Capítulo VIII

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Cuando Jungkook se fijaba el propósito de joder o incomodar a alguien, lo lograba.

Y es que en realidad, no tenía que mover un solo dedo, con su simple presencia era suficiente para hacer refunfuñar a cierto rizado y eso le causaba una tremenda satisfacción.

Llevaba un par de días asistiendo sin falta a la práctica de los trapecistas, con toda confianza se aparecía en la carpa y ocupaba un asiento en la gradería. No le interesaba en lo más mínimo el estúpido ensayo pero encontró un gusto peculiar en ver las malas caras que Taehyung le hacía cuando lo veía sentado en la primera fila.

—¿Por qué no puedes decirle que se vaya? —canturreó el ojiverde hacia su entrenador—. Se supone que las prácticas son cerradas al público.

Lo había visto de reojo, se estaba comiendo un paquete de gomitas enchiladas y no sabía si quería aventárselas en la cara o robárselas para comerlas él.

—¿Por qué te molesta tanto? —El jóven experto le regresó la interrogante—. No le tomes importancia, no le puedo decir que se retire porque en teoría no es público, es parte del circo y así como Jimin tiene el derecho de ver los ensayos cada que se le antoja, él también puede hacerlo.

—Está interrumpiendo y distrayendo al equipo —Disimuladamente, señaló a un par de chicas novatas que no dejaban de mirar la única butaca utilizada—. ¿Te parece que se van a concentrar con el brujo aquí? Solo lo hace por molestar.

—Ni siquiera está hablando, solo está ahí... existiendo.

—¡Pero su asistencia es irritante!

—Oye, ya basta —Lo observó con austeridad y destapó su pluma—. Los problemas que ustedes tengan no tienen porque afectar al resto.

Taehyung dejó ir un bufido y se pasó la lengua por los molares.

—¿Quién habló de eso? —gruñó al revisar que sus rizos estuvieran correctamente atados—. Te estoy pidiendo una sola cosa, ¿por qué no me puedes apoyar?

—Porque es una tontería, no está faltando a ninguna regla y tú pareces más afectado que los demás —vaciló, revisando el itinerario impreso sobre su tabla portapapeles—. Después de Erika sigues tú, ¿lo harás o no?

—Lo haré si se va —proclamó, sujetándose la cadera—. De no ser así, olvídalo, no cuentes conmigo.

El entrenador se abanicó con la tabla de madera e inhaló hondo para coger paciencia.

—Cuándo me postulé para este circo, me advirtieron de ti y creí que era una mala broma —exclamó, frotándose los párpados—. Pero definitivamente eres un torbellino que sí está acostumbrado a que la gente haga lo que pides.

—Sí, ya tienes varios meses aquí, ya deberías saberlo —soltó con simpleza y se miró las puntas de sus tenis.

Recién los había comprado, el calzado deportivo era su amigo fiel.

—Taehyung, por favor súbete a la plataforma y realiza tu acto —En un tono sutil, pidió—. No tengo registro desde hace una semana de tu avance, necesito examinar tu progreso.

—¿Y sabes por qué no lo tienes? —Enmarcó su hablar gracias a un movimiento con el dedo índice—. Porque él ha estado viniendo y mientras siga aquí, no me voy a subir al trapecio.

Era sencillo y fácil de comprender, ¿no?

—Dios mío, tienes suerte de que la paga sea malditamente buena —farfulló entre dientes—. Si no lo quieres aquí, ve y córrelo tú.

Taehyung rodó los ojos y negó tres veces seguidas.

—¡Es tú trabajo! —chilló, con las facciones rigidizadas—. Tienes que hacerlo tú, tu eres el responsable.

It's all an act | KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora