capitulo 55

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iEl ambiente en el hotel era tenso, casi palpable. Todos los ojos se dirigieron hacia Lucifer cuando atravesó el pasillo con un aire de furia que hacía temblar el suelo bajo sus pies. Se sentó en la barra, pidiendo el trago más fuerte que Husk pudiera servirle. Este, al notar las ligeras heridas en su cuerpo, supuso que Lucifer había tenido una pelea con su jefe, algo que no era inusual en su mundo.

Charlie, con la preocupación dibujada en su rostro, se acercó a su padre. "Papá, ¿has visto a Alastor? No lo encuentro por ningún lado. ¿Sabes dónde está?" La voz de Charlie temblaba, y su mirada buscaba respuestas en la de Lucifer.

"Él dijo que se iba. No me preguntes cuánto tiempo, Charlie," respondió Lucifer, su tono áspero y lleno de frustración. Todos en el hotel se sorprendieron al escuchar a Lucifer hablar de Alastor con tal desdén. Era evidente que la pelea entre ellos no había sido fácil de resolver. La atmósfera se cargó de una tensión inquietante, como si el propio edificio respirara la angustia de sus habitantes.

Lucifer, sintiéndose abrumado por la energía que lo rodeaba, se retiró a su habitación. Allí, mientras intentaba calmar su mente, sintió una vibración familiar en su muñeca. Miró hacia abajo y vio la pulsera que Alastor le había regalado. Para su sorpresa, los colores de la pulsera comenzaban a cambiar, un espectáculo que lo llenó de inquietud.

Recordó las palabras de Alastor, pronunciadas con una sonrisa y un beso en su muñeca: "Con esta pulsera podrás sentirme. Tienes parte de mi energía. Así, cuando esté de viaje, a través de esta pulsera podrás sentir mi presencia. Siempre estaré contigo y no estarás solo."

La memoria de aquel momento lo golpeó como un rayo. "¿Por qué está cambiando de color?" murmuró para sí mismo, cada vez más inquieto. "A menos que Alastor esté en..." Sin pensar más, Lucifer salió disparado por los pasillos del hotel, buscando desesperadamente a su amigo, su compañero.

Sin embargo, a medida que corría, la sensación de Alastor se desvanecía. No podía sentir su poder ni su presencia en ninguna parte. La ansiedad crecía en su pecho, y cuando miró nuevamente la pulsera, vio cómo se rompía en dos, la energía que emanaba de ella disipándose en el aire como un susurro perdido.

Lucifer se detuvo en seco, el horror y la confusión lo invadieron. "¿Qué ha pasado?" se preguntó, su mente llena de dudas. ¿Algo le ha sucedido a Alastor? ¿O ha cortado los lazos con él? Preferiría cualquier cosa a la idea de haberlo perdido para siempre.

Con el corazón pesado, se encontró en uno de los callejones del hotel, de rodillas, sintiendo la lluvia caer sobre su cuerpo. Las gotas frías se mezclaban con sus lágrimas, cada una de ellas un eco de su desesperación. Miró al cielo, la tormenta reflejando su tormento interno, y por primera vez en su vida, se encontró rezando.

"Por favor, que Alastor esté bien," susurró al viento, su voz apenas audible. "Escucha mi súplica, padre. No le quites a Alastor. No puedo soportar la idea de perderlo." Las palabras salían de su corazón, una súplica desesperada que resonaba en su interior.

Mientras la lluvia caía, cada gota se sentía como un recordatorio de su conexión, de los momentos compartidos, de las risas y las luchas. Lucifer sintió que la tormenta no solo caía del cielo, sino que también se desataba en su alma. La incertidumbre y el miedo lo envolvían como un manto, y la soledad se hacía más pesada con cada segundo que pasaba.

El cielo se oscurecía, y con cada trueno, Lucifer supo que debía encontrar a Alastor, que debía luchar por su amigo, por su compañero. La pulsera rota era un símbolo de su conexión, pero no era el final. Era un llamado a la acción. Se levantó, decidido a enfrentar lo que fuera necesario, a desentrañar el misterio que había llevado a Alastor a la oscuridad.

divinidad y pecado : el amor imposible de alastor y luciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora