magnética imposible de resistir. Cada parte de su cuerpo la impulsaba a estar más cerca de él, podía sentir el calor que emanaba de su piel. Su mente gritaba advertencias, pero su cuerpo tenía otras intenciones.

Aiden, por su parte, tampoco se movió. No retrocedió, ni siquiera intentó disimular la atracción que sentía. Estaba tan atrapado como ella, incapaz de apartarse aunque supiera que aquello no tenía sentido. Todo en Harper lo llamaba, como un imán al que no podía resistirse. Su mirada, sus movimientos... todo era una provocación involuntaria que lo desarmaba.

Bajo Cielos OpuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora