08 VALIENTE

67 9 2
                                        

Advertencia: Este capítulo contiene lenguaje fuerte, descripciones de violencia y situaciones explícitas que pueden resultar perturbadoras para algunos lectores. Si no les gusta este tipo de situaciones, pasen de largo hasta la perspectiva de Kagome.

___________________________________________________________________________

BANKOTSU

¡Maldita sea! Nada me estaba saliendo bien desde que la estúpida de Kagome decidió pedirme el divorcio. Mis problemas económicos habían regresado, muy a pesar de que pude seguir desviando parte de su sueldo a mi cuenta a pesar de habernos separado. Para mi desgracia, el lugar donde ahora estaba viviendo era extremadamente sencillo para mi gusto, ya no tenía las comodidades que tenía con ella. Después de nuestra pelea, creí que Kagome cambiaría de parecer y que regresaría a mí llorando y pidiendo perdón, rogándome que regresara con ella, pero me equivoqué. La estaba perdiendo y no podía permitirlo, tenía muy claro que tenía que tragarme mi orgullo y humillarme si quería recuperarla, por eso no pensé dos veces en esperarla en la casa cuando regresara de ese corto viaje que hizo con su amiga y su hermana.

Me reí al descubrir que no había cambiado la cerradura de la casa; eso para mí, significaba que aún me extrañaba, y que tenía una oportunidad para recuperar mi vida. Entré a la casa, pero estaba vacía, así que me senté a esperar en la sala. Por suerte, no pasó mucho tiempo cuando escuché un auto estacionar en frente, me asomé por la ventana y era Kagome. Respiré profundamente, y me preparé para hacer la mejor actuación de toda mi vida: la de un hombre arrepentido.

-¿Dónde estabas? -traté de sonar lo más tranquilo posible.

-No tengo por qué darte explicaciones -respondió con brusquedad. Esa actitud no era común en ella.

En su voz podía notarse el rencor que sentía hacia mí, sobretodo cuando me preguntó que hacía en SU casa, como si yo no tuviera derecho de estar ahí. Tuve que contenerme para no provocar una nueva discusión, así que respiré relajadamente y tuve que actuar lo más triste y arrepentido posible, pero nada, sólo eso, nada. Kagome no reaccionó como yo esperaba, al contrario, me recriminó todo el dolor que le causé. Y sí, lo admito, fui un tonto al dejar que me captaran con aquella modelo, pero tenía necesidades, debía satisfacer mis deseos como ya no lo podia hacer con Kagome porque, ni siquiera me excitaba verla con poca ropa.

Seguí insistiendo, pero no quería ceder, se me estaban agotando los recursos, y tuve que recurrir a lo más humillante que había hecho en toda mi vida.

-¿Qué quieres que haga para que me perdones? -la tomé de las manos, y Kagome quiso alejarse, pero me aferré a ella-. ¿Quieres que me arrodille? ¡Está bien!

Me arrodillé implorando su perdón; aunque por dentro, mi odio era más grande. Ninguna mujer me había humillado tanto como lo estaba haciendo ella; ¿Tanto le costaba olvidar todo?

-¡Levántate, Bankotsu! -dijo sorprendida

A pesar de su reacción, su voz no mostraba compasión, solo incredulidad, y eso me enfureció aún más. No sé cómo, pero puse todo mi esfuerzo para no reventarle la cara de un golpe; no podía arruinar el momento. Ella logró soltarse de mis manos y se dio la vuelta; en ese momento sentí que ya no tenía salida, pero me quedaba una última carta, tenía que recurrir a los más bajo y desesperado. Corrí detrás de ella y la abracé.

-Kagome, sé que aún me amas -comencé a besar su cuello, su cuerpo se tensó en ese instante y sonreí triunfante. ¡Bingo! -. Solo date cuenta como tu cuerpo reacciona a mis besos.

-Eso no es cierto -susurró con la voz temblorosa.

Al fin estaba logrando mi cometido, no había conocido alguna mujer en el mundo que pudiera resistirse a su hombre, y Kagome no sería la excepción. Sin embargo, tenía que fingir ante ella, a pesar de que ya conocía cada rincón de su cuerpo, no me provocaba absolutamente nada; todo se trataba de un juego en el que la manipulación era el único factor que me impulsaba a seguir adelante y hacerle creer que deseaba estar con ella.

NOCHE DE COPASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora