Compras domesticas

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El resonante eco de los pasos de Alastor se mezclaba con el alboroto de pecadores que tenían en el hotel, cada día, para deleite de la princesa, más pecadores acudían a sus puertas con la ilusión de ser redimidos. Lo que significaba cada vez más bocas que alimentar.

Al principio fue algo fácil, no eran muchas bocas para alimentar, así que era una tarea que disfrutaba y no llevaba tanto tiempo.

Al menos así fue al principio, ahora pasaba varías de sus horas preparando platillos que todos degustarían. Nada de que quejarse, solo tenía un leve inconveniente, le hacían falta insumos. Charlie dijo que, si hacía falta algo material para el mantenimiento del hotel, lo consultara con su padre y eso hizo.

¡Pero que desastre fue hacer eso!

Fue la primera y ultima vez que dejo que Lucifer invocara verduras y carne con sus poderes, era una blasfemia incluso para el infierno donde vivían, de inmediato lo reprendió por siquiera haber pensado que Alastor usaría algo artificial para sus comidas.

Como hotelero estrella iba a enseñarle a Lucifer una forma de vivir que iba más allá de sus trucos baratos de magia. Como si se tratara de una broma cósmica, Alastor había decidido que era hora de que Lucifer, hiciera algo tan mundano como ir de compras al supermercado.

—¡Vamos, majestad! El mundo real nos espera—, exclamó Alastor con su voz melodiosa, mientras agitaba una lista de compras que no podía ser más extensa.

—¿Comprar? ¿No era una mala broma? —Lucifer frunció el ceño— ¿Por qué haría eso cuando puedo simplemente hacer aparecer todo lo que se necesita con un chasquido de dedos?

—Ah, pero querido, hay algo encantador en lo manual, en lo tangible. Y, si me permites, una pequeña lección de cómo los mortales hacen las cosas. Es bastante... educativo—, respondió Alastor.

Después de unos momentos de vacilación, Lucifer se vio empujado hacia fuera del hotel, en dirección a la ciudad en compañía del excéntrico hotelero de su hija. El supermercado era un lugar caótico, lleno de olores y ruido. Alastor lo miró con entusiasmo mientras ambos cruzaban las puertas automáticas que se abrieron a su paso. —¡Mire! ¡El universo de lo cotidiano! Seguramente demasiado poco para su alteza.

Lucifer se detuvo un momento a observar las estanterías atestadas de productos. Algunas etiquetas hicieron que su ceño se frunciera aún más. —Sigo sin verle el atractivo a esta actividad, hay demasiadas personas.

—Todo es parte de la experiencia, su majestad. Primero, usaremos esta lista que hice para nosotros. Vamos a necesitar verduras, un poco de especias, y claro, algunas carnes. Comencemos con las verduras —respondió Alastor, señalando un pasillo repleto de productos frescos.

Lucifer, todavía perdido en su mundo de pensamientos, siguió a Alastor hasta la sección de verduras. —¿Qué hace que esto sea tan especial? Solo son... plantas.

Alastor sonrió y tomó un pimiento rojo con su mano manchada de rayas. —La frescura es crucial aun aquí abajo. Tóquelo, sientalo. Aquí es donde el mundo toma vida. Y si lo eliges bien, tendrás un plato delicioso, nada será insípido ni artificial.

Lucifer, un tanto escéptico, tomó el pimiento. Lo miró, lo olfateó y luego, sólo por diversión, lo llevó hasta su ojo, como si sondeara su naturaleza. —¿Cómo sabes que esta fresco? No es más fácil si invoco algo.

Alastor se rió, una risa que reverberó por el pasillo. —¡Esa es la cuestión! Aquí, la imperfección de lo humano es lo que hace que cada comida sea mágica. La búsqueda de la sazón, la experiencia compartida...

Un poco más intrigado, Lucifer jamás lo admitiría en voz alta, pero se estaba divirtiendo con Alastor y su parloteo, tenía que darle crédito, por algo se había hecho locutor de radio, tenía un encanto para decir tonterías y que sonara interesante. —En ese caso, por favor, ilústrame como hacerlo.

—Y dicen que los perros viejos no son capaces de aprender trucos nuevos —Y allí estaba de nueva ese tono burlón que hacía que Lucifer quisiera aplastar al más alto.

—Eres un dolor de culo, sabes que, ya no quiero. —Hizo un puchero.

—Vamos majestad, no sea tan delicado —Le ofreció una sonrisa más verdadera— considérelo una broma entre conocidos, su lengua es igual de mordaz que la mía y eso es de reconocer.

Los hombros de Lucifer se relajaron y asintió, al menos no estaba siendo desagradable. —¿Qué tanto necesitas? Escoge lo suficiente para varios días.

—Oh ¿Acaso no quiere acompañarme todos los días a hacer las compras? —Alastor se llevo una mano al corazón fingiendo dolor— Me hiere el corazón majestad.

El pensamiento de tener una rutina diaria interactuando con Alastor paso sin permiso, lo más escalofriante fue que no le resulto molesto.

—¿Acaso anhelas la presencia de tu rey? Que tierno de tu parte Alastor.

La estática crujió ante eso, pero no lo contradijo. Después de recorrer varios pasillos y elegir toda clase de productos, incluyendo un inesperado bote de helado de chocolate -pedido por el ángel caído que no pudo evitar sentirse antojado-, Lucifer comenzó a relajarse. —Hay algo... intrigante en esto—, murmuró, como si hablase consigo mismo. Se dio cuenta de que no era solo sobre la compra, sino sobre la experiencia compartida, la elección, el diálogo en la búsqueda de lo mejor.

Cuando llegaron a la caja, Lucifer saco una tarjeta de debito, tenía suficiente dinero como para mantener diez hoteles si fuera el sueño de su hija, ni siquiera se fijo en el monto final de las compras.

—Gracias, Alastor —No se había sentido tan relajado en décadas, lo mínimo que podía hacer era agradecer.

—¿Gracias por que exactamente, majestad —Aun así, Alastor no estaba seguro de como tomar ese "gracias"— Usted pago todo, no veo el que agradecer.

Aun así Lucifer no se explico.

Mientras salían del supermercado, envueltos en el peculiar brillo del ocaso, Lucifer sintió que había formado algo más profundo. Tal vez, al final, había algo más que refugiarse en la soledad. 

—¿Listo para cocinar? —preguntó Alastor, de vuelta a su tono de locutor entusiasta.

—Estás bromeando, ¿verdad? —respondió Lucifer, pero una sonrisa, aunque tenue, se dibujó en su rostro.

—Para nada. ¡Es hora de que usted también sepa cómo hacer una buena jambalaya!

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Y bien, tuve un pequeño gran colapso esta semana, pero volvimos y seguiremos en este barco

Ya tengo casi 5 caps así que la noche aun es joven y me dedicare a ponerme al día.

Gracias a las personitas que siguen esta historia, comentan y dan estrellitas, alegran mi alma.

Flufftober  - RadioAppleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora