Una semana después, había dejado de cruzar palabras con su peliazul amiga en su totalidad. Las clases que compartían juntos, era vilmente ignorado por la misma. Aún así, sentía su mortal mirada puesta en él y cuando giraba hacia atrás para verla, ella enfocaba su vista en su cuaderno. La había cagado en grande y se sentía el idiota más idiota del mundo entero, había lastimado a la única amiga que sentía que en verdad valía la pena y no por menospreciar a Kagami claro, con quién comenzó a hacerse más cercano luego de distanciarse de la otra peliazul.
Suspiró derrotado cuando la clase de Química acabó y no tenía que hacer el resto de la tarde. Siempre trataba de terminar sus deberes en clase y poder disfrutar sus tardes con Marinette o los chicos, pero ahora no tenía ánimos de nada.
Terminando de juntar sus cosas salió del salón y justo a mitad de pasillo, sintió el pequeño cuerpo de alguien chocar contra su espalda. Volteó rápidamente para disculparse pero enmudeció cuando reconoció la azabache cabellera y para nada se trataba de Kagami.
—Marinette... Lo... Lo siento.
Aquella preciosa mirada azulada que una vez lo miró con ternura y cariño, ahora lo observaba distante y frivolamente.
—Fíjate por dónde caminas, Agreste.—Soltó con molestia y paso por su lado pechandolo.
—¡Ey! Yo no soy Félix para que me trates asi.
La estudiante frenó en seco sus pasos y giró a verlo levemente por sobre su hombro, riendo sarcásticamente.
—Pues nada te falta para ser como él. —Devolvió su vista al frente y continuó su camino, sin ver cómo el Agreste menor fruncía el ceño molesto y caminaba tras ella.
—Eso ha sido lo peor que me han dicho hasta ahora, asi que ya te vas disculpando, Marinette.—La jaló por la muñeca, obligandola a mirarlo.
—En tus sueños, idiota.—Espetó acercándose a él para enfrentarlo.
Adrien apretó sus dientes y jaló a su compañera detrás suyo, caminando en dirección a la biblioteca, sin importarle la mirada de los demás o los reproches de su amiga quien exigía ser soltada.
—¡Joder, suéltame! —Aún ignorandola, se coló por un pasillo algo desierto de la biblioteca y cuando se aseguró que nadie los interrumpiria, acorraló a su amiga contra uno de los estantes. —Se te hace costumbre invadir mi espacio personal.
Adrien rió levemente y la observó a detalle.
Sus diminutas pecas la hacían ver adorable, mientras sus preciosos ojos te envolvían en una nube de perdición total. Y su carácter volátil... Uffff... Debía admitir que lo tenía fascinado, esa chica no se dejaba con nadie.
—Tenemos que hablar, Marinette.
—No quiero hablar contigo, ahora salte de mi espacio personal.
Adrien negó con su cabeza y se aproximó más a ella, sonriendo cuando notó un pequeño rubor en sus delicadas mejillas.
—Marinette. ¿En verdad piensas que me acerque a ti solo para follar?
Marinette relajó su mirada y un apice de tristeza se dejó ver en ella.
—Quiero pensar que realmente no, sino... Serías la primera persona en romperme el corazón.
El corazón del rubio se estrujó y acercó sus labios a la mejilla de su amiga, depositando un cálido beso en ella, para luego volver a mirarla a aquellos mares que comenzaban a embriagarlo.
—Jamás te rompería el corazón. No eres la clase de chica con quién solo follaría y ya. Tú... Te mereces alguien que te ame y te quiera, alguien que se vuelva loco cuando te tiene así de cerca. Alguien... Alguien que te trate como la reina que eres.
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Heart Attack (Adrinette)
Teen FictionElla jamás se había enamorado, lo veía como una perdida de tiempo. Una relación para ella era compartir tu vida con alguien que luego te desecharía o de quién pronto te aburrirías. Si algún día se enamoraba, estaba segura que le daría un ataque al...