3. Cena familiar

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1987. Antigua Mansión Hale, Beacon Hills

La mansión Hale se encontraba rodeada por un silencio casi absoluto. Talia Hale, con la mano descansando sobre su abultado vientre, aguardaba en la tranquilidad de su habitación. Su mirada se perdía en la ventana, mientras observaba la nieve caer sobre los bosques de Beacon Hills. El viento golpeaba suavemente las paredes de piedra de la mansión, mientras Derek, de tan solo cuatro años, corría por los pasillos, persiguiendo a su hermana Laura, que tenía siete años.

-¡Derek, ven aquí! - Le llamó Laura con una mezcla de exasperación y cariño. Ella ya comenzaba a entender su papel de hermana mayor, aunque en esos momentos solo quería que su hermano pequeño dejara de correr por todos lados. - Mamá está descansando, vamos a mirarla, portate bien.

Derek se detuvo un momento, con una sonrisa traviesa en el rostro. A su corta edad, no comprendía del todo lo que estaba pasando, solo sabía que algo importante estaba por ocurrir. Su madre esperaba la llegada de otro bebé, algo que parecía emocionar a todos, menos a él. Por su parte, Laura, con la responsabilidad que sentía a su edad, trataba de mantener las cosas bajo control, pero con un hermano tan inquieto, la tarea no siempre era fácil.

El aire en la casa tenía ese aroma característico a madera y tierra, mezclado con el humo de la chimenea que rugía en el salón principal. Las luces de Navidad decoraban las paredes y el árbol, creando un contraste cálido contra el frío que se hacía sentir fuera. El ambiente en la mansión Hale era de tranquilidad, aunque Alcide, el padre de Derek y Laura, cargaba en su semblante una preocupación que solo Talia parecía entender completamente.

La puerta de entrada se abrió con un leve crujido, y Alcide entró sacudiendo la nieve de sus botas. Derek corrió hacia él, riendo mientras se lanzaba a sus brazos. Alcide, exhausto por el trabajo del día, esbozó una sonrisa al ver a su hijo pequeño.

-¿Qué has hecho hoy, Derek? -Preguntó Alcide mientras lo levantaba en el aire, mirándolo con ternura.

-Corrí mucho. - Respondió Derek entre risas. - Laura no pudo atraparme.

-¿Ah, no? - Dijo Alcide, mirando a Laura, que se había cruzado de brazos en la entrada del salón, observándolos con una media sonrisa.

Talia apareció en la escalera, descendiendo lentamente, su embarazo avanzado limitaba sus movimientos, pero mantenía su gracia y fortaleza. Alcide le dedicó una mirada que hablaba de la complicidad que solo los años juntos podían forjar.

-Todo va bien, Alcide. -Dijo Talia con suavidad. - Solo unos días más, y tendremos a la pequeña Cora con nosotros.

Alcide le sonrió, aliviado por las palabras de su esposa, aunque sabía que el futuro era incierto para la familia Hale. Beacon Hills siempre había sido un lugar complicado, y ser parte de una familia de licántropos traía consigo responsabilidades y peligros.

2024 - Mansión Hale, Nueva York

Derek observaba el exterior de la mansión Hale con la misma expresión seria que había aprendido de su padre. El peso del pasado siempre estaba presente en cada rincón de la casa, y ahora, con dos hijos propios, comenzaba a comprender mejor las decisiones que Alcide y Talia habían tomado.

Deucalion, sentado en el salón principal, vigilaba a Elijah y Hope mientras jugaban. A pesar de las tensiones del pasado, Deucalion había encontrado en su papel de abuelo una nueva oportunidad para estar cerca de su familia. Derek lo observaba desde el umbral de la puerta, recordando cómo él mismo había corrido por esos mismos pasillos muchos años antes.

Ellie entró en la sala con una sonrisa, acercándose a Derek y abrazándolo por la espalda. -¿Todo bien? - Le preguntó suavemente.

Derek asintió, sin apartar la mirada de sus hijos.

The Hale's - Dark Awakening Donde viven las historias. Descúbrelo ahora