11 ¿QUÉ ESTÁ PASANDO?

33 8 1
                                    

 INUYASHA

Íbamos de regreso a la central policial, después de otro intento fallido de captura. A pesar de que el caso se había vuelto confidencial, Onigumo y todo su séquito lograban enterarse de todos nuestros movimientos por muy discretos que estos fueran. Mis sospechas sobre el infiltrado se reducían únicamente a los integrantes de este equipo de investigación, aunque me pareciera algo imposible de creer; pero ¿Cómo no sospechar cuando habían escapado nuevamente, dejándonos otra nota burlándose de nuestra 'falta de habilidad'?

Mi padre, mi hermano, Miroku, Naraku, Jaken, Goshinki y yo; los únicos encargados de la investigación, y según en palabras de mi padre, los mejores y más confiables agentes. Sin embargo, había algo que no me dejaba confiar en Goshinki ni en Naraku, por muy doloroso que fuera.

Goshinki era un agente que ingresó aproximadamente hacia un año, y siempre se destacó por capturar a los delincuentes de sus casos asignados; pero había algo en él que nunca me inspiraba confianza, era como si pudiera leer nuestros pensamientos, siempre estaba un paso delante de todo y de todos.

Con Naraku me pasaba que, muy a pesar de conocerlo de toda la vida, sus actitudes en estos últimos meses me hacían dudar de él, y a la vez me parecía muy turbio el pensar que se aliara con el asesino de su padre. Siempre estaba a la defensiva, en las reuniones se mostraba serio y callado, y cuando intentaba acercarme a él, siempre tenía un pretexto para escapar; además de que actuaba nervioso cuando tocábamos el tema de la filtración de información. Seguía negado a creer que él se atreviera a hacer algo tan ruin.

-¡Inuyasha! -la voz de Miroku me regresó a la realidad-. ¿En qué tanto piensas? Estás tan distraído que ni siquiera te diste cuenta de que ya llegamos a la estación.

-No, no es nada. -respondí con voz baja.

-¡Ey! Amigo. Esto me tiene frustrado igual que a ti, pero no podemos rendirnos. -expresó mientras bajábamos del auto.

-Es solo que... ya no se ni en quien confiar -respondí mientras me dirigía al ascensor-. Se supone que es un caso confidencial y...

-¿Te parece si hablamos en la oficina? -sugirió apresuradamente, y se veía un poco nervioso-. Necesito responder una llamada.

Sin esperar mi respuesta, se dio la vuelta y se alejó lo más que pudo para que nadie escuchara su conversación. ¿Qué extraño? Él jamás se ponía nervioso por una simple llamada. ¡No! Mi mente comenzaba a jugarme bromas, no podía sospechar de Miroku, ¿O sí? ¡Jamás!, él era de los agentes más honestos y entregados a su trabajo, lo conocía perfectamente cómo para desconfiar de él. Sacudí mis malos pensamientos y subí a la oficina.

-¿Qué te sucede, Inuyasha? -Naraku me observaba con mucha atención mientras me sentaba en mi escritorio.

-Todo, Naraku -me dejé en la silla resoplando con fastidio-. ¡Nada está bien con este maldito caso!

-No confíes en nadie, ¿de acuerdo? -en ese instante Miroku entró en la oficina, y Naraku se tensó demasiado-. ¡En nadie! -hizo énfasis en esas últimas palabras sin quitarle la mirada de encima

Las miradas de Miroku y Naraku se mantenían fijas uno en el otro, la seriedad que sus rostros reflejaban estaba sobrepasando los límites, era como si mantuvieran una guerra en saber que podía sostener la mirada por más tiempo. Ambos fruncieron en ceño y por fin liberaron la tensión que se había formado.

-¡MALDITA SEA! ¡ESTOY HASTA LA CORONILLA! -el gritó de Goshinki nos sobresaltó, al mismo tiempo que cerraba la puerta de un golpe.

-¡Tranquilízate, Goshinki! -exclamó Naraku-. Nada ganas con hacer un rabieta.

NOCHE DE COPASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora