Lentamente abriste los ojos, sintiendo la calidez del momento. Después de varias semanas de caos y estrés, finalmente habías logrado dormir bien. Pero lo mejor de todo era que no estabas solo. Bajaste la mirada y la viste a ella, Himiko, profundamente dormida sobre tu pecho.
Su respiración era suave, su cuerpo relajado, y su cabello dorado estaba esparcido desordenadamente por toda la cama, formando un contraste con las sábanas oscuras.
No pudiste evitar sonreír. Verla así, tan tranquila y pacífica, era una imagen que nunca te cansarías de observar. Le acariciaste suavemente el cabello, cuidando de no despertarla, disfrutando del momento.
Sentir su calidez y cercanía te llenaba de paz, algo tan raro en la vida que habías elegido. Soltaste un pequeño suspiro antes de girar levemente tu mirada para ver tu nueva habitación.
Era grande. Las paredes estaban decoradas con tonos oscuros, en perfecta sintonía con tu estilo. En la mesita de noche descansaba tu máscara, un constante recordatorio de la vida que llevabas. El silencio en la habitación era profundo, casi como un refugio del mundo exterior que siempre estaba al borde del caos.
Miraste hacia el otro lado de la habitación, donde otra cama ocupaba un rincón. En ella, Eri dormía pacíficamente, con una pequeña sonrisa en su rostro. Ella también parecía haber encontrado un poco de paz después de todo lo que había pasado.
"¿Por qué te despiertas tan temprano?" -murmuró Himiko de repente, con la voz adormilada, pero con una sonrisa en su rostro mientras te miraba a través de sus párpados entrecerrados.
Sonreíste al ver que estaba despierta, aunque apenas- "No quería perderme de esta vista" -dijiste, acariciando su mejilla suavemente, disfrutando de su cercanía y del momento compartido- "Además, estoy seguro de que hubo ocasiones en las que tú te despertabas antes que yo y te quedabas viéndome dormir o incluso me llegaste a morder, ¿no?"
Himiko soltó una pequeña risa, entrecerrando aún más los ojos mientras su sonrisa se ampliaba. Se acurrucó un poco más contra tu pecho, rodeándote con uno de sus brazos mientras jugueteaba con los pliegues de tu camisa.
"¿Me descubriste?" -murmuró con voz traviesa, aún con los ojos entrecerrados- "Sí, lo he hecho más de una vez. Es que... verte dormir así, tan relajado... no puedo evitar querer morderte un poquito" -bromeó, acercando sus labios a tu cuello como si estuviera tentada a hacerlo otra vez. Pero esta vez se contuvo, solo dejando un suave beso en su lugar
Sonreíste ante su juguetona confesión. Era algo tan típicamente Himiko, y eso te hacía amarla aún más. Deslizaste tu mano por su espalda, disfrutando de la sensación de tenerla tan cerca, de sentir su calidez y su amor. Después de tanto caos, esos momentos eran como pequeños tesoros que te recordaban lo afortunado que eras de tenerla a tu lado.
"Lo sabía" -respondió con una sonrisa- "Pero no me molesta. Me encanta cuando haces eso. Eres única, Himiko, y siempre logras sorprenderme"
Ella levantó ligeramente la cabeza, mirándote con esos ojos brillantes que tanto adorabas.
"¿Sabes? Me gusta esta vida" -dijo con suavidad, casi en un susurro- "Incluso con todo lo que ha pasado, con todo el caos... aquí, contigo y con Eri, siento que lo tengo todo"
Sus palabras tocaron algo profundo en ti. No importaba cuán oscuro fuera el mundo que te rodeaba, momentos como ese te recordaban que aún había luz en tu vida. Acariciaste su mejilla suavemente y le diste un beso en la frente.
"Yo también siento lo mismo, Himiko. Contigo, con Eri, siento que tengo algo que vale la pena proteger"
Himiko sonrió suavemente ante tus palabras, cerrando los ojos mientras disfrutaba del beso en su frente. Se acurrucó aún más en tu pecho, como si quisiera fundirse contigo, buscando siempre esa cercanía que la hacía sentir segura y amada. El silencio volvió a llenar la habitación, pero no era incómodo. Era un silencio lleno de paz, de conexión, de algo más profundo que las palabras no podían describir.
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"haremos nuestro propio mundo juntos" (Toga x lector masculino)
Fanfic"T/N un niño de 6 años que aún no a despertado su don, tuvo que ser enviado a un orfanato esto debido a la desaparición de su único tutor legal, su padre, aunque en ese mismo lugar iba a encontrar a la única persona que lo iba a acompañar y seguir...