Serizawa está enamorado de su jefe, al no imaginarse siendo correspondido, decide mantenerlo en secreto, pero como Hoyuelo disfruta de ver el mundo arder, expone su secreto, sólo para que las cosas se compliquen.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Holaa, gracias por llegar hasta aquí, amé escribir este fic y me alegra que les haya gustado<3
Inicialmente me inspiró mucho la canción She's thunderstorms de Arctic monkeys.
El capítulo es corto pero es que ya quería subirlo>
Un ramo de lirios blancos.
Esa fue la elección de Serizawa en la floristería, mientras iba de camino al apartamento de Reigen esa cálida mañana de viernes. Desde el día de la confesión mutua, no quería despegarse ni un minuto de su jefe, ahora novio por lo visto.
Katsuya se levantaba más temprano, sólo para caminar hasta el apartamento de Arataka y hacerle compañía en su camino hasta la oficina, llevaba implementando esa pequeña rutina apenas durante unos pocos días, y no quería parar. Lo impulsaba la sonrisa del rubio, cada vez que éste le abría la puerta e invitaba a Serizawa a pasar para ofrecerle té, así mismo le pedía esperar un poco en el sofá mientras terminaba de prepararse para salir al trabajo.
Al llegar a la puerta del apartamento, Katsuya oprimió el timbre, miró el ramo que sostenía en su mano izquierda, se preguntó si acaso le gustarían los lirios blancos a Reigen, esperaba que sí, el día anterior quiso preguntarle pero no lo hizo por miedo a ser muy obvio.
Reigen se estaba tardando en abrir la puerta, más de lo normal, por lo que el castaño hizo un conteo mental del uno al diez y tocó el timbre una vez más.
ㅡ¡Lo siento!ㅡse disculpó al tiempo que abría la puerta, terminando de abotonarse la camisaㅡEs que estaba vistiéndome...ㅡse fijó en el ramo de lirios, eso lo hizo sonreírㅡ¿Son para tu mamá?
ㅡNo, son para ustedㅡle acercó el ramo, con vergüenzaㅡPasé frente a la tienda de flores y pensé en usted, de cualquier forma ya estaba pensando en usted antes, pero imaginé que sería lindo darle flores.
Arataka sufrió un inevitable sonrojo, recibió el hermoso ramo de lirios, observándolos de cerca, era algo difícil de creer para él, no había recibido un ramo de flores ni nada parecido nunca en sus veintinueve años de vida, algo común en la vida de un hombre promedio.
