Atardecer

65 14 4
                                    

El infierno era curioso como minimo, le "sol" -no estaba muy seguro de cómo llamarle-, en su lenta despedida, se ocultaba detrás de los interminables edificios que componían al paisaje de la Ciudad Pentagrama. Los tonos ocres y rojizos del cielo, se tornaba poco a poco en un lienzo de colores surrealistas, una mezcla de malva y corinto que desafiaba a cualquier artista mortal.

Alastor dejó atrás el bullicio de la ciudad, donde había estado buscando nuevas almas para su entretenimiento y poder, ser un overlord y tener que atender sus responsabilidades en el hotel lo tenían ocupado una gran parte del día, se sentía cansado, pero ya tenía planes y no era propio de un caballero llegar tarde, se dirigió al lugar donde había acordado encontrarse con Lucifer, como si un ritual sagrado fuera, ya sabía a donde ir, llevaban aproximadamente nueve meses sin falta reuniéndose sin descanso.

Alastor reflexionaba como se pudo dejar envolver en una rutina así de sentimental. Cada día intentaba decirle a Lucifer que al siguiente día no podrían verse, pero fracasaba con crees, las palabras no salían de su boca.

Necesitaba aclarar algunas cosas, ya se sentía con la suficiente confianza para preguntar y si Lucifer se negaba a responderle, siempre podía manipularlo para sacarle la verdad.

Después de un día agotador, lleno de negociaciones complicadas y burocracía que antes no quiso atender -cientos de años de depresión le hicieron acumular más trabajo que nunca-, Lucifer necesitaba un descanso y que mejor lugar, que apartado de todo y todos, aunque estaba seguro y pronto llegaría su compañia. 

Alastor lo había prometido el día anterior "Aquí estaré" la espera le daba un poco de ansiedad, pero confiaba que llegaría.

Se encontraba en el borde de un acantilado, un lugar que ofrecía una vista impresionante del ocaso infernal, miraba pensativo hacia el horizonte.

Alastor llegó, sus pasos resonando sobre el suelo ardiente. Su sonrisa característicamente burlona se amplió al verlo. Se acercó y, sin pensarlo, se sentó a su lado.

—¡Qué atardecer tan delicioso! —exclamó Alastor, su voz resonando como una melodía en el aire—. Casi me hace olvidar el caos del día.

Lucifer giró la cabeza, mirándolo con una mezcla de exasperación y afecto.

—No me hables de caos, todos en la corte son bufones, si tengo que escuchar otra voz pomposamente falsa, me voy a lanzar de este presipicio —respondió, aunque su tono no ocultaba la diversión que encontraba en la compañía del locutor.

Los dos demonios se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la belleza que los rodeaba. Alastor rompió el hechizo de la calma.

—Si te lanzas, has una pirueta —Alastor no hablaba en serio, estaba seguro e igual aunque Lucifer cumpliera esa vaga amenaza, sus alas no dejarían que sufriera ningún daño.

Lucifer soltó una risa suave, ese tipo de risa que solía permitir solo en compañía de Alastor pero, también uno que le hacía sentir más cercano a su compañero.

—Si quedó hecho pedazos, tienes mí permiso para comerme —bromeó Lucifer, dejando escapar otra risa.

Alastor se lamió los labios, como si pensara en la idea por un momento como una realidad —Que honor que el rey del infierno permita darme un festín con su carne, soy un pecador muy afortunado.

Pero su mirada se volvió más seria al observar a Lucifer, quien no dejaba de ver el precipicio, era más que obvio que no se iba a lanzar, que era solo una broma ¿No?

—Su majestad, a veces me pregunto —desvio la mirada por un momento, los ojos tan expresivos de Lucifer podían ponerlo algo nervioso —¿Qué siente estar siempre en la cúspide, ser el rey?

Lucifer giró su cabeza, capturando la mirada de Alastor, que era inquisitiva y cálida. En ese instante, la distancia entre ellos se redujo de tal forma que el aire se volvió pesado, lleno de una energía casi palpable.

—La verdad es que un rey no siempre es tan fabuloso como lo retratan, si, tienes poder e influencia —le respondió Lucifer, sus ojos se opacaron un poco—. Pero lo que más pesa es la soledad, todos van y vienen, al final terminas solo.

«soledad» Alastor estaba bastante cómodo con estar sin nadie, pero le dolía que Lucifer se sintiera así, por eso no podía negarse a reunirse día a día aunque fuera a veces por solo unos minutos.

Esas palabras resonaron en el corazón de Alastor como un puñetazo, hace ya un tiempo había caído en cuenta de lo mucho que valoraba esos momentos simples y sinceros que ambos habían creado.

—No está solo su majestad, Charlotte y sus compañeros, los pecados nunca lo dejarán. —Oh que patético se sentía Alastor intentando consolar el corazón herido de Lucifer, como poner una curita en una herida de bala.

—Charlie es una adulta, ella formará una familia propia, estaré para ella, claro que si —Lucifer soltó un suspiro— pero al final del día, cuando vaya a dormir, seré solo yo.

Sin pensarlo, se inclinó un poco más cerca y murmuró:

—Nunca más estaras solo, Lucifer. Yo estoy aquí y estaré donde y cuando me necesite.

El tiempo pareció detenerse. Lucifer sintió el calor del cuerpo de Alastor y, en un acto por el que se detendría el mismo Infierno, acercó su rostro al del locutor. Las miradas se encontraron, el brillo que había en sus ojos se fusionó en una chispa apenas contenida.

En un instante que se sintió eterno, los labios de ambos se encontraron. Fue un beso suave, un cruce de almas, un pacto mudo que superó la oscuridad que los rodeaba. La llama del ocaso reflejó en sus rostros, iluminando ese momento que se convirtió en un refugio en el abismo.

Cuando se separaron, ambos se quedaron en silencio por un momento, respirando la intensidad de lo que acababa de suceder. La risa de Alastor interrumpió la quietud, provocando que Lucifer sonriera, a pesar de la sorpresa.

—Vaya, eso fue un giro inesperado —Alastor nunca se hubiera imaginado que enfrentar sus sentimientos llevará a desbordarlos así.

—Y qué lo digas —respondió Lucifer, aún con un destello en sus ojos— Me gustan los giros inesperados.

Mientras el sol se hundía por completo, y el cielo se oscurecía en su habitual paleta infernal, los dos demonios se acomodaron juntos, disfrutando de la calidez del otro. No solo compartían un atardecer, sino un nuevo camino, ninguno de los dos dijo más, solo se necesitaban mutuamente.

.
.
.

Si se pudo, dia 2 completado
Gracias por su apoyo, los comentarios y estrellitas alegran mí alma 💚✨

Nos vemos mañana

Flufftober  - RadioAppleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora