Esa noche estuve despierta toda la noche. En parte porque aún me dolía el cuello de mi encuentro con el rey y en parte porque no podía tomar una decisión sobre lo que quería hacer. Aunque el rey me había tratado muy mal, yo seguía queriéndolo. Y me dijera lo que me dijera, ayudar a Bradley con su plan me parecía una traición. Pero acabarás con el rey de todos modos, me consolé por décima vez aquella noche, mientras me revolvía en la cama dura como una roca. Menos mal que mi tío nos había alquilado habitaciones separadas para pasar la noche. Si nos hubiéramos quedado encerrados en la misma habitación mientras yo daba vueltas en la cama toda la noche, probablemente me habría dado una paliza antes de amanecer. Me cubrí la cabeza con la almohada mientras otro ataque de ira de mi licántropa amenazaba con abrumarme. Ella era la peor parte de mi ansiosa montaña rusa de pensamientos. Quería que bajara a las mazmorras y dejara salir a Bradley, pero no para que me ayudara a conseguir al rey. Ella quería que lo ayudara a matar al rey y reclamarlo como nuestro compañero. Eso no serviría. Después de lo que el rey me había dicho, de ninguna manera iba a reclamar a Bradley.
- ¡Bien!- grité en voz alta e inmediatamente me alegré de que mi voz estuviera amortiguada por la almohada cuando recordé que mi tío estaba en la habitación de al lado-. Dejaré salir a Bradley, pero solo si le convenzo de que no haga daño al rey. ¿Trato hecho?
Mi licántropa gruñó mientras daba vueltas en mi cabeza. No le gustaba. Demonios, a mí tampoco.
- ¿Trato hecho?- volví a preguntar con más firmeza.
Mi licántropa maulló descontenta en mi mente y se tumbó enfadada. Tomaré eso como un sí.
***
Tan silenciosamente como pude, abrí la puerta de mi habitación de hotel y salió al pasillo. Menos mal que mi tío no había llevado guardias en ese viaje, había pensado que solo pasaría allí una noche. Me arrastré por el pasillo. Cuando pasé junto a su puerta, el suelo crujió punto respiré hondo, pero no hay nada del interior de su habitación. Me apresuré a recorrer el pasillo con cuidado de no pisar un tablón ruidoso. Veinte minutos después estaba abriendo de un empujón las puertas principales del Palacio Real. Esperaba encontrar guardias, pero para mi sorpresa no había moros en la costa. Gracias a la diosa. No sé que les habría dicho. Intenté recordar el camino por el que a los guardias me habían arrastrado el calabozo, pero había estado tan aterrorizada en ese momento que no había pensado con claridad. Tras veinte minutos de avanzar silgilosamente por los pasillos oscuros y desconocidos, por fin tropecé con unos escalones que me resultaron familiares. Encontró un escáner de huellas dactilares junto a la puerta en lo alto de la escalera probé la manilla pero estaba cerrada. Mierda. ¿Y ahora qué? Entonces recordé que el rey me había agarrado por el cuello. Sus dedos me habían apretado la piel con fuerza y no había echado demasiado excitada para ducharme cuando llegue a casa. Sin atribuir ni siquiera albergar esperanzas, incline el cuello hacia el escáner y contuve la respiración. Estaba preparada para que las alarmas sonaran en cualquier momento, señalando mi instrucción. Pero para mi gran sorpresa y alivio, oí un suave bling, y la puerta crujió al abrirse. No me atrevía a creer en mi suerte. Respirando hondo, empujé la puerta y descendí a la oscuridad.
***
- Vaya, vaya, vaya. Mira quién ha vuelto.- llegó la suave voz desde la oscuridad.
Estaba fuera de la celda de Bradley, temblando. No sabía si mis temblores se debían al frío o a la proximidad de mi compañero. Descubrí que quería verlo, aunque una gran parte de mí no quería volver a estar cerca de él.
- Ven a la luz.- dije con toda la fuerza que pude reunir.
Lentamente salió a la luz y sentí que se me revolvía el estómago. Algo en esos penetrantes ojos verdes y en ese rostro lleno de cicatrices y harapos me afectó de una manera que nadie, ni siquiera el rey, podría hacerlo jamás.
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Savanah: Antes de Adilah.
LobisomemAntes de que Adilah Bedi fuera nombrada reina de los licántropos, otra mujer suspiraba por el corazón de su rey. Savanah Willows habría dado cualquier cosa por que el rey divino, Adonis Dimitri Grey, se fijara en ella, pero él ni siquiera la miraba...