Capítulo XXIV

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—¡Mi nivel de estrés está superando el límite!

—Respira...

—¡Cinco días! —exclamó, tallándose la mitad del rostro—. ¡Programaron mi debut y solo tengo cinco días para practicar el acto!

Era una completa locura.

Un solo entrenamiento con una voltereta simple y Nathan había marcado en su tonta lista que su primera aparición en Orion sería el siguiente sábado, con un show intermedio en el que iba a colaborar con Farid y Aline.

Había olvidado el terror que le ocasionaban las iniciaciones.

Cuando Legacy lo recibió a los diez años, la pasó abrazado a su madre antes de dar su show, porque no paraba de temblar y se sentía incapaz de desarrollar un buen espectáculo.

Al escuchar su nombre en las bocinas de la carpa en una primera llamada, largó un sollozo y se ocultó atrás de Jihye, negándose rotundamente a salir del vestidor. Y fue ella, su amorosa progenitora, quien habló con él acerca del manejo de las emociones, diciéndole que no estaba mal sentirse así, pero que debía aprender a canalizarlo a su favor.

No estaba acostumbrado a los aplausos, menos creyó que le otorgarían tantos en cuanto atravesó la enorme cortina...

Se convirtió en un fenómeno, en la próxima promesa de los trapecistas, era sorprendente que un niño tan pequeño tuviera ese talento masivo. Se ganó el corazón de la multitud, lo adoraron por su simpatía y día con día, su grupo de seguidores iba en aumento, acompañándolo en su trayectoria como artista circense y creciendo a su lado.

Siempre tuvo su propósito en lo alto, ya no dudó de sus capacidades y gracias a eso, era reconocido por tanta gente como uno de los mejores trapecistas del país, o incluso del continente.

Eso simbolizaba un gigantesco cargo de responsabilidad.

—¡Mañana vendrán a tomarme medidas para el vestuario y tengo que llegar una hora antes! —Taehyung estaba perdiendo el juicio—. ¡Y el miércoles van a realizarme la sesión fotográfica!

Tenía un millón de cosas pendientes.

Y como correcta aportación, Jungkook solo podía asentir, ocupando la silla alta del tocador mientras escoltaba los movimientos veloces de aquel que andaba de esquina a esquina en el camerino.

Lo miró pararse adelante del calendario en la pared, con un plumón permanente rojo y otro negro.

—Deberías sentarte y contar hasta diez... —colaboró, ante su excesiva zozobra.

—¡Mierda, y el jueves es mi chequeo semanal! —chilló, destapando un marcador.

Ya estaba por sufrir un ataque de nervios.

—¿Chequeo?

—El antidoping y eso —murmuró, arrastrando la punta por el papel brillante—. Solo el viernes lo tengo completamente libre y el sábado es mi muerte.

Jungkook sonrió con levedad.

Se dio cuenta de que el chico ya pintaba una pequeña carpa malhecha en el recuadro que correspondía al día de su show.

Tan teatral...

—Daniel dijo que lo habías hecho muy bien y no te mintió —exclamó, desvaneciéndose en el asiento—. ¿Por qué sigues así de preocupado?

—¡Porque es el todo o nada! —Giró el cuello para verle—. ¡Si esa tarde me caigo o lo arruino, puede ser el fin de mi carrera!

—No exageres.

It's all an act | KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora