—No tienes forma de perderte, Adrien. Tienes suerte que sea un exámen teórico solamente. —Rió con suavidad la azabache, viendo como el rubio terminaba de anotar los últimos párrafos en su cuaderno.
—Tengo suerte de que tú hayas sido mi tutora, de verdad gracias Marinette.—Cerró su cuaderno y observó a su ahora amiga con una agradecida sonrisa.
—Para que están los amigos? Ahora vamos, me debes un helado.—El Agreste menor guardó sus pertenencias y se incorporó, caminando junto a su amiga hacia la salida de la biblioteca.
—Es increíble como en unos días aprendí todo de memoria, eres una muy buena maestra.
La Dupain sonrió e iba a responder, cuando chocó de frente con otra persona, haciéndola caer al suelo sentada.
—Uy, lo siento...
De inmediato reconoció la voz y frunció el ceño.
—Marinette! Estás bien?—El menor de los Agreste la ayudó a incorporarse, para luego girar a ver al otro rubio. —Por que no ves por dónde caminas, Félix?
El ojigris sonrió de lado y se cruzó de brazos.
—No me oíste? Me acabo de disculpar.
—Tus disculpas pueden volver a tu asquerosa boca, vamos Adrien.—Quiso alejarse de aquel despreciable ser pero se vió siendo detenida por el mismo.
—Ey, porque la prisa?
Adrien observó la escena en silencio, su hermano no era especialmente caracterizado por ser delicado con las mujeres.
—Me puedes dejar en paz? De verdad que tenerte cerca me causa repugnancia.—Soltó con brusquedad, soltandose del agarre del rubio mayor.
—Por que me odias tanto? Que te hice eh? He tratado de ser amable todo este jodido tiempo y no me das oportunidad.
—Será porque siempre que eres amable con una chica, es porque te la quieres follar? —Habló el ojiverde, colocándose delante de la peliazul para enfrentar a su hermano.
Félix rió y se cruzó de brazos.
—Se que aún no superas lo de Lila pero vamos! Hay que dejar ir el pasado hermanito...
Adrien apretó los dientes y levantó su puño listo para golpearlo, siendo sujetado por la peliazul tras suyo.
—Dejalo Adrien, no vale la pena.—Enfocó su vista en el ojigris que solo los observaba con diversión e hizo una mueca de desprecio. —Y tú, de verdad que eres un gilipollas.
Sin mencionar nada más, jaló al rubio con ella a través del largo pasillo que llevaba a la salida. El rubio solo se mantuvo en silencio, su mirada denotaba molestia y rabia. Odiaba a su hermano y no por el hecho de haber llevado a su entonces novia a su cama, sino por su maldita forma de ser siempre con él; creyéndolo basura e inferior a él. Sin contar lo mucho que amaba lastimar los dulces corazones de las chicas, usandolas para satisfacer sus asquerosas necesidades, para luego desecharlas cuál basura.
—Adrien... —Alzó su vista y notó a la peliazul mirándolo con pesar.—No dejes que te afecte lo que él diga, si esa chica se enredó con él; fue porque no vió al increíble chico que tú eres. Créeme que algún día llegará alguien que de verdad te valore y ame como mereces.
El rubio sonrió con sinceridad y jaló a la azabache contra él, atrapandola en un dulce abrazo.
Marinette abrió levemente su boca sorprendida de su acción y finalmente correspondió el gesto, escondiendo su avergonzado rostro en el cálido pecho del rubio.
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Heart Attack (Adrinette)
Novela JuvenilElla jamás se había enamorado, lo veía como una perdida de tiempo. Una relación para ella era compartir tu vida con alguien que luego te desecharía o de quién pronto te aburrirías. Si algún día se enamoraba, estaba segura que le daría un ataque al...