Capítulo 11

32 5 0
                                    

Harper llegó a casa sin decir una palabra. Tras todo lo sucedido en la comisaría, el agotamiento la envolvía como una manta pesada. Apenas pudo levantar la vista cuando cruzó el umbral de la puerta, consciente de las miradas preocupadas de sus padres. No quería hablar, no quería discutir, solo necesitaba desaparecer por unas horas.

Subió las escaleras en silencio, ignorando el ambiente cargado de preocupación que se respiraba en la casa. Directamente fue a la cocina, se preparó algo rápido, sin demasiado apetito. Comió mecánicamente, tratando de vaciar su mente de todo lo que había pasado. Una vez terminó, se dirigió a su habitación, cerrando la puerta tras ella con un suspiro profundo.

El día lo pasó entre sueños inquietos, despertando varias veces con el nombre de Aiden en su mente, reviviendo la noche anterior una y otra vez. Recordaba con claridad el tiempo que pasaron en el faro de Jupiter Inlet, cómo había sentido una paz y una libertad que hacía mucho no experimentaba. Pero esos momentos fugaces quedaban ahogados por la tormenta que estalló después. Ahora, todo parecía un caos.

Finalmente, al caer la tarde, Harper se levantó de la cama. Su cuerpo se sentía pesado, como si hubiera corrido una maratón, aunque apenas había hecho más que dormir. Decidió que una ducha la ayudaría a despejarse. Se quedó bajo el chorro de agua caliente más tiempo de lo normal, con la mente vagando hacia Aiden una y otra vez. Su imagen aparecía en cada gota y la calidez de sus manos todavía parecía estar grabada en su piel.

Después de vestirse y tratar de recomponerse, bajó al salón cuando escuchó que sus padres la llamaban. Sabía que esta conversación no iba a ser fácil.

Al entrar, vio a Charlotte y Liam sentados, con una expresión de seriedad que no dejaba lugar a dudas.

—Siéntate, Harper —dijo su madre, señalando el sillón frente a ellos.

Harper lo hizo, cruzando los brazos, mentalmente preparándose para la batalla que sabía que estaba por librarse.

—Cariño, necesitamos hablar sobre lo que pasó anoche —comenzó Charlotte, su tono era suave, pero con la firmeza característica que Harper conocía demasiado bien—. No podemos ignorar lo que está sucediendo y mucho menos el peligro al que te estás exponiendo. Aiden Ferris no es una buena compañía para ti.

Harper sintió cómo el calor subía a su rostro. Sabía que la conversación iría por este camino, pero no por ello le resultaba menos frustrante.

—¿Una buena compañía? —repitió con sarcasmo y con una mirada fría—. ¿Preferís que siga viendo a Matt, el chico que llamó a la policía y mintió sobre lo que pasó? ¿Ese es vuestro ideal de buena compañía?

Liam, siempre más calmado, se inclinó ligeramente hacia adelante, con las manos entrelazadas sobre las rodillas.

—Sabemos que lo que Matt hizo estuvo mal —concedió—, pero tenemos que ser justos. Lo hizo porque está preocupado por ti, porque está... está enamorado de ti.

Harper se rió sin humor, meneando la cabeza.

—¿Preocupado por mí? Matt solo está preocupado por sí mismo y por el control que cree tener sobre mi vida. Lo que hizo anoche no fue por amor, papá. Fue porque no soporta la idea de que yo decida con quién quiero estar.

Charlotte tomó la palabra, su voz sonaba conciliadora, pero su postura no dejaba espacio para debate.

—Matt es un buen chico, Harper. Sí, lo que hizo fue impulsivo y tal vez un error, pero sigue siendo una opción mucho más segura para ti que Aiden. Aiden pertenece a una banda de criminales, cariño. Los Iron Fangs son conocidos por sus actividades ilegales y no queremos que te veas involucrada en algo que pueda arruinar tu futuro.

Bajo Cielos OpuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora