Me quedé sin palabras. Mi mente estaba completamente en blanco. Mi licántropa rugía en algún lugar del fondo de mi cerebro dividido entre la furia de que nuestro compañero nos vendiera así por poder, y el deseo de decir que sí solo para poder estar más cerca de él. Pero entonces el rostro del Rey Dimitri apareció en mi mente. Con su pelo castaño oscuro peinado a la perfección. Sus ojos color avellana chispeaban, una pizca de picardía aparecía oculta en su expresión seria. El aura de dominación fluía de él en oleadas. Lo quisiera o no mi licántropa, mi corazón humano seguía perteneciéndole. Incluso después de que me arrojara a la mazmorra, aún esperaba tener una oportunidad. Quizá Bradley tenía razón. Tal vez el rey bajaría y me encontraría. Quizá se sintiera tan culpable por mi encarcelamiento erróneo que me permitiría quedarme en palacio, concediéndome un lugar en su corte. Y nunca se sabe... Si no encontraba a su pareja en los próximos años, y Bradley seguía relegado a las mazmorras, tal vez podría convencerlo de que me diera una segunda oportunidad. Pareja o no, no confiaba en Bradley. Podía ganarme el amor del rey sin sus intrigas.
- Tengo muchos poderes, pequeña, pero por desgracia, leer la mente no es uno de ellos.
Di un respingo cuando sonó la sedosa voz de Bradley, resonando en la casa silenciosa cueva. Oír raspar el suelo cuando dio un paso adelante. Aquellos hipnotizantes ojos verdes parpadearon a escasos centímetros de mi cara. Lo oí inspirar y no pude reprimir un escalofrío. Sabía que sus labios estaban cerca, lo bastante como para acercarme y besarlos. Sí, rugió mi licántropa. Pero gruñí para mi adentros, haciendo la callar. Sabía que tenía que tomar una decisión. No podía hacer otra cosa. Respiré hondo y abrí la boca.
- ¿Savanah Willows?
Di un respingo cuando la voz severa resonó en la celda. Con un gruñido, mi compañero volvió a caer en las sombras cuando se abrió la puerta de la celda, y apareció uno de los guardias vestidos de dorado que me habían arrastrado hasta allí.
- ¿Sí?- tartamudeé, incorporándome hasta alcanzar mi estatura completa, que no era tan impresionante.
El guardia entró en la sala y se acercó a mí, mirándome fijamente con sus brillantes ojos dorados.
- El rey quiere verte.
Me agarró bruscamente del brazo y me sacó de la celda antes de que pudiera siquiera darme cuenta de lo que decía. ¡Espera! ¿El rey quería verme? Eché una mirada más por encima del hombro mientras el guardia me sacaba de la celda y cerraba la puerta ras de mí. Bradley estaba de pie en medio de la celda, con el rostro desnudo en un gruñido y los ojos verdes centelleantes.
- Recuerda mi oferta, pequeña.- bramó mientras me arrastraban.
***
La Biblioteca Real era enorme. Nunca había visto tantos libros en toda mi vida. Nunca he sido una gran aficionada a la lectura, pero incluso yo me imaginaba que podría pasar horas allí, ojeando las estanterías hasta saciarme. Pero no en ese momento. En ese momento estaba aterrorizada. El guardia me había sacado arrastras de la mazmorra y habíamos atravesado el Palacio antes de arrojarme finalmente por una puerta que daba la biblioteca y encerrarme dentro sin mediar palabra. Ahora estaba acurrucada en un pequeño rincón de lectura en la esquina de la habitación. El contraste entre la oscuridad y la humedad de la mazmorra era sorprendente. Me sentí mareada mientras miraba a mi alrededor la sala de hermoso diseño que me rodeaba. Supuse que debía esperar allí al rey. No sabía si iba a perdonarme o condenarme a muerte. Los nervios me hacían desfallecer. Pero a medida que pasaban las horas, mi ansiedad fue sustituida por otra emoción: el aburrimiento. A pesar de lo asustada que estaba por el destino que el rey me tenía reservado, deseaba que se pusiera manos a la obra. Sentarme y revolcarme en mi miedo me estaba volviendo loca. Al final no pude soportarlo más. Me levanté y me acerqué al enorme catálogo de la biblioteca, un viejo libro polvoriento sobre un escritorio en medio de la sala. Al abrir el libro gigante, ojeé las páginas en busca de un nombre. Bradley. Si me veía obligada a esperar allí el rey, al menos podría ocupar mi tiempo intentando averiguar por qué mi compañero estaba prisionero. Me detuve cuando encontré la página con los nombres y sucesos que empezaban con la B y ojeé la lista, buscando el nombre de mi compañero. Braalin el Audaz. Las Guerras Bracas. Lady Braen, la licántropa. Eso fue extraño. No había nada de Bradley. Volvió a comprobarlo pero sigue sin encontrar su nombre. Ojeé el todo el catálogo pero no encontré ni una sola mención de Bradley. Eso no podía estar bien puntos seguramente debió haber un registro de licántropos encarcelados por el rey. Encontré una sección titulada registro de prisioneros y busqué en los ocho volúmenes de nombres, pero no pude encontrar ni una sola mención a mi compañero. Cada vez más frustrada empecé a tirar libros al azar a tirarlos por el suelo, pero en ninguna parte encontraba el nombre Bradley. Me estaba empezando a cabrear. Acababa de abrir un libro titulado licántropos peligrosos y sus artimañas cuando una voz familiar procedente de la puerta me sobresalto.
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Savanah: Antes de Adilah.
LobisomemAntes de que Adilah Bedi fuera nombrada reina de los licántropos, otra mujer suspiraba por el corazón de su rey. Savanah Willows habría dado cualquier cosa por que el rey divino, Adonis Dimitri Grey, se fijara en ella, pero él ni siquiera la miraba...