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Buscando huellas.

Con el pasar del tiempo, fui adiestrándome en el fino arte de salirme con la mía. Habían pasado meses para lo que había sido mi pequeño percance junto con Cassandra y su abuela, aunque quisiera, no podría negar lo alegre y complacida que me había sentía los siguientes días, dada esa situación.

Sentir el calor entres mis dedos, solo me hizo llegar a comprender que yo debía estar del otro lado, sujetando cuellos, quebrando rodillas e incluso, sacando todo este dolor que por tanto tiempo había permanecido dentro de mi propio ser.

Digamos que de una u otra manera, esta situación podría verse en camino, me refiero a que, ¿era prudente automedicarme?

Desde hace un mes había descubierto el maravilloso mundo de las pastillas para lograr dormir, cortesía del seguro medico de Clark, que obviamente, no podría ir a buscar por sí mismo.

Con este último, algo dentro de mi solo hacia pensar en la gran lástima que podría tenerle, además de que, por mas que busque y trate, no encontré rastro alguno de la familia de Adeline, parte de mi ya estaba mas que absuelta de aquella idea, no tenia familia.

Siendo así, Clark era todo lo que podría tener, hasta el día en que el gordo asquiento dejara este plano terrenal para de esta manera, al fin irse al infierno que se, lo ansiaba con ganas.

Había dejado muchas manías y costumbres, había dejado de entrar a mi habitación a llorar por las noches, había dejado de ser una distracción para mi ya muy dañado sistema nervioso.

Aunque la ansiedad no había dejado mi cuerpo, había noches en que solo me levantaba un par de veces en la madrugada.

Me hallaba en la acera junto a un árbol, con mis tenis blancos, los cuales, en esta perspectiva, se veían cafés debido a la mugre, jugando con lo que era un cadáver de una rata en la calle desierta, sacaba sus viscosas entrañas y esto me entretenía mas de lo que había podido imaginar, los tonos rojos y oscuros de sus órganos me producían entre curiosidad y placer, dentro de mi mente saltaba la gran idea de saltar sobre ella, tan solo deseando que su cabeza solo estallara.

Tal cual como deseaba en ocasiones que sucediera con la mía, pero por el momento, ambas permanecerían en su propio lugar.

Ya se avecinaba la noche, no se cuanto tiempo permanecí con la mirada perdida en el cuerpo ya pestilente de aquella rata, estaba algo lejos de casa, recuerdo haber salido a caminar un poco, tan solo para no sentir la necesidad de darme la cara contra la pared o arañar mis brazos, camine tanto que mis pies cansados me suplicaban parar, así llegue hasta acá, cerca de una gasolinera vieja donde muy pocos autos venían a surtir gas, en la cual solo había un viejo de cuerpo robusto y pequeño, el cual era el encargado del lugar, a mi suposición.

Una parte de mí no quería regresar a casa, a pesar de mi hambre y sed, cualquier cosa era mejor que estar allí, mas aun sabiendo que muy probablemente Clark me diría que debía hacer frijoles de lata para cenar para él, mientras miraba un programa de concursos y le gritaba al pequeño televisor que se había robado de la fabrica donde solía trabajar antes de que lo echaran.

Para este punto solo subsistíamos de una pequeña indemnización del gobierno y parte del acta de defunción de Adeline, puesto que aun yo era joven y no tenía familia, más allá de Clark, solo deseaba con tener dinero para irme a otro lugar, tal vez trabajar, o vivir debajo de un puente, cualquier cosa era mejor que verle la cara, mas aun cuando gran parte de mi corazón lo miraba con odio y lastima.

Sabia que era el quien había acabado con la vida de mi mama, sin embargo, ya los años habían pasado y tan solo catalogaron su muerte como un accidente por un aborto involuntario.

Aunque en mi cabeza habitaban los recuerdos buenos con ella, tenían mucho mas peso aquellos que permanecían donde el nos hacia daño. Un Clark mas joven y menos moribundo era el dueño de nuestras pesadillas.

Gran parte de la decadencia de todos mis sueños se deben a él, sin embargo, dejarlo solo hasta su fallecimiento estaba lejos de ser mi mayor deseo.

Era tan confuso para mí, el era todo lo que tenía, inmaterialmente hablando, puesto que, solo me pertenecían algunas mudas de ropa, más allá de eso, le tenía un miedo terrible a la soledad. Aunque si, quería respirar algo mucho mas profundo luego de estas paredes de metal, sin embargo, simplemente mi mente e imaginación no daban para más.

¿Tan malo era soñar con una vida mejor?

¿Acaso tenía el derecho de añorar algo mejor a todo esto?

Recordé la sensación que tuve en casa de Cassandra, el de ira y celos desenfrenados, más allá de mi ensoñación, solo quería un poco de calor y afecto, sin que este estuviera disfrazado de lastima o resentimiento.

Es muy fácil juzgar cuando tus manos no son las que son litigadas con la fría realidad que nos arropa a los demás. Seria mas sencillo si tan solo tuviera donde caer, donde pasar el rato, sin tan solo algún otro ser humano no solamente me viera como los demás, con asco.

Parte del afecto que Adeline tenía para mí, lo hacía tanto de menos, extrañaba sus manos, sus abrazos, sus susurros en medio de la noche para hacerme saber que nada malo nos aguardaba afuera de la puerta principal.

Pero ya era tiempo de aceptar que tan solo podía y debía enfocarme a mi nueva realidad, abasteciéndome de pastillas para dormir y saltarme la comida de la escuela, junto con los frijoles enlatados de Clark, estar mareada y somnolienta la mayor parte del tiempo era mucho mejor que tan solo pensar, y yo, solo quería dejar de pensar, así tan solo fuera por un rato, era mi único objetivo.

No pensaba mucho en el futuro, no tenia metas o sueños que no se remontaran al pasado y a todo lo que alguna vez fue, me enfrascaba en recordar, esto me hacia sentir bien, viva, pensar que en algún momento tal vez, todo fue mejor o peor, pero, solo saber que si pasó.

En muchas ocasiones tan solo fantaseaba con la idea de quemar el remolque en la noche para así amanecer incinerados, todo seria nada mas que un accidente, dejar el gas abierto, encender un fosforo, nada sería tan fácil como aquello, tan solo así mi agonía y pensamientos al fin se callarían y volvería a los brazos de Adeline.

Mas aun, desde mi repentino afecto por las vísceras, mi cabeza se volvía un tobogán de ideas con respecto a todo lo que conllevara punzadas y dolor, me sentía maravillosa con ese revoloteo en mi estomago de que algo mayor estaba tambaleando sobre mis manos, algo que, más allá del dolor, me pertenecía, yo podía tener el mando ahora.

Este podría ser tan solo mi comienzo. 

FLORAL RETURN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora