capitulo 59

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La oficina de Gabriel estaba impregnada de tinieblas, un reflejo del tumulto emocional que se agitaba en su interior. La luz se filtraba tenuemente por las ventanas, creando sombras que parecían danzar al ritmo de la angustia que se desataba. Azrael, el hermano menor de Gabriel, había irrumpido con la fuerza de un torbellino, su rostro enrojecido por la rabia y la desesperación.

—¡En serio, mandaste a Alastor al infierno! —gritó, su voz resonando contra las paredes. La tensión en el aire era palpable, y Miguel, el padre de Alastor, observaba en silencio, incapaz de contener las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas.

Gabriel, calmado pero firme, alzó la mano en un intento por calmar a su hermano. —Lo hice por su propio bien, Azrael. Sabemos que Lucifer no es quien solía ser. Alastor necesita entender que amar a Lucifer fue un error.

Azrael avanzó hacia la mesa, golpeándola con desespero. —¿No vieron la condición de Alastor al regresar del infierno? Estaba destruido.

Miguel, viendo la angustia en el rostro de su hermano, habló por fin, su voz quebrada por el dolor. —No quise hacerle daño... pero es nuestra única opción. Debe abrir los ojos.

La expresión de Azrael cambió, sus ojos centelleando de incredulidad. —¿Estás diciendo que lo que necesitan es más sufrimiento? No puedo aceptar que usar el dolor sea la solución.

La mirada de Gabriel se volvió más intensa. —A veces, el dolor es el único camino hacia la verdad. Alastor está cegado por su amor, y Lucifer ha causado demasiado daño.

Azrael sintió que su mundo se desmoronaba. Miró a Miguel, quien, a punto de romper en llanto, se escondió detrás de su dolor. La imagen de su sobrino, una sombra de sí mismo, le atravesó el corazón como un puñal.

—¿Desde cuándo el amor se ha vuelto un error? —preguntó Azrael, sus ojos resplandeciendo con una mezcla de furia y tristeza. —El amor debería ser nuestra guía, no un error.

Miguel respiró profundamente, tomando valor. —Los sentimientos de Alastor no  permite ver la realidad. Lucifer ha dejado marcas profundas en él, marcas que no podemos ignorar.

El eco de las palabras de Miguel resonó en el corazón de Azrael, que se sentía atrapado entre la lealtad a su familia y su deseo de liberar a Alastor de ese sufrimiento. La idea de que el amor pudiera ser un error le parecía inconcebible.

—No puedo quedarme aquí y permitir que esto continúe —declaró Azrael, su voz tensa y decidida. —Debo ir a buscar a Alastor. No debería estar solo.

Gabriel frunció el ceño, su preocupación visible. —Azrael, no puedes hacerlo.

Las palabras de Gabriel resonaron en el aire, y Azrael sintió que su determinación se tambaleaba. —¿Por qué no? —replicó, su voz llena de frustración. —¿Qué más puede sucederle?

Miguel, que había permanecido en silencio, finalmente habló. —En este momento, es posible que Lucifer ya sepa que Alastor es un ángel, pero no sabe que es Calipso.

Azrael se quedó en silencio, procesando la información. La revelación lo golpeó como un rayo. Si Lucifer descubría la verdad sobre Alastor, podría usar esa información en su contra.

—¿Ustedes creen que Alastor debería decirle la verdad a Lucifer? —preguntó, su voz temblando con la incertidumbre.

Gabriel se acercó a Azrael, su mirada seria. —Sí, pero no toda su identidad. El collar que lleva le restringe de decir más de la cuenta, así que Lucifer no podrá aprovecharse de Alastor.

Azrael miró a sus hermanos, sintiendo cómo la traición y la desesperación se entrelazaban en su corazón. Miguel, con un gesto de frustración, le dio un leve golpe en el brazo, tratando de sacarlo de sus pensamientos.

divinidad y pecado : el amor imposible de alastor y luciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora